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Desarrollo


Llegada la hora del matrimonio, en torno a los veinte años, el incesto quedaba rechazado, incluyendo la prohibición de matrimonio entre primos. Antes de la edad de matrimonio, los jóvenes vivían en casas exclusivas para varones. Generalmente el matrimonio era concertado por las familias; la elección solía hacerla el padre del chico o el de la muchacha. Cuando uno de estos jóvenes solicitaba matrimonio a una muchacha, debía aportar dote, y tras el matrimonio tenía que trabajar de 4 a 6 años en casa de los suegros. Era el cacique quien, tras la ceremonia, conducía a la pareja a la casa. No parece que se valorase especialmente la virginidad antes del matrimonio, tampoco en las mujeres. Si los contrayentes eran dos viudos, el matrimonio se realizaba sin ninguna ceremonia especial; bastaba que el hombre fuera a casa de la mujer y ésta lo aceptara; esto facilitaba la volatilidad de las uniones. No solía consentirse la poligamia, al menos en la región del Yucatán. Esta afirmación, hecha por Diego de Landa, debe referirse a los indios del común, pues sí parece haberse generalizado la poligamia entre los gobernantes, como una fórmula de consolidación de poder. En general, las hijas no solían heredar, esto era exclusivo de los varones, y solo "por caridad", según Landa alguna vez se dejaba herencia a las mujeres. Si eran menores, se hacían cargo de ellos los hermanos del padre. Igualmente, para la sucesión de los señores, recaía sobre los hijos varones o sobre los hermanos del difunto.

Se permitía el divorcio, y entonces los hijos se iban con el padre y las hijas con la madre. No había problema si el matrimonio roto decidía volver a convivir. Estaba mal visto que un viudo o viuda se casara antes de un año. El adulterio era castigado: al hombre con la muerte; a la mujer, le bastaba con la infamia como castigo. Gráfico Las indias criaban a sus hijos. Practicaban la deformación craneal, colocando a los cinco días de nacer la criatura, dos pequeñas tablas que modelaban su cabeza. Los llevaban desnudos, y hacia los cinco años los cubrían levemente, tanto a niños como a niñas. Las madres criaban con su leche a los hijos hasta los tres o cuatro años. Cuando quitaban las tablas de la cabeza a las criaturas, las llevaban al sacerdote para que les impusiera un nombre. Eran religiosas, y practicaban muchos rituales, pero siempre en el ámbito doméstico. Pocas veces iban a ceremonias religiosas públicas. En cualquier caso, el pueblo maya era muy devoto, y tenían un fuerte sentido de la vida de ultratumba. Creían que los difuntos empezaban otro género de vida tras la muerte, y que allí encontrarían premio o castigo, según hubiera sido su comportamiento en la vida terrena.

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