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Datos principales


Desarrollo


Una serie de hechos casuales hizo la fortuna política de Carlos: la muerte de su abuela, Isabel de Castilla (noviembre de 1504); de su padre, Felipe, llamado El Hermoso (septiembre de 1506) cuando ya era rey de Castilla por su matrimonio con Juana, hija de los Reyes Católicos; la presunta debilidad mental de su madre, que hizo que el ejercicio del poder político quedase en manos de su abuelo, Fernando de Aragón. Mientras tanto, en enero de 1515, en los Estados regidos por sus abuelos, Maximiliano de Austria y María de Borgoña, Carlos recibía el título de duque de Borgoña, que ponía bajo su soberanía los territorios borgoñones salvados de la derrota de Carlos el Temerario ante Francia (batalla de Nancy, en 1477). En enero de 1516, la muerte de su abuelo Fernando le convirtió en rey de Aragón, lo que permitía a su círculo íntimo organizar un verdadero golpe de Estado que proclamaba a Carlos no sólo como legítimo monarca aragonés, sino también como rey de Castilla, salvando las apariencias constitucionales con el añadido de una fórmula que parecía preservar los derechos, nunca abolidos, de su madre la reina Juana ("juntamente con la católica reina, mi señora"), aunque este reconocimiento fue siempre nominal hasta que la muerte, bien tardía, de La Loca (abril de 1555) permitió acallar cualquier escrúpulo de tipo constitucional. Finalmente, la muerte de su abuelo Maximiliano (1519) le puso en posesión de los Estados patrimoniales de Austria, más el territorio del llamado condado libre de Borgoña (conocido corrientemente como Franco Condado) con sus dependencias, así como los derechos a la corona imperial reclamados y obtenidos tras la elección, que fue celebrada en Francfort el 28 de junio de 1519.

Las distintas piezas recibidas de sus cuatro abuelos (Países Bajos, Aragón, Castilla y Austria) encubrían no sólo realidades muy diferentes entre sí, sino muy complejas en su propio interior. Los Países Bajos, oficialmente unidos bajo el título de ducado de Borgoña -título engañoso, usado como arma reivindicativa del territorio de Borgoña, ocupado por Francia, y que por tanto induce a confusión-, eran en realidad un conjunto de Estados muy diversos con vínculos muy laxos entre sí, aunque en general se reconocía su unidad como el "País de Aquende" (le Pays de Deçá), por oposición al "País de Allende", o sea la Borgoña incorporada a Francia después de 1477 con capitalidad en Dijon, insistente e inútilmente reclamada por Carlos V a Francisco I, hasta la definitiva renuncia del Emperador por el tratado de Cambrai (1529). Los Países Bajos, compuestos por 17 Provincias, constituían un Estado tan abigarrado y con unos nexos tan inestables que obligaron a Carlos V a un particular esfuerzo político, dirigido a dar mayor cohesión al conjunto. Esta intención se manifestó en la creación de un órgano de gobierno central, instalado finalmente en Bruselas y encarnado en dos parientes del soberano, Margarita de Austria (1518-1530) y María de Hungría (1531-1555), así como en la institución de otros órganos comunes a todos los territorios, los Consejos Privados, de Estado y de Hacienda. Finalmente, la inserción de las 17 Provincias en el círculo imperial (Reichskreiss) de Borgoña (de nuevo, el viejo término) pareció conferir una definitiva coherencia al conjunto de los Estados, aunque ésta revelaría bien pronto su fragilidad como demostró la secesión de las siete Provincias del Norte (Holanda, Zelanda, Utrecht, Overijsel, Frisia, Groningen y Güeldres septentrional) bajo el reinado de Felipe II, que había recibido la soberanía de la totalidad de los territorios en 1554 con motivo de su boda con María Tudor, reina de Inglaterra.

Carlos recibió también de su abuela paterna otro territorio, el Franco Condado, junto con sus dependencias, concretamente el condado de Charolais, un territorio hundido en el interior de Francia, que fue regido desde la capital del Franco Condado, como un bailiazgo administrado por un teniente de gobernador. Al final de sus días, Carlos prefirió desligar al Franco Condado de sus vínculos con el círculo imperial de Borgoña y transfirió la soberanía del territorio a Felipe II, de tal modo que a partir de entonces quedó incorporado de modo permanente a la Monarquía Hispánica. Su abuelo paterno, el emperador Maximiliano, le legó, en primer lugar, el conjunto del archiducado de Austria, el solar de la dinastía de los Habsburgos, compuesto por los siete territorios de la Alta Austria, Baja Austria, Estiria, Carintia, Carniola, Tirol y Vorarlberg. También un conjunto falto de homogeneidad, que sería en el futuro incluso objeto de sucesivas divisiones entre diversos miembros de la familia, aunque en este caso, pese a la responsabilidad que siempre aceptó sobre los mismos -patente en su defensa de Viena ante el avance turco en 1529-, Carlos cedió su soberanía en favor de su hermano menor Fernando, mediante el Tratado de Worms de 1521 y las Convenciones de Bruselas de 1522 -aquí junto con el ducado de Württemberg, cedido al Emperador en 1520 por la Liga de Suabia-, de tal modo que esta pieza de la herencia Carolina dejó de estar bajo su autoridad a los pocos años de la elección imperial.

Sólo algún tiempo después de esta decisión, Fernando, el nuevo titular de Austria, vio elevarse su posición como consecuencia de la adquisición de los dos reinos de Bohemia y Hungría -esta última, bien es verdad reducida al área denominada la Hungría real, el tercio occidental del territorio-, tras la muerte de Luis II en la batalla de Mohacs frente a las tropas de Solimán el Magnífico (1526). También como nieto de Maximiliano, Carlos pudo defender sus derechos a la corona imperial con los resultados positivos bien conocidos. Naturalmente, el Imperio trajo aparejada una serie de responsabilidades, que obligaron a Carlos a una presencia asidua en los territorios alemanes y a la adopción de una serie de decisiones de gran trascendencia, especialmente en lo relativo a la cuestión protestante, como atestiguan los hechos acaecidos en las Dietas de Worms de 1521 o de Augsburgo de 1530, la batalla de Mühlberg de 1547 o la firma de la paz religiosa de 1555, también en Augsburgo. En el marco alemán, además, Carlos, siguiendo la senda trazada por su abuelo, trató de encontrar una fórmula constitucional que permitiera una cohesión del conjunto de los Estados -más allá de los actos puntuales de las Dietas, las elecciones imperiales y los recursos sustanciados ante el tribunal imperial-, pero en este sentido todos sus esfuerzos se vieron condenados al más absoluto fracaso. A su muerte, los asuntos de Alemania quedarían bajo la exclusiva responsabilidad de los Habsburgos de Austria.

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