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Datos principales


Rango

Edad Moderna

Desarrollo


¡Oh, cuán triste!, ¡Oh, cuán enojoso!, ¡Oh, cuán peligroso es el estado de las viudas!: en que si una viuda sale de su casa, la juzgan por deshonesta; si no quiere salir de casa, piérdesele su hacienda; si se ríe un poco, nótanla de liviana; si nunca se ríe, dicen que es hipócrita; si va a la iglesia, nótanla de andariega; si no va a la iglesia, dicen que es a su marido ingrata; si anda mal vestida, nótanla de extremada; si tiene la ropa limpia, dicen que se cansa ya de ser viuda; si es esquiva, nótanla de presumptuosa; si es conversable, luego es la sospecha en casa; finalmente digo que las desdichadas viudas hallan a mil que juzguen sus vidas y no hallan a uno que remedie sus penas. Guevara, Reloj de Príncipes. Gráfico En su tratado Antonio de Guevara presentaba a las viudas como a mujeres constantemente vigiladas, sospechosas por el simple hecho de carecer de una figura masculina que las controlase. Aunque el tratadista tenía motivos para lamentarse, no es menos cierto que la sociedad y las instituciones, conscientes de la frágil situación en la que quedaba una mujer que perdía a su marido en la Edad Moderna, otorgaron a las viudas una serie de prerrogativas en virtud de su condición. Al fin y al cabo, el estado de viudedad, como cualquier otro estado, era complejo y presentaba diferentes matices en función de cada circunstancia.

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