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Datos principales


Desarrollo


La pintura peninsular del siglo XV se desarrolla en dos estilos influidos por corrientes extranjeras: el Estilo Internacional, bajo la influencia italiana, y el Estilo Hispano Flamenco, relacionado con el arte llegado de Flandes. En la primera mitad de la centuria encontramos el Estilo Internacional. Las formas y la iconografía procedente de Italia se difunden por todos los rincones de Europa, lo que permite la creación de un estilo en el que se incorporan preocupaciones por la anatomía, la luz y el espacio, al tiempo que se busca lo narrativo, la admiración por lo anecdótico y los temas secundarios, sin renunciar a cierta tendencia idealizadora. La figura humana mantiene su alargamiento, apareciendo cierta expresividad y melancolía en sus rostros. Los vestidos aumentan y sus curvas se acentúan. Los paisajes y las arquitecturas artifíciales empiezan a tomar peso en las composiciones, aunque las proporciones todavía no sean exactas. Otro elemento a tener en cuenta es el interés por lo anecdótico, al igual que la importancia concedida a la simbología de las representaciones, enriqueciendo la iconografía. Se crea una nueva realidad. Los talleres en los que este estilo italiano tendrán un mayor desarrollo serán Toledo, Andalucía, Sevilla, Cataluña y la Escuela Valenciana. La segunda mitad de la centuria estará marcada por el Estilo Hispano Flamenco. En este momento se produce una gran renovación en la pintura peninsular gracias a las técnicas del arte flamenco, bien a través de obras importadas de este lugar o por la llegada de artistas extranjeros. La difusión de la pintura al óleo será la principal novedad, así como la tendencia al naturalismo, la dramatización o la primacía del color. Tanto en la Corona de Aragón como en la de Castilla se produce un amplio desarrollo pictórico, surgiendo importantes nombres propios como Jaume Huguet, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego o Lluis Dalmau.

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