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Datos principales


Desarrollo


Hay que tener en cuenta la proyección del taller trecentista toledano hacia territorios más lejanos. En este sentido se distinguen tres focos importantes en Andalucía (Sevilla, Cádiz y Granada), que han sugerido hipótesis de una posible vía andaluza para la penetración del estilo trecentista. Sin embargo, la presencia de caracteres comunes al taller toledano nos hace pensar más bien en unas relaciones con el núcleo toledano. Formando parte de los escasos restos del estilo italogótico en Andalucía se sitúan un conjunto de Vírgenes con Niño sevillanas. Obras que, a pesar de los repintes sufridos en el siglo XVI, muestran un buen ejemplo de iconografía mariana de tradición trecentista. Representan el tema de la Virgen con el Niño, de raíz bizantina, en sus distintas variantes. En unos casos la Virgen, en pie, ofrece una flor a su hijo mientras el niño juega con un pajarillo (Virgen de la Antigua, en la catedral, y Virgen de Rocamador, en la iglesia de San Lorenzo). En otras ocasiones se ha preferido el tema de la Virgen de la leche, como sucede con la Virgen de los Remedios, en el trascoro de la catedral sevillana, que ofrece un modelo de Virgen lactante, de tradición trecentista, con un magnífico estudio giottesco en el trono. Todas ellas responden a modelos italianos con un elemento común en la expresión de ternura entre madre e hijo y la presencia de donantes. La disposición de los ángeles que las rodean, y sobre todo el tratamiento de sus vestiduras, con abundante empleo de motivos decorativos en dorado, permiten establecer una relación con modelos italianos, muy especialmente con vírgenes venecianas, llegando incluso a repetir los mismos motivos.

De esta forma vemos modelos semejantes en la Virgen con el Niño de la Basílica de Santa María dei Frari de Venecia, obra de Paolo Veneciano, así como en otras obras del momento. Destacan, por otra parte, y con un mayor italianismo, los restos de pintura mural de la iglesia de Santa María de Arcos de la Frontera, en Cádiz, descubiertos en 1912 por Miguel Mancheño Olivares, cuyo tema de la Coronación de la Virgen, en bastante buen estado, parece estar próximo al círculo de Orcagna. Pero junto a esta influencia trecentista hay que considerar también el carácter local de la obra, reflejado en la presencia de elementos islámicos (arcos de herradura) en los caracteres góticos españoles que presentan algunos de los instrumentos musicales. Todo ello apunta hacia un artista local o arraigado en Andalucía, sin olvidar su fuerte influencia italiana, en la que podemos ver sin duda la proyección toledana. Pero, al mismo tiempo, el taller toledano en su proyección hacia Andalucía nos ofrece, en su tercer foco, uno de los ejemplos más singulares de la pintura gótica del siglo XV en las pinturas sobre cuero que cubren las tres falsas bóvedas de la Sala de los Reyes de la Alhambra de Granada. En ellas vemos una rica iconografía de carácter profano, de difícil interpretación, con inspiración caballeresca en la literatura de la época, sin olvidar contactos con las artes decorativas, en donde se combinan temas de amor cortés, caza y juego con elementos fantásticos y simbólicos, en los que se une la estética islámica con la cristiana.

El estilo, con bastantes recuerdos del gótico lineal en el abundante empleo de la línea y el dorado, responde también a los caracteres del Trecento: en los rasgos de las figuras, la preocupación por el volumen, así como en algunas indumentarias que evidencian notas florentinas. El conjunto se debe sin duda a artistas cristianos conocedores del mundo musulmán, en donde se mezclan la estética italiana con la islámica, poniéndose de manifiesto la influencia del taller toledano como base de la amistad existente entre don Pedro I de Castilla y Muhammad V de Granada por esos años. No obstante, la obra ofrece toda una serie de interrogantes, tanto en relación con la identidad del artista y del cliente como en torno a la interpretación iconográfica. En la bóveda central, dispuestos simétricamente en torno a su espacio oval y conversando entre sí, se sitúan diez figuras de musulmanes, sentados sobre cojines, lujosamente ataviados, destacando sobre un fondo dorado, con una decoración de estrellas en su eje; en sus extremos se sitúan dos escudos de la Orden de la Banda con cabezas de sierpes y leones custodiándolos. La identificación de los diez personajes ofrece diferentes interpretaciones: para unos será la representación de los reyes de Granada (Gómez Moreno); otros piensan que se trata de un consejo árabe (Contreras); una tercera postura apunta hacia personajes de la aristocracia granadina o fantásticos guerreros, sorprendidos en el momento en que son investidos de la Orden de la Banda.

La identificación de estos escudos como cristianos y no como nazaríes justifica las relaciones entre Toledo y Granada. No olvidemos que los ejércitos de la Banda ayudaron a Muhammad V a recobrar el trono granadino en 1362. Fecha a partir de la cual Muhammad ayudaría a don Pedro en sus luchas con su hermano Enrique, lo que sin duda favoreció el intercambio cultural de toda índole con Toledo, así como la presencia de artistas cristianos en la Alhambra. La temática de las bóvedas laterales, de difícil interpretación por el momento, recoge un relato de signo caballeresco en el que un cristiano y un musulmán parecen disputarse el amor de una dama. La historia que comienza en la bóveda izquierda tiene su desenlace en la derecha.

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