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Datos principales


Rango

Arte Español del Siglo XVIII

Desarrollo


La creación de esta Academia está estrechamente ligada al taller escultórico del Palacio Real Nuevo y a su director Juan Domingo Olivieri, quien desde su llegada a España en 1740 vio la necesidad de que los artistas extranjeros mandados venir por los reyes a nuestro país enseñaran a los artistas españoles el nuevo lenguaje artístico internacional que era preciso para la gran empresa del monarca. Se trataba de acuñar un nuevo arte de Corte que sirviese a los intereses de la nueva monarquía borbónica y le prestara una imagen de renovación y modernidad. Olivieri, que advierte la ausencia en Madrid de una Academia al estilo de la de París o Roma, organiza en su propio domicilio, en la Casa de Rebeque, una Academia privada destinada a la formación de los futuros artistas. Sus primeros alumnos son aprendices que trabajan en el Palacio Real. La Academia privada estuvo funcionando de 1741 a 1744. Entretanto, Olivieri había presentado al rey un proyecto de Academia y de su funcionamiento inspirado en las Academias italianas y francesas. Desde el principio, Olivieri contó con la protección del ministro de Estado, el marqués de Villarias, que intervendrá activamente en la fundación de la Academia. Tras los consiguientes informes, Felipe V asume la protección de la Academia privada que comienza a funcionar como Junta Preparatoria (1744?1752), manteniéndose a Olivieri como director general. Los Estatutos de 1744, con los que se regiría la Junta Preparatoria y en buena parte la futura Academia de Bellas Artes de San Fernando, fueron redactados por Olivieri y el marqués de Villarias.

Una de las misiones del director fue la de reunir modelos para que copiasen los alumnos. Así, a los ya adquiridos personalmente por Olivieri para su Academia privada, entre los que se contaban estampas y dibujos de importantes pintores y modelos de yeso de Juan de Bolonia, Miguel Angel, Bernini y Duquesnoy, así como de esculturas de la Antigüedad grecorromana y diversos tratados, se añadían ahora los modelos traídos por el pintor Diego Velázquez de su viaje a Roma, que se colocaron en una sala de la Academia tras la oportuna restauración. Gracias a un inventario, mandado hacer por Felipe V en 1744, sabemos que se trataba de modelos de yeso de obras de la Antigüedad, tales como la Venus de Médici, Mercurio, Hércules Farnesio, dos Niobides, Saturno, un gladiador, un hijo de Laocoonte, más diversos bustos griegos y cabezas. En definitiva, un conjunto significativo de obras antiguas y de los grandes escultores del Renacimiento y del Barroco que los alumnos de la Academia podían copiar y servirse de ellas como inspiración. A comienzos de 1745, la Junta Preparatoria se trasladó a la Casa de la Panadería, lugar que ocuparía la Academia hasta su traslado al palacio de Goyeneche de la calle de Alcalá, donde radica en la actualidad. Fernando VI, para mantener la Junta Preparatoria bajo su directo control, nombró en 1747 a Felipe de Castro, que acababa de volver de Roma, escultor real y seguidamente, en ese mismo año, lo designó maestro director extraordinario de escultura en la Academia, en tanto que Juan Domingo Olivieri seguía ostentando el cargo de director general.

La inauguración oficial de la Academia tuvo lugar finalmente el 12 de abril de 1752, designándose como patrón a San Fernando, rey santo del mismo nombre que el monarca reinante. Al año siguiente tres artistas italianos -Olivieri, Giaquinto y Sachetti- ocuparon el cargo compartido de Director General, que pasó en 1763 a la persona de Felipe de Castro. En 1771 será Director General de la Academia Juan Pascual de Mena y en 1785 Roberto Michel. El importante papel desempeñado por Olivieri en la fundación de la Academia y después por Castro, Pascual de Mena y Michel, los cuatro escultores, hizo que la escultura alcanzara un destacado lugar en el concierto de las tres Nobles Artes que forman la Real Academia. Esta fue también la razón de que la colección de escultura de la Academia fuera más importante que la de pintura. La docencia impartida en la Academia por profesores y basada en la copia de los citados modelos va a propagar en la escultura el gusto del Rococó internacional hasta la llegada del Neoclasicismo. La Academia concederá premios y pensiones para Roma a los alumnos más destacados, lo que contribuirá a la formación internacional de los mismos. Esta enseñanza académica unificadora va a sustituir a la impartida por los maestros de los tradicionales talleres artesanales integrados en los gremios artísticos, que entrarán ahora en franca decadencia. La difusión de los gustos académicos tendrá lugar fuera de la Corte, a través de las academias fundadas en distintas provincias -Valencia, Zaragoza, Barcelona- pero también por la actividad de artistas formados en la Academia en las zonas periféricas donde se impondrán trazas avaladas por la autoridad de la real institución o se impondrán grandes contingentes de escultura, obra de maestros de la corte.

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