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Transición

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Sin ninguna duda, el principal beneficiario de la situación del centro político fue el Partido Socialista Obrero Español que, en el mes de diciembre de 1976, celebró su XXVII congreso con la presencia de una representación extranjera muy brillante y numerosa. El apoyo del socialismo exterior contribuye a explicar la influencia que tuvo este partido en el sentido de colaborar en que uno de los grupos de esta significación se impusiera sobre los demás. El socialismo encerraba las dosis oportunas de identificación con la libertad y de voluntad de transformación social para atraer a una parte considerable del electorado. Los textos aprobados en el XXVII Congreso muestran un PSOE muy radical. El partido se declaró republicano siguiendo su tradición, pero si esto podía interpretarse como un puro gesto, por el momento no parecía serlo la propuesta de llegar a poner en marcha un modelo nuevo no implantado en ningún país, que sería una fórmula intermedia entre el comunismo y la democracia, la voluntad de mantener una escuela pública única o de administrar la justicia mediante tribunales populares elegidos por los ciudadanos. Aún tardaría bastante en moderar su lenguaje el PSOE, pero en la práctica su actuación siempre fue mucho más flexible y hábil que dogmática e ideologizada. La divisa electoral adoptada, "Socialismo es libertad", resultaba mucho más prometedora para los españoles partidarios de un tránsito firme y decidido hacia un régimen democrático.

Los socialistas, dirigidos por Felipe González, no consiguieron unificar en las siglas del PSOE a la totalidad de quienes así se denominaban. El sector más importante que continuó su propio camino fue el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván que mantenía, gracias a la imagen de su principal dirigente, una cierta semejanza con un centro-izquierda de corte azañista e intelectual. El hecho de que muy pronto la imagen de Felipe González se convirtiera en la segunda en popularidad entre los líderes políticos españoles del momento contribuyó de manera decisiva al crecimiento del PSOE. Joven, pero con el bagaje de toda la historia del socialismo, representaba a una España ajena al régimen de Franco y poco propicia a contemplaciones con él. Durante la campaña electoral un buen número de españoles pensó que oposición al régimen era lo mismo que socialismo. Las expectativas electorales del Partido Comunista eran grandes porque durante el régimen el propio sistema había identificado a toda la oposición con el comunismo. Además, el PCE de hecho había logrado un movimiento sindical y una sólida penetración en los medios intelectuales, periodísticos y profesionales. Pero ya en la campaña electoral se percibieron algunos graves inconvenientes para alcanzar un voto nutrido. A diferencia de lo ocurrido en el PSOE, durante los años del exilio el PCE no había renovado su dirección política y encontraba serias dificultades para conectar con los sectores juveniles.

Además, los militantes del partido en España consideraron como un símbolo a la vieja dirección del partido pero, cuando la conocieron de forma directa, no se identificaron con ella. Durante la campaña electoral y con posterioridad Santiago Carrillo y el PCE contribuyeron de una forma destacada al proceso de transición a la democracia, pero al mismo tiempo perdieron unos apoyos electorales que quizá hubiera logrado si hubieran utilizado un lenguaje más agresivo. Como había sucedido en la Segunda República también ahora surgieron, en las regiones periféricas de cultura y lengua propias, partidos políticos nacionalistas. En Cataluña, el catalanismo de carácter centrista estuvo representado por Jordi Pujol y su Pacte Démocratic per Catalunya en el que se alineaban liberales y socialdemócratas. A esta primera fuerza nacionalista catalana hay que sumar también los demócratas cristianos de Unió Democratica. La Esquerra Republicana, hegemónica en los treinta, tuvo ahora una implantación mucho menor. En cambio, en el País Vasco el Partido Nacionalista, que había mantenido una sólida resistencia frente al franquismo, logró mantener un grado de implantación semejante al de los tiempos republicanos. También había otros grupos políticos, procedentes sobre todo de algunas de las escisiones de ETA, que completaron el panorama político de esta región; sin duda, el más importante fue Euskadiko Eskerra.

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