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Datos principales


Desarrollo


Entre tanto, en el campo católico se actuaba con energía y diligencia. Cuando la noticia del desembarco holandés llegó al Archiduque, que se hallaba en Gante, despachó mensajeros "con muchas promesas" a los tercios amotinados en las ciudades de Fienst y Thionville. Tras ver aceptadas sus condiciones -recibir las soldadas después de la batalla, ser mandados por sus electos u oficiales elegidos por ellos y combatir en primera línea- los soldados se sometieron al nuevo soberano de Flandes. Su ejemplo cundió en otras guarniciones amotinadas y, el 29 de junio, los Archiduques pudieron pasar revista en Gante a casi 10.000 infantes y 1.500 caballos. Cuentan que la Archiduquesa -la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II- a imitación de su antepasada la reina Isabel la Católica, montada en un brioso corcel recorrió las filas de los tercios arengando a los soldados y exhortándoles a luchar por España, asegurándoles que en el caso de que faltara dinero estaría dispuesta a vender todas sus joyas y aún la plata de que se servía. Y con esta buena disposición el Archiduque, que actuaba como comandante en jefe, partió en busca del enemigo. Los infantes contaban con experimentados maestres de campo, como el francés Villars y los españoles Gaspar de Zapena y Juan de Ávalos. Mandaba la caballería Francisco de Mendoza, a quien los holandeses por sus anteriores campañas llamaban "el terror de la Cristiandad"; la literatura neerlandesa lo describe como "un hombre pequeño peinado con largos rizos negros, una gran nariz encorvada y desmesurados ojos de siniestra mirada".

El mariscal general de campo era Federico van der Berg, pariente de Mauricio de Nassau, pero leal a España. El primero de julio, el archiduque Alberto reconquistó Oudenburg y pronto llegó a Mauricio de Nassau, ocupado en el asedio de Nieuport, la noticia de la inesperada reacción hispana. En esas circunstancias, optó por enviar contra el Archiduque a 2.000 escoceses y holandeses, cuatro escuadrones de caballería y dos piezas de artillería, al mando de Ernesto de Nassau. Su propósito era que el sacrificio de esas tropas retrasara la marcha de los tercios y diera tiempo al resto del ejército para aprestarse adecuadamente. Y efectivamente, a las 8,00 de la mañana del 2 de julio, la limitada fuerza de Ernesto de Nassau topó en Laffingen -a dos kilómetros de Nieuport- con la vanguardia del Archiduque. Ante el ímpetu de los tercios, "escoceses, holandeses y valones, poseídos por el demonio de la cobardía, huyeron como una jauría de cerdos. La mayoría de ellos pereció y los capitanes Stuart, Clay, Murray, Kilpatrick, Michael y Nesby murieron cuando intentaban evitar el pánico entre sus hombres". El Archiduque tomó al enemigo 30 banderas, sus cañones, y les causó más de 1.500 bajas mortales en menos de una hora de combate, Así concluyó, a las 9,00 de la mañana del 2 de julio de 1600 la primera parte de la batalla de Nieuport o de Las Dunas.

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