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Datos principales


Desarrollo


Los orígenes legendarios de la ciudad de Atenas están vinculados al primer rey del Ática, Cecrops, mítico personaje que se instaló en la zona, procedente de Egipto, junto a un puñado de fieles. Cecrops sería el responsable de la elección de Atenea como protectora de la ciudad, provocando la ira de Poseidón. En ese momento se celebró el célebre enfrentamiento entre los dos dioses para erigirse en protectores de la ciudad. Cada uno debía de proporcionar a los atenienses un bien que sería elegido por el pueblo. Atenea proporcionó el olivo y Poseidón hizo manar una fuente de agua salada en la Acrópolis, la parte más alta de la ciudad. Los atenienses, especialmente las mujeres, consideraron que el olivo era más beneficioso para Atenas, por lo que dieron a la diosa el papel de protectora, ratificando la decisión de su rey. Poseidón castigó a la ciudad enviando una inundación. Arqueológicamente, las primeras informaciones de habitación en la zona del Ática corresponden a los primeros años del III Milenio a.C., existiendo fortificaciones que indican su existencia como núcleo urbano desde el siglo XV a.C. La importancia de Atenas durante época micénica se pone de manifiesto en la presencia de esas poderosas murallas, que más tarde la tradición atribuiría a los cíclopes, seres legendarios de fuerza sobrenatural. Todavía hoy se conservan restos de las defensas del siglo XIII a.C. detrás del muro sur de los Propileos.

Desde estas fortificaciones de la Acrópolis fueron rechazadas por los jonios las invasiones de los diferentes pueblos, entre ellos los dorios, quienes dieron al traste con la civilización micénica en el siglo XII a.C. Durante ese período los atenienses vivían distribuidos en pequeñas polis dirigidas por sus respectivos reyes, con sus órganos de gobierno agrupados en torno a señores aristocráticos que concentraban en el oikos -unidad económica compuesta por sus familiares y grupos de personas que se encuentran con respecto a él en diversos grados de dependencia- la actividad económica. Pero frente a la competitividad se impone la solidaridad del sinecismo. Desde Teseo, los oikoi se unifican en un solo órgano político, con lo que desaparece la anterior función regia y se crea una nueva solidaridad que tiene su manifestación en la nueva polis, con una sola asamblea. El poder se ejerce por nueve arcontes, uno más destacado que da nombre al año, epónimo; otro que recibe el poder militar, polemarco, seguramente heredero del jefe del ejército regio; el tercero heredaría, como sacerdote, el título de basileus; finalmente, otros seis se encargan del establecimiento y custodia de las normas legales, thesmoi, los tesmótetas. Plutarco atribuye a Teseo la distribución de la población ateniense en tres partes, Eupátridas, Geómoros y Demiurgos. A los primeros les habría adjudicado las funciones políticas, legales y religiosas; los segundos destacarían en cambio por su utilidad, y los terceros sólo se caracterizarían por su masa.

El sinecismo sintetiza como proceso la creación de un sistema de gobierno aristocrático capaz de integrar no sólo a las poblaciones campesinas, sino también a los que desempeñan las funciones vinculadas a las nuevas características de la ciudad que como centro político tiende a convertirse igualmente en centro redistributivo de las rentas y creador de nuevas actividades secundarias en torno a la producción básica agrícola. En estas fechas crece la actividad marítima de Atenas, lo que facilita los contactos con otras ciudades y centros panhelénicos, llegando todo tipo de influencias, desde económicas, hasta culturales y políticas. Los aires de cambio político llegan de la mano de Cilón, que muy probablemente hacia el año 632 a.C. llevó a cabo un intento de instaurar la tiranía en Atenas. Miembro de la aristocracia, se había casado con la hija de Teágenes, el tirano de Mégara, e intentó impulsar la misma fórmula de gobierno en su ciudad. Cilón consultó al oráculo de Delfos y la Pitia -intérprete del oráculo- le aconsejó que ocupara la Acrópolis de Atenas el día de la fiesta mayor de Zeus. Los nueve arcontes organizaron el asedio que acabó con la huida de Cilón y la muerte de algunos de sus colaboradores, a pesar de haberse refugiado en lugar sagrado. El siguiente paso en la creación de una polis poderosa será la legislación de Dracón, fechada hacia el año 620 a.C. Lo más claro en sus contenidos se refiere a la estatalización de los juicios por delitos de sangre, con sus severas penas.

A pesar de esta legislación, las tensiones sociales agudizarán la crisis política. Por una parte, nos encontramos con el aumento de la población, lo que provoca el aumento de los desheredados en una zona repleta de tierras improductivas. La situación económica del campesinado también es desesperada, siendo sometido a servidumbre por sus acreedores. Por otro lado, el crecimiento de la riqueza de las clases medias gracias al comercio implica que se planteen reivindicaciones políticas a la nobleza dirigente. En el año 594 a.C. Solón actúa como mediador en los diferentes conflictos y lleva a cabo una intensa reforma legislativa. Solón mostró la ideología de la medida, al intentar colocarse en medio sin permitir que los ricos abusaran o que los pobres llegaran a ser como los ricos. La principal medida que impulsó fue la sisactía, la descarga de las deudas y obligaciones que pesaban sobre el campesinado. Paralelamente, la explotación del trabajo esclavo permite liberar de la presión al campesino de la ciudad y estructurar la comunidad. También se limitó el poder de la nobleza mediante la división de los ciudadanos en cuatro clases, al tiempo que se reestructuraron las instituciones y se realizó una importante transformación monetaria. A pesar de las reformas realizadas por Solón, las tensiones continúan, tensiones que serán aprovechadas por Pisístrato. Paulatinamente fue incrementando su guardia personal, dando un golpe de Estado al tomar la Acrópolis y convirtiéndose en un tirano.

Sus enemigos, entre los que contaban Megacles y Licurgo, reaccionaron y le expulsaron de la ciudad. Durante unos años Pisistrato estuvo viajando para aumentar su fortuna y sus partidarios, regresando a Atenas en 546 para recuperar el poder, ahora sin resistencia. Atenas vive su primer periodo de esplendor al favorecer el tirano al campesinado gracias a una intensa reforma agraria y poner en marcha un intenso programa de obras públicas, entre las que destaca la construcción del primer Partenón. La tiranía continuará en la persona de sus hijos Hipias e Hiparco, haciéndose cargo del gobierno de forma compartida. Sin embargo, la aristocracia inició una intensa política de reclamaciones, lo que provocó que los tiranos tuvieran que hacer concesiones. El asesinato de Hiparco en 514 a.C. -por Harmodio y Aristogiton- motivará la radicalización del gobierno de Hipias, aumentando la represión. Este cambio de actitud provocó la reacción popular y aristocrática. Hipias veía como el gobierno se el iba de las manos, especialmente por la situación exterior. La tensión entre Atenas y Tebas aumentaba al tiempo que Esparta iniciaba una política expansiva contraria a Atenas. Los atenienses derrotaron a los espartanos en Faleron (511 a.C.) provocando un nuevo ataque espartano dirigido por su rey Cleómenes I. Los espartanos asediaron la Acrópolis y obligaron a Hipias y su familia a desterrarse a Sigeion.

A la caída de la tiranía volvieron a encontrarse enfrentados los miembros de la aristocracia, encabezados por Iságoras y Clístenes. Iságoras, con sus amigos y el apoyo espartano, disuelve la boulé y expulsa a setecientas familias atenienses para establecerse como dueño de la ciudad con trescientos de sus amigos. La multitud reaccionó de modo contrario, expulsó a Iságoras y los suyos e hizo venir a Clístenes como presidente del demos, resultado de que el demos se había hecho dueño de la situación. Sobre estos condicionantes se inician las reformas democráticas de Clistenes. Buscaba la mezcla de toda la población, prescindiendo de los vehículos tribales por donde se ejercía la influencia aristocrática. Los jefes militares de la tribu pasan a mandar sobre unidades heterogéneas de hoplitas, con tendencia a convertirse en los verdaderos jefes políticos de la polis. La nueva estructura permite inscribir en la tribu a quienes por no tener la ciudadanía quedaban al margen de los derechos cívicos y podían transformarse en esclavos. El origen antitiránico del sistema se tradujo en la institución del ostracismo. Cada año se votaba en la asamblea si era preciso que la ciudad se preservara de alguna amenaza tiránica y, de ser así, se celebraba algún tiempo después una sesión específica en que cada uno escribía sobre un óstrakon, o fragmento cerámico recogido del suelo del ágora, el nombre de la persona a la que consideraba peligrosa. Era necesario un alto quorum para que alguien fuera condenado al ostracismo, es decir, a permanecer diez años alejado de la ciudad, conservando, sin embargo, sus derechos y propiedades.

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