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Japón

Desarrollo


El sintoísmo es la religión autóctona del Japón. Esta creencia recibe el nombre de "Camino de los dioses (o espíritus)", expresado tanto mediante la frase vernácula Kami no Michi como por el sinónimo shinto, variación japonesa de las palabras chinas shen (espíritu) y dao (camino). Ambas expresiones se escriben con los caracteres chinos para shen y dao. La palabra shinto (sintoísmo) ha sido la expresión mas corriente desde el resurgimiento de esta religión en los siglos XVIII y XIX. Los orígenes de esta religión se remontan a la prehistoria japonesa, aunque no está claro si la cultura Jomón (entre 11000 y 300 a.C.) poseía un sistema de creencias basado en la reverencia hacia kami, al menos de forma parecida a la actual. Con la llegada de la cultura Yayoi (entre 300 a.C. y 300 d.C.) sí que aparecen ya elementos iconográficos claramente sintoístas. El concepto sintoísta más antiguo y fundamental es el de kami (espíritu, ser divino, dios o diosa). Antes de la llegada del budismo en el siglo VI, el sintoísmo carecía de representaciones artísticas o literarias de sus variados mitos y creencias, de modo que no contaba con un panteón definido. Los kami eran innumerables y ubicuos, ya que cualquier persona -viva o muerta-, lugar u objeto de cualidades numinosas o trascendentales podían llegar a ser considerados como tales. Distintas influencias irían contribuyendo al desarrollo de un panteón Shinto; el budismo Mahayana, por ejemplo, ofrecía con su ordenación del cosmos, un rico modelo de representación literaria y artística.

La ideología política presente en los poemas épicos Kojiki y Nikonshoki sugiere una clasificación de los kami Shinto tendente a establecer un nexo directo entre la Diosa del Sol y los gobernantes Yamato. Por lo demás, la erección de santuarios por parte de la casa imperial y la nobleza también contribuiría al enriquecimiento del incipiente panteón. Según consta en el Kojiki, existían más de ocho millones de kami, lo que en japonés equivale a decir que su número es infinito. Éstos incluyen innumerables deidades tutelares vagamente definidas procedentes de clanes, aldeas y barrios (ujigami), "espíritus de lugar" (montañas, ríos, cascadas, etc.) y otros fenómenos naturales, como el kamikaze, el tifón que salvó a Japón de una invasión mongol por mar en el siglo XIIII. Algunos kami son oni, espíritus demoníacos y vengativos, mientras que otros son una mezcla de deidades benignas, importadas por el budismo y el taoísmo. Los espíritus de los ancestros son otra categoría importante de kami. Para los creyentes, tras la muerte el alma de las personas se convierte en kami, por lo que los espíritus de los antepasados es venerado en santuarios domésticos. Algunos kami ancestrales, como los espíritus del emperador Meiji y otros gobernantes, pueden convertirse en el foco de cultos más extendidos. Así, el santuario Meiji es el centro sintóista mas importante de Tokio. También los kami de todos los muertos de guerra de Japón desde 1872 son venerados en el santuario de Yasukuni de Tokio. Los kami más conocidos son dioses y diosas antropomórficos, como los kami celestiales (amatsukami), entre ellos la muy venerada diosa del Sol Amaterasu; y los kami terrenales (kunitsukami), entre los que destaca el popular Okuninushi, dios guardián del Japón y de sus emperadores. Éste es venerado en el santuario de Izumo Taisah, el segundo más importante del Japón después del de Amaterasu, en Ise. Otros kami destacados son Inari, dios del arroz, o los "siete dioses de la suerte", que encarnan distintas características deseables.

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