La Córdoba Califal

Antiguo poblamiento prerromano, Corduba fue conquistada por los romanos hacia el año 206 a.C., si bien no será sino hasta el año 196 a.C. cuando el pretor Claudio Marcelo comience a edificarla, al estilo de Roma, convirtiéndose pronto en la sede oficiosa del gobierno de la provincia Hispania Ulterior. Es el periodo romano el primer gran momento de esplendor de Córdoba.

A la caída del Imperio romano los vándalos arrasan Córdoba. Serán los visigodos quienes finalmente se instalen en la ciudad, siendo bajo su monarca Recaredo cuando se construye la basílica de San Vicente, en el mismo sitio en el que más adelante se levantará la Gran Mezquita.

Tras el periodo romano y el paréntesis visigodo, la Córdoba omeya se convierte, de la mano principalmente de Abd al-Rahman III, en una de las ciudades más cultas y bellas del Oriente y el Occidente. Su Gran Mezquita, la ciudad califal de Madinat al-Zahra, sus jardines y callejuelas,... atraen a poetas, historiadores, filósofos y científicos, con nombres como los de Averroes y Maimónides.

Nos disponemos a efectuar un recorrido veteado de observaciones, que trataré de amenizar y personalizar como el relato de un guía que acompaña, en una visita de lluviosa primavera, de las que casi no quedan, a otra dama que, por vez primera, entra en una antigua mezquita.

Una vez dentro de la Mezquita creo que el desconcierto es la sensación que domina al visitante primerizo, pues ante tus ojos aparece un desfile de columnas y arcos, perspectivas en todas las direcciones del espacio, tenues luces cenitales y ventanas altas sobre un fondo de bóvedas de yeso, en cuyas claves se alojan lámparas.

Cuando aún no había cumplido los veintiséis años, Abd al-Rahman se apoderó de Córdoba, donde fue proclamado emir de todo Al-Andalus. Veinte años después restauró el alcázar para su propio uso y en el 785 se dedicó a la construcción de la mezquita durante bastantes años, pues el edificio, pese a ser inaugurado antes de su muerte, el 30 de septiembre del año 788, no se concluyó hasta unos años después.

La primera edificación tenía planta casi cuadrada, con 79,2 metros de este a oeste y 78,88 de norte a sur, repartidos éstos entre el sahn y el liwan, que estaba articulado en once naves perpendiculares a la qibla, a las que se entraba por otros tantos arcos abiertos en el muro de fachada del patio, a nuestra espalda.

La genialidad de la mezquita vino por la solución de las arquerías, sin parangón en Oriente ni en Occidente. A Abd al-Rahman no le dio tiempo de acabar la obra, por lo que su sucesor, Hisam completó el edificio con varios elementos: una galería, un sencillo alminar y un ámbito añadido a la fachada de levante.

La impresión de romanidad, los ecos bizantinos e incluso lo árabe se disipan, por simbiosis primero y fusión después, al entrar en ese pórtico que llamamos capilla de Villaviciosa. Esta ampliación es, más que una prolongación de la misma profundidad de la aljama del siglo VIII, una nueva mezquita, de las que las fases anteriores y posterior son sólo como unas extensiones simplificadas.

Las formas octogonales de las tres cúpulas de la maqsura nos remiten al más antiguo de los edificios musulmanes conservados, la Cúpula de la Roca. Hacia 1492, el obispo Manrique de Lara fue el promotor de la construcción de la catedral, convirtiendo así el lado occidental de la Capilla de Villaviciosa en el presbiterio.

En 1523 se decidió el derribo de una parte sustancial de la ampliación de Abd al-Rahman y su prolongación hacia el este, todo ello bajo el proyecto de Hernán (Rodríguez) Ruiz. Además de cinco ámbitos musulmanes claramente diferenciados, lucía numerosos añadidos y refuerzos cristianos.

La uniformidad del edificio musulmán en el año 1000 queda un tanto maltrecha si analizamos esta última ampliación de Almanzor, cuya única novedad es que desaparecen los ladrillos de los arcos para ser sustituidos por piedras pintadas que los imitan.

El gran campanario que se nos muestra en el lado norte del patio, aunque en su aspecto exterior sea obra iniciada en 1593 por el tercero de los Hernán Ruiz que trabajaron en el edificio, es una obra musulmana y anterior a la ampliación de Almanzor. Éste oculta el alminar que se construyó en época del primer califa cordobés, Abd al-Rahman al-Nasir.

El esplendor político y cultural que vivió al-Andalus durante el prodigioso siglo del Califato de Córdoba tiene, sin duda, su referente más importante en la ciudad de Madinat al-Zahra, erigida como la materialización urbana del triunfo y consolidación del Estado islámico en la Península.

La toma de la ciudad por parte de Fernando III de Castilla acaba con la etapa musulmana de Córdoba. La cristianización de la ciudad hace que las mezquitas sean sustituidas por iglesias, acudiendo numerosos señores castellanos a ocupar los palacios que ahora se construyen.

Si las etapas romana y omeya sitúan a Córdoba a la cabeza del mundo cultural en Oriente y Occidente, con el inicio de la Edad Moderna la ciudad se sume en la depresión y la decadencia, perdiendo población y manteniéndose alejada de los centros de decisión.