Mercenarios al servicio de Roma

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Datos principales


Rango

Julio César

Desarrollo


Aunque Roma había empleado auxiliares itálicos desde hacía mucho, la primera vez que reclutó mercenarios fue precisamente en Hispania, en el año 213 a.C., cuando los generales romanos necesitaron tropas más flexibles que los pesados legionarios para las duras campañas peninsulares. El acontecimiento fue lo suficientemente notable como para que Tito Livio le dedicara un párrafo aparte. Desde entonces, creció el empleo por Roma de los pueblos del interior peninsular como auxiliares de las legiones, primero contra los cartagineses, luego contra otras poblaciones hispanas. Siglo y medio después, en época de Sertorio y de César, serían elementos importantes de la táctica romana. Su participación en las guerras sociales y civiles del final de la República está documentada por fuentes tan interesantes como el famoso Bronce de Asculum, epígrafe que en el año 89 a.C. certifica la concesión de la ciudadanía romana, por su valor en el servicio, a una unidad de caballería (turma) formada por una treintena de jinetes hispanos. Pese a lo que dicen las a menudo sesgadas fuentes latinas, los mercenarios peninsulares fueron fieles a sus empleadores mientras éstos cumplieran su parte del contrato y resultaron tropas muy eficaces, tanto como infantería pesada en la línea de batalla, como en unidades auxiliares de infantería ligera y caballería. Servían, por lo general, largo tiempo, aislados en campamentos segregados, y sólo sus jefes tenían oportunidad de aprender griego o fenicio, como recuerda Polibio, de modo que difícilmente pueden ser considerados genéricamente como agentes de una supuesta helenización de la cultura ibérica. Duros, leales y a menudo brutales, estos bárbaros estaban en su mayoría condenados a largos períodos de servicio con paga escasa, y sólo unos pocos afortunados llegarían a regresar al hogar de sus padres o a disfrutar de un bien ganado huerto en Sicilia. Sólo desde el s. I a.C., ya en plena época romana, podrán los auxiliares hispanos ser considerados como elementos activos en el cambio cultural que supone la Romanización.

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