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Datos principales


Desarrollo


La historia de Grecia en el siglo V a.C., la época clásica, está definida por la relación de Atenas con las demás ciudades de su entorno. En los primeros veinte años de esta centuria se librarán las famosas Guerras Médicas, en las que Atenas tendrá un papel crucial. La revuelta de los jonios contra los persas motivará la solicitud de ayuda a las demás polis griegas. La revuelta fue aniquilada por Darío quien establecía la autoridad perdida. Para asegurar el dominio de Tracia y Macedonia, un fuerte ejército y la flota persa al mando de Mardonio se dispuso a ocupar la mayor parte de la península griega. La reacción de los griegos fue positiva ya que los atenienses derrotaron a sus enemigos en la batalla de Maratón (septiembre de 490 a.C.). Será Jerjes algunos años más tarde quien recupere el plan de invasión. Tras un primer éxito en las Termópilas, los persas cosecharán tres rotundos fracasos en las batallas de Salamina, Platea y Mícala. Durante treinta años los griegos disfrutaron de paz, saliendo beneficiada del conflicto Atenas, quien pondría en marcha su imperio. La década de los noventa fue en Atenas escenario de conflictos, donde la herencia de los tiranos y las tendencias renovadoras de la democracia se encuentran involucradas con los efectos de la presencia persa en el Egeo. Temístocles fue elegido arconte en el año 493 pero será Milcíades el verdadero héroe de Maratón.

La posibilidad de alzarse como tirano o la actitud favorable a los persas motivará numerosas condenas al ostracismo en Atenas durante la década transcurrida entre las batallas de Maratón y Salamina. En el año 487 se reformaría el sistema para que los arcontes fueran designados por sorteo entre quinientos candidatos elegidos en los demoi, lo que suponía que la institución quedaba neutralizada políticamente. Por contra, la influencia de los estrategas aumenta, pasando a tener funciones financieras y administrativas. En estos años se aprueba la política propuesta por Temístocles de dedicar los principales esfuerzos públicos a la construcción de doscientas naves. Paralelamente, los atenienses descubrieron un nuevo filón metalífero en Maronea, en las minas de Laurio. Temístocles consiguió sacar adelante una propuesta por la cual la ganancia había de emplearse en la flota y utilizarse masivamente con la intervención de los ricos, que realizaban así su función litúrgica con dinero público en beneficio público. La nueva guerra contra los persas (480-479 a.C.) va a permitir la superación de los enfrentamientos sociales en Atenas y favorecer la solidaridad. También se impulsa la ideología de la unidad, aunque los atenienses no estén exentos de tensiones internas. En el mes de agosto de 480 los persas invaden y devastan las regiones del Ática y Beocia. Temistocles ordena la evacuación de Atenas, transportándose la población a las islas cercanas.

La ciudad es saqueada y la Acrópolis destruida. Cuando los atenienses regresaron victoriosos, casi dos años más tarde, se encontraron la ciudad, su santuario y el campo totalmente arrasados. Tras la victoria contra los persas, Temístocles parece especialmente preocupado por la posibilidad de que Esparta recupere la hegemonía griega. En ese marco hay que situar sus esfuerzos para la reconstrucción de los muros de Atenas, a la que se oponían los espartanos, que seguían proponiendo situar toda la defensa griega en el Peloponeso. Atenas pasa a convertirse en la primera potencia helénica, como líder de la Liga Délica, organización creada por Atenas y las ciudades jonias para defenderse del peligro persa. En el año 470 a.C. Temistocles es condenado al ostracismo, ocupando su puesto Cimón, hijo de Milciades. Entre sus objetivos está continuar la guerra contra los persas, consiguiendo dos victorias fundamentales en el Eurimedonte sobre el ejército y la escuadra persas. El poder alcanzado por Atenas aumenta la actitud hostil en Esparta, pero por diversas causas, los espartanos se ven obligados a solicitar la ayuda ateniense. Cimón ve con buenos ojos la colaboración con la potencia enemiga, pero su política filoespartana provocará su exilio en 461. Atenas se retira de la Liga Délica, estableciendo ahora tratados bilaterales con los diversos enemigos de Esparta. El partido popular dirigido por Efialtes y Pericles se hace con el poder, lo que implica la profundización en la democracia.

Entre las primeras medidas de los líderes populares está la limitación de las competencias del aerópago, el consejo dirigido por la aristocracia, ocupándose casi exclusivamente de la resolución de los homicidios y la supervisión de asuntos religiosos. Pero su gran logro es el aumento de las competencias de la Bulê, de la Asamblea Popular y del tribunal popular de los heliastas. De esta manera, las decisiones políticas serán tomadas por la ciudadanía. Estas reformas provocarán el rechazo de los conservadores, llegando incluso a acabar con la vida de Efialtes. Pericles no se amedrenta ante el asesinato de su compañero y continúa con la política reformista, remunerando a los miembros de la Bulê y del tribunal popular, implicando que cualquier ciudadano pudiera ocupar un cargo público, independientemente de su posición económica. Otra de las medidas reformistas será la inclusión de los miembros de la tercera clase en el Arcontado. En resumen, las medidas de Pericles están orientadas a pasar la responsabilidad política de la nobleza al pueblo, sin olvidar que en esa masa popular no están integrados ni extranjeros ni esclavos. En lo que a la política exterior se refiere, Atenas continúa su "cruzada" contra Esparta, aliándose con Argos y con Megara, con lo que asegura su influencia en el golfo de Corinto. La construcción de la Muralla Larga hace de Atenas la mayor fortaleza de la Hélade, abarcando todo el perímetro urbano y el puerto del Pireo.

El papel preponderante de Atenas provoca recelos entre sus vecinos, liderados por Esparta. El enfrentamiento entre ambos bandos tiene lugar en el año 457, sufriendo los atenienses una contundente derrota en Tanagra. Las tropas áticas conseguirán equilibrar la balanza a su favor al derrotar dos meses después a los espartanos en Enófita, anexionándose Lócrida, Fócida y Beocia para convertirse en la potencia hegemónica en la Grecia central. La economía ateniense se ve beneficiada de esta hegemonía y el Pireo se convierte en el primer puerto de la región. Los enemigos de Atenas, especialmente el Imperio Persa, no dudan en continuar hostigando a la nueva potencia helénica. La amenaza persa de invasión provoca que el tesoro de la Liga Délica sea trasladado a Atenas en el año 454, lo que motivaría las suspicacias de los aliados. Buen parte del tesoro sería utilizado para poner en marcha la construcción de un buen número de obras públicas y monumentos encabezados por el Partenón, joya de la Acrópolis ateniense a la que se accedía por los famosos Propileos. Las protestas surgidas por el traslado del tesoro entre los miembros de la Liga se reprimieron duramente. El desgaste sufrido por Atenas en estos años de lucha abierta contra Esparta y los persas llevará a la tregua de cinco años firmada con los espartanos por Cimón en 451, dos años antes de obtener la victoria en Salamina sobre los persas.

La firma de la Paz de Calias con estos últimos sellará la supremacía ateniense y el inicio del periodo imperial. En el año 448 Pericles convoca el Congreso de paz helénico en el que se busca la consolidación de la paz, la libertad de los mares, la paulatina introducción del sistema monetario ateniense y la reconstrucción de los santuarios destruidos por los persas en las guerras recientes. Esparta no admite la supremacía de su gran rival y boicotea este Congreso, al tiempo que apoya los alzamientos contra la potencia ateniense, derrocando al régimen democrático de Beocia e impulsando la secesión en Megara y Eubea. El momento más álgido de la presión espartana será la invasión del Ática por un ejército enemigo en 447, lo que obligará a Atenas a firmar dos años más tarde la Paz de los Treinta Años. Sería éste el momento en que se define circunstancialmente la aceptación de la doble hegemonía, territorial y marítima, que coexistirá, con explosiones violentas, a lo largo de los tiempos venideros. Todos reconocían que Atenas y Esparta tomaban las decisiones que afectaban al conjunto de los griegos. Pero la firma de este tratado no evitará uno de los más graves conflictos que vivirá Grecia en el siglo V a.C.: la Guerra del Peloponeso, considerada por algunos especialistas como el vehículo con el que Pericles quería recuperar su prestigio después de los momentos de tensión interna al ser reelegido demagogo y estratega en el año 443, lo que parecía convertirse en una tiranía encubierta, tal y como opina Tucídides: "Atenas sólo nominalmente es una democracia; en realidad es la monarquía de su primer ciudadano".

Por estas opiniones será condenado al ostracismo. La dependencia de las más de 400 polis miembros de la Liga Délica respecto a Atenas se pone de manifiesto en la instauración en cada una de ellas de instituciones democráticas. Pero las luchas en el seno de la Liga continúan y el consenso se rompe. En 440 se produce la secesión de Samos, de Licia y del distrito cario. La respuesta ateniense será inmediata, enviando una flota dirigida por Pericles que rendirá a los secesionistas. En los últimos treinta años del siglo V a.C. Atenas se verá envuelta en la mencionada Guerra del Peloponeso, conflicto bélico motivado por el miedo del resto de las polis a la expansión ateniense. La respuesta ante la agresión espartana será contundente, tal y como se pone de manifiesto en los planes de Pericles: evacuación de la población ática a la fortaleza ateniense, ataque a la región del Peloponeso con la escuadra, evitar un choque frontal con el ejército espartano en tierra debido a su manifiesta superioridad y sufragar los gastos militares con 6.000 talentos pagados por el tesoro público. En los primeros momentos, durante la llamada Guerra de Arquidamo, este rey espartano atacará el Ática por tierra mientras Pericles atacaba las costas del Peloponeso. El año 429 será crucial en el desarrollo de los acontecimientos ya que se declara la peste en Atenas, falleciendo un tercio de la población. Entre las víctimas está el propio Pericles, dejando un significativo vacío de poder.

Dos hombres se disputan la sucesión del liderazgo ateniense: Nicias y Cleón. El primero es partidario de la paz y el segundo un ferviente defensor de la guerra. Cleón se hace con el gobierno y el enfrentamiento continúa abierto, consiguiendo Atenas importantes triunfos, que hacen a Cleón rechazar la oferta de paz de Esparta. Pero los espartanos no tardan en organizar su ofensiva gracias a Brasidas, consiguiendo derrotar a los atenienses en el año 422 junto a Anfípolis. Al año siguiente se firma la paz entre Nicias y Plistoanacte, vista por las demás polis griegas como un reparto hegemónico entre Esparta y Atenas. Pero la paz fue efímera, ya que las hostilidades se mantienen cuando Argos ataca Epidauro y Esparta reacciona atacando la Argólide. En este contexto aparece Alcibiades, quien deseoso de derrotar a Esparta definitivamente, decide plantar batalla en el terreno que Atenas es superior a sus enemigos: el mar. La flota se dirigió hacia Sicilia donde Segesta había pedido socorro a Atenas. Nicias y Alcibiades dirigen la expedición, produciéndose desde el primer momento diversas tensiones y diferencias, manifestadas en los variados planteamientos realizados por los estrategos. Estas diferencias llevarán a la derrota al ejército ateniense en el año 413 a.C.: la flota en el puerto de Siracusa y las tropas de tierra junto al Asinaro. En Atenas se establecen medidas excepcionales tendentes a favorecer la oligarquía, a medias entre la tiranía y la democracia imperialista.

Entre esas medidas está la elección del llamado Consejo de los Cuatrocientos, al tiempo que la Asamblea Popular se restringe a los 5.000 ciudadanos propietarios. La reacción del ejército ateniense es contundente, sublevándose en Samos y reclamando a Alcibiades como líder popular. La oligarquía cae y Alcibiades es elegido estratega. Tras un decidido impulso democrático gracias a las victorias navales frente a Esparta, Atenas vive momentos de crisis. La derrota en Egospótamos ante la flota de Lisandro y los persas conducirán al establecimiento en Atenas de una tiranía dirigida por los Treinta y sustentada en la represión. Las condiciones impuestas por Esparta son muy duras: disolución de la Liga Délica, obligación de aportar tropas a Esparta, entrega de la escuadra, desmantelamiento de la Muralla Larga y reconocimiento de la hegemonía espartana. El rechazo a la dirección oligárquica de los Treinta Tiranos empieza a manifestarse entre los propios miembros de la clase y entre los defensores de la democracia. La restauración democrática vino de la mano de Trasibulo y sus colaboradores. La moderación se instaura con el arcontado de Euclides, pero las tensiones continúan en Atenas, como se pone de manifiesto en la condena de Sócrates en el año 399. En estas fechas, Atenas abandona la política imperialista y se abre un nuevo periodo en el que se fomenta la artesanía y la agricultura. Pero el conflicto entre las polis por la hegemonía no tarda en volver a aparecer.

En el año 395 estalla la Guerra de Corinto. Atenas, Corinto, Tebas y Argos reciben el apoyo persa para sacudirse la hegemonía espartana. Atenas intenta recuperar la Liga Délica, pero esta muestra de fuerza por parte de los atenienses provocará el entendimiento entre Esparta y el Imperio Persa, llegando las flotas de ambos estados a cerrar el Bósforo para evitar que Atenas sea abastecida con cereales procedentes del sur de Rusia. Paulatinamente Atenas recupera su imperio marítimo, favoreciendo la democracia en las ciudades de su entorno. Pero la recuperación económica y militar no impedirá el recrudecimiento de los conflictos sociales. Sin embargo, la firma de la Paz de Antálcidas entre Atenas y Esparta supondrá el mantenimiento de la hegemonía espartana. Las continuas agresiones espartanas provocarán el establecimiento de una nueva confederación -la Segunda Liga Délica- dirigida por Atenas y formada por Quíos, Rodas, Mitelene y Tebas. La paulatina decadencia de Esparta supondrá el nacimiento de una nueva potencia hegemónica en la Hélade: Tebas, dirigida por Epaminondas. La nueva potencia será bastante efímera ante la aparición de un nuevo Estado que pronto se hará con el poder en toda la península helénica: Macedonia, dirigida por Filipo II y posteriormente por Alejandro Magno. El nuevo expansionismo ateniense provocará el enfrentamiento con Macedonia. La secesión de algunas islas del Egeo supondrá que Filipo amplíe su zona de influencia provocando la conocida como guerra social, guerra que finaliza en 335 a.C. al mismo tiempo que el intento ateniense de crear un nuevo imperio. La expansión de Filipo por el norte del Egeo llegó a los estrechos, lo que suponía un obstáculo para el comercio de Atenas hacia el mar Negro. La rivalidad entre ambas potencias provocará el enfrentamiento en la batalla de Queronea, que se saldó con la victoria del rey de Macedonia. Mientras en Atenas se produce un claro enfrentamiento entre opositores y aliados de Filipo, éste es nombrado hegemón de los griegos (337 a.C.), controlando así toda Grecia. Los destinos de la Hélade serán dirigidos ahora por una sola persona: el gran Alejandro.

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