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Datos principales


Rango

Edad Moderna

Desarrollo


Después de un tiempo fuera de Castilla, empezaron a llegar noticias inquietantes a la corte española, con quejas sobre el comportamiento de la princesa, quien había abandonado sus prácticas religiosas, tendía a aislarse, estaba triste y no cuidaba de sí misma. Pero también noticias inquietantes sobre el maltrato que recibía el séquito de Juana en la corte de Felipe. Los Reyes Católicos, alarmados, enviaron a Bruselas en 1498 a Fray Tomás de Matienzo, hombre de toda su confianza, para que averiguase por sí mismo qué era lo que realmente estaba pasando. El fraile escribió a los Reyes desde Bruselas, dando en primer lugar la buena noticia de que Juana estaba esperando un hijo, pero también otras noticias menos agradables, incluida la confirmación del maltrato a los españoles. Juana confió a este fraile su verdadero estado de ánimo desde que llegó a la corte flamenca. En las cartas que envió a los Reyes Católicos, el estado de ánimo de Juana descrito por Matienzo, está constituido sobre todo por síntomas depresivos. En efecto, en sus cartas refiere a la reina Isabel que Juana le ha explicado que durante esos meses pasados tenía "el ánimo tan flaco y tan abatido, que nunca vez se le acordaba cuán lexos estaba de V.A. que no se hartase de llorar en verse apartada de V.A. para siempre" (2). Era la primera vez que fueron descritos síntomas depresivos en la princesa. Se puede argumentar aquí que eran hasta cierto punto lógicos y que estaban en consonancia con el estado en el que se encontraba Juana: sola y en un ambiente distinto.

Por ello, esta información debe ser tenida en cuenta, pues es de la mayor importancia. En 1498 en Lovaina, Juana dio a luz a su primera hija, Leonor, y dos años más tarde a su hijo Carlos, el futuro Carlos V, en el castillo de Gante el 24 de febrero de 1500. No se conocen datos sobre el estado de ánimo de la princesa durante estos embarazos ni después de ellos. Más bien parece que gozaba de una excelente salud física y tuvo ambos partos, sobre todo el de Carlos, sin ningún problema. La vida de Juana transcurría en Bruselas con sus altibajos. Pero los acontecimientos en la corte española fueron poco a poco marcando el rumbo y el futuro de su vida. Juana, cuando se casó, era la tercera en el orden de sucesión a la corona de Castilla. Pero la muerte de sus hermanos le allanó el camino. En primer lugar murió Juan, su hermano mayor, príncipe de Asturias y heredero. El hijo que éste engendró con Margarita nació muerto, por lo que hace que la sucesión pasó a su hermana mayor, Isabel. Sin embargo, la muerte también de Isabel al dar a luz y el posterior fallecimiento del príncipe Miguel, hijo de ésta y futuro heredero el 20 de julio de 1500, hicieron que la sucesión recayera en Juana. Estas cuatro muertes inesperadas convirtieron a Juana en la heredera al trono de las Españas. A partir de este momento, los archiduques Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, futuros príncipes de Asturias, tuvieron que viajar a España para ser reconocidos oficialmente como herederos de la Corona.

Todavía antes de este viaje, el 27 de julio de 1501, Juana dio a luz una tercera hija: Isabel. En octubre, se pusieron en camino para realizar un largo viaje terrestre hacia España acompañados por un gran cortejo que atravesó Francia, donde fueron recibidos por el rey Luis XII con gran magnificencia. Juana llevaba 5 años casada. Desde que contrajo matrimonio en 1496 hasta 1501 ha presentado síntomas depresivos, probables síntomas maníacos (si consideramos la conducta de los primeros meses de matrimonio como un posible episodio maníaco) y celos desproporcionados. Además, ha dado a luz tres hijos sanos. También ha dado muestras de tener firmeza de carácter y de saber perfectamente quién era y qué derechos tenía. Lo demostró con su rotunda negativa a aceptar una posible alianza matrimonial entre Carlos, su hijo, y Claudia, hija de Luis XII. Juana consciente de la enemistad de Francia hacia sus padres, no retrocedió a pesar de que con ello se enfrentó a uno de los más graves conflictos entre ella y su marido (2). Tampoco aceptó durante los festejos que Luis XII celebró en su honor a su paso por Francia, recibir de la reina de Francia unas monedas de oro, gesto simbólico que indicaba que el rey - en este caso Luis XII-, señalaba su protección hacia su vasallo. Felipe el Hermoso, en cambio, aceptó inmediatamente las monedas que le ofreció el monarca francés, pues quería ganarse su voluntad y convertirlo en su aliado. Ella, como ha señalado Fernández Álvarez, no debía homenaje alguno a la corona de Francia.

¡Ella es Juana de Castilla, la heredera del trono de las Españas! (2, 4). Este episodio demuestra que los síntomas depresivos y celos desproporcionados por su marido no le impiden manifestar su independencia y voluntad ante hechos que son de importancia de Estado. Sus funciones intelectuales están intactas, no existe aún deterioro mental, sabe comportarse como quien es y enjuiciar adecuadamente una determinada situación. En enero de 1502, Juana y Felipe entraron en España por Fuenterrabía y después de un recorrido por varios pueblos y ciudades llegaron a Madrid el 25 de marzo, viernes santo. Durante este viaje el estado de ánimo de Juana fue normal. Fue Felipe, por el contrario, quien cayó enfermo, por lo que el rey Fernando, saltándose el protocolo, no dudó en visitarlo. Juana, al ver llegar a su padre, lo recibió con grandes muestras de afecto: "Al encuentro del Rey, al bajar del caballo fue la Archiduquesa, su hija, 'y le abrazó y besó y le hizo la mejor acogida que pudo, y le llevó de la mano al cuarto del Archiduque'". Después actuó de intérprete durante la larga conversación entre su marido y su padre, pues había aprendido a hablar francés perfectamente durante su estancia en Bruselas (2). Gráfico El 27 de mayo de 1502, tuvo lugar en Toledo, la ceremonia en la que los grandes del reino, prelados y procuradores reconocieron a Juana como Princesa de Asturias y heredera de los reinos de la Corona de Castilla. Juana volvió a quedar embarazada, esta vez de su cuarto hijo, Fernando, quien nació el 10 de marzo de 1503.

Felipe había regresado a los Países Bajos el mismo años de 1502 sin esperar al nacimiento de su hijo. Para Pfandl, el trastorno psiquiátrico empezó justamente en este momento. Juana tenía aproximadamente 23 años y por lo avanzado de su embarazo, no le recomendaron el regreso a Bruselas con Felipe. En contra de su voluntad, tuvo que quedarse en España y empezó a sufrir nuevamente episodios depresivos. Síntomas que se manifestaron antes del parto, por lo que no se trataba de una depresión post-parto, sino de un nuevo episodio depresivo. Volvieron los síntomas de apatía, tristeza, pérdida o disminución de los impulsos acompañados, en algunas ocasiones, de gritos o lamentos por sí misma, pasando del ayuno a comer en exceso y con la mirada perdida en el infinito (5). Juana no pudo regresar a Flandes hasta marzo de 1504. Durante el tiempo que tuvo que permanecer en España se deprimió aún más y su estado fue descrito por los cronistas de la época y los médicos que la atendían en pocas palabras: "ella solamente se lamentaba y lloraba todo el día". Las descripciones de César Silió Cortés y Pedro Mártir de Anglería (2) no dejan lugar a dudas sobre el estado de Juana con síntomas claramente depresivos. De ninguno de estos párrafos podemos inferir que Juana presentase un episodio catatónico propio de una esquizofrenia catatónica. Cuando el cronista habla de "estar transportada", puede tratarse de una actitud de ensimismamiento que es posible observar, tanto en pacientes con depresión severa, como en algunos pacientes esquizofrénicos que muestran una actitud autista y de aislamiento social.

Es importante tener en cuenta que las depresiones profundas pueden cursar con síntomas psicóticos, en cuyo caso el contenido delirante suele ser congruente con el estado de ánimo. Igualmente, los pacientes con depresión severa grave, tienden a dejar de alimentarse, llegando incluso a presentar síntomas de desnutrición extrema lo que constituye una emergencia médica. La negativa a alimentarse no es un síntoma que se observe de modo exclusivo en la esquizofrenia. Uno de los cronistas dejó escrito: "duerme mal, come poco y a veces nada, está muy triste y bien flaca. Algunas veces no quiere hablar; de manera que así en esto como en algunas obras que muestra estar transportada, su enfermedad va muy adelante". Otro cronista refiere: "Solicita solo por su marido, vive sumida en la desesperación, con el ceño fruncido, meditabunda día y noche, sin proferir palabra, y si alguna vez lo hace, acosada a preguntas, es siempre en forma molesta". Según el dictamen de los doctores Soto y Gutiérrez de Toledo: "La disposición de la Señora Princesa es tal que no sólamente a quien tanto la quiere debe dar mucha pena, mas a cualquiera, aunque fuesen extraños"... (2,6).

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