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Rango

África

Desarrollo


A finales del VI milenio a.C., se presentan claramente caracterizadas diversas instalaciones agrícolas, sobre todo chozas de palma y junco en el Bajo y Alto Egipto. En el primero y en los hábitats de El Fayum -fechados mediante el C-14 entre 4441-3860 a.C.- se han encontrado silos subterráneos forrados de cestería, utilizados para la conservación de distintos cereales, así como huesos de animales domésticos, bóvidos y cápridos. Tales vestigios abarcan en el Merimdé -aldea cuyos inicios se han datado hacia el 4.300 a.C.- unos 180.000 metros cuadrados de superficie. A su vez en el Alto Egipto, donde se dispone asimismo de múltiples vestigios -aunque son escasos los datados mediante el C-14-, los arqueólogos han desvelado tres horizontes culturales sucesivos: Badari, El Amrha (Nagada I) y Gerzeh (Nagada II), conocidos como Badariense, Amratiense y Nagadiense. El Badariense viene a ser más o menos contemporáneo del Fayum A y de Merimdé. Por otra parte, es evidente que en otros hábitats tanto la caza como la pesca jugaron un papel decisivo en la economía, compartido con el cultivo de ciertas plantas -gramíneas- como el trigo. Se ha podido comprobar asimismo que Nagada I y II (3794-2270 a.C., según dataciones mediante C-14) llegaron incluso a utilizar la irrigación intensiva. A finales del Gerzense (3400-3200 a.C.) empiezan a configurarse tanto en el delta como en el resto de la cuenca del Nilo, los dos reinos competitivos del Alto y Bajo Egipto que dan vida al llamado Egipto Predinástico.

Ambos reinos conocieron su unificación hacia el 3200 a.C., merced al esfuerzo de un rey del Alto Egipto que en uno de sus nombres se llamó Menes, y que los egiptólogos identifican con Horus Aha, de la Primera Dinastía. Egipto conoce ya plenamente el Eneolítico, es decir, la utilización metalúrgica del cobre, que muy posiblemente llegó al valle del Nilo, y en consecuencia al continente africano, a través de la península de Sinaí desde el Creciente Fértil. Parece, en efecto, poco probable la invención independiente de la metalurgia en Egipto, por falta de recursos o incentivos, aun cuando sabemos de técnicas afines como las utilizadas ya por los badarienses para la obtención de un subproducto de la calcinación de fragmentos de azurita (carbonato de cobre azul) y de malaquita (carbonato de cobre verde). Tempranamente aprendieron su utilización para preservar sus ojos de la reverberación solar. Esta se obtenía fundiendo uno u otro carbonato sobre las piedras del hogar mediante carbón de madera. El esmalte logrado fue utilizado asimismo para decorar perlas de esteatita. No es de extrañar que en este ambiente se difundiera muy pronto el uso del cobre nativo, aunque limitado a pequeños objetos obtenidos mediante la técnica de martillado, que precede a otras, posiblemente importado desde Anatolia. Estas hicieron realidad el conocimiento del bronce en todo el Creciente Fértil a la vez que de un extremo a otro del Mediterráneo, y la transmisión al África de unas operaciones de fabricación que en un principio requerían concretos comportamientos rituales.

Es posible que junto a tales conocimientos se presente el Megalitismo en sus primeras manifestaciones, que pronto se difunde por numerosas regiones africanas, cuando ya desde el Asia occidental empiezan a llegar los primeros barruntos del hierro, que los asirios importarán a Egipto, de donde llega remontando el Nilo a Meroe. Desde aquí se expande al resto del continente africano, a la vez que el conocimiento de su metalurgia. No se descarta que el hierro pudiera llegar al Sahara llevado por nómadas, o incluso que fuese reinventada localmente. Los primeros africanos que al parecer utilizaron la metalurgia al sur del Sahara fueron melanodermos artífices de la cultura nigeriana de Nok, que se manifestó entre 500-200 d.C. La Nok Figurine Culture fue desvelada en 1943, a raíz de reanudarse la explotación de una vieja mina de estaño y dio ocasión, al arqueólogo inglés B. Fagg, de identificar un particular complejo cultural que se manifestaba a lo largo de unos 500 kilómetros de este a oeste y 300 kilómetros de norte a sur durante el último período pluvial, y que se caracterizó por un extraordinario arte en terracota, a la vez naturalista y dinámico, del que se encontrarán notables muestras en Jemaa, Wamba y Nok, que habrá de desarrollarse en el seno del ámbito nigeriano sin aparente influencia exterior, en un entorno en el que conviven agricultores y cazadores que practican el culto a los antepasados, que hacen gala de un realismo figurativo que no volverá a manifestarse hasta la emergencia, milenio y medio después, del arte de Ife, Benin.

Por otra parte, la metalurgia del hierro aparece en los primeros siglos de nuestra Era asociada a cerámicas de base ahuecada utilizada en Kenya, Ruanda, Uganda y Tanzania, así como vasos de decoración en estrías que se presentan en Zambia y en la actual República de Zimbawe. En África del sur, los primeros usuarios del hierro datan del siglo IX o X. Aquí agricultura y metalurgia parece que llegaron coetáneamente y, muy posiblemente, su conocimiento permitió la fabricación de aperos agrícolas que impusieron la agricultura como género de vida sobre la caza y la recolección. No obstante, los cazadores-recolectores seguirán viviendo junto a los agricultores hasta épocas ya históricas, caracterizándose por su dominio del llamado arte rupestre.

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