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Datos principales


Rango

Arte Español Medieval

Desarrollo


La decoración de las repisas y capiteles del claustro de la catedral de Burgos -hacia 1265-1270- sirvió de pauta para los claustros de León y Oviedo, en los que se repetirá parcialmente su temática iconográfica, obras sustancialmente del siglo XIV. La portada de la Gomia del claustro leonés, comenzada en 1344, presenta un interés iconográfico muy notable. Inspirado en catedrales francesas, se enfrenta un ciclo veterotestamentario, el de Job, como prefigura de Cristo. Los sufrimientos y victoria de Job -tomado de Reims, que a su vez se inspira en Chartres- son el anuncio de la pasión y triunfo de Cristo. Los capiteles y repisas del claustro de Oviedo recogen todo un programa iconográfico global que abarca desde la Creación hasta el Juicio Final, junto con apóstoles, santos, fábulas y leyendas, escenas de la vida cotidiana, virtudes y vicios, animales reales y fantásticos, analizado coherentemente por F. de Caso. La indicada globalidad guarda un cierto paralelismo con el complejo programa de la techumbre de la catedral de Teruel, algo anterior. El programa ovetense comporta un sentido moralizante y didáctico dentro del marco social, como se atestigua en las Virtudes y los Vicios, que se dirigen directamente a la conducta del fiel, o Aristóteles sustentando a Campaspa cual jinete sobre un caballo, muy utilizado con el mismo sentido. Otro tanto puede decirse del entierro de la raposa, que perdurará en las sillerías de coro.

Gran parte de los temas desarrollados se repite en León. Son especialmente similares el Juicio final, el "Lay" de Aristóteles, unido a varias escenas bíblicas con claro sentido edificante, Tobías y el pez; Alfonso XI y doña Leonor Ramírez de Guzmán, que en León se figuran en compañía del obispo don Juan de Ocampo, mientras en Oviedo se hallan junto a dos jóvenes luchando; una dama recibiendo presentes de un caballero con mujeres bailando al son de instrumentos tocados por varones se sustituye en León por una reina con caballeros de su séquito recibiendo homenaje de unos moros que traen ofrendas. El estilo no es de gran calidad técnica, pero dicha limitación se compensa con el sentido narrativo y gracia natural de escultores locales que unen su experiencia al conocimiento de las grandes obras realizadas por los maestros formados en el vecino país. Programa que responde a presupuestos similares es el del claustro de Santa María de Nieva, ya del primer tercio del siglo XV.

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