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Arte Español Medieval

Desarrollo


Cuando en 1863 el arquitecto e historiador británico G. E. Street concluyó su viaje por España y escribió una monumental obra titulada "La arquitectura gótica española", pintó el panorama que le ofrecía la catedral de León de la siguiente manera: "Por desdicha visité León con un año de retraso, porque llegaba justamente a tiempo de ver la catedral despojada del brazo sur del crucero, que hubo de ser derribado para evitar que se hundiese, e iba a ser reconstruido bajo la dirección del arquitecto madrileño señor Laviña; el examen de sus planos y de la obra que llevaban hecha me hicieron sentir con mayor vehemencia el no haber llegado antes de que tal sucediese". Dejando a un lado la solapada presunción del Street, el apunte es el reflejo de la situación lamentable de la iglesia de Santa María de Regla que unos años antes, en 1857, ya amenazaba con la ruina total. Ante esta situación el Estado, asesorado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la recién creada Junta de Restauración de la catedral de León decidió detener el proceso de deterioro que ya afectaba a la cubierta de la nave central, al brazo sur del crucero y a algunas ventanas. Para iniciar los trabajos de restauración se nombró arquitecto director a Matías Laviña Blasco (1796-1868) en 1859: era un hombre de edad, enfrentado a un grave y delicado proyecto que sobrepasaba su formación técnica. La intervención de Matías Laviña estaba presidida por dos criterios; en primer lugar estableció la equívoca igualdad entre restauración y reconstrucción de un edificio, y en segundo término buscó los elementos arquitectónicos originales a costa de la eliminación de las adiciones realizadas a lo largo de la historia.

Los elementos para la polémica, que en este caso tenían como epicentro la catedral de León, estaban sobre la mesa de trabajo, como antes lo estuvieron ante la reflexión sobre obras concretas en otros países europeos; y se produjo un gran debate nacional sobre los criterios de restauración, discusión que decantó la Real Academia enunciando de una forma vaga la búsqueda de la unidad de estilo como definición morfológica del monumento, concepto que ya habían defendido arquitectos británicos durante el último cuarto del siglo XVIII La falta de recursos de Matías Laviña para comprender el comportamiento físico de las estructuras constructivas góticas que debían neutralizar los múltiples empujes generados por la cubierta, provocó su sustitución. Una fugaz participación de Juan Madrazo, el discutido nombramiento como arquitecto restaurador de Andrés Hernández Pacheco y los demonios familiares retrasaron cualquier intento de frenar la ruina de la sede leonesa. La recuperación de la catedral se produjo con el nombramiento como director de las obras de restauración de Juan Madrazo y Kuntz (1829-1880), cargo que desempeñó entre 1869 y 1879, bajo el signo de la penuria presupuestaria. Pedro Navascués sitúa el proceso de restauración en sus justos términos al afirmar: "... a Madrazo debe hoy la catedral su aspecto actual como fruto de un elaboradísimo proyecto, de una erudición extrema y pensando a través de meditadas lecturas del "Dictionnaire Raisoneé" de Viollet-Le-Duc, en un proceso de recreación ideal".

En efecto, Madrazo trazó un meticuloso proyecto por el que restauraba la nave central, cerraba el crucero, reconstruía el brazo Sur y su fachada, toda la fachada occidental y se reparaban las vidrieras. En el proyecto de Madrazo se perciben dos directrices: la búsqueda de la unidad de estilo como criterio de restauración y el estudio de la arquitectura gótica para conocer el funcionamiento de las estructuras constructivas, asumiendo la teoría racionalista que las interpretaba como un mecanismo susceptible de crear un gran número de vectores. En este sentido es especialmente significativo el proyecto de encimbrado de la catedral que, en sí mismo, manifiesta un profundo análisis del gótico. A pesar del apoyo de la Academia, Juan Madrazo fue cesado en 1879, en el marco de un complejo debate sobre la secularización de las obras que afectó gravemente a uno de nuestros arquitectos más competentes. El nuevo arquitecto no debía mantener disparidades ideológicas con el cabildo y el gobierno propuso a Francisco de Cubas, uno de los más genuinos representantes del nacional-catolicismo arquitectónico. Pero renunció al cargo porque "las obras de la catedral de León son de tal importancia y estudio que exigen -decía el marqués de Cubas- la constante atención". Un año después se nombró director de las obras a Demetrio de los Ríos y Serrano, actividad que desarrolló hasta su muerte en 1892. Ejecutó el proyecto de Madrazo con todo rigor, poniendo como objetivo fundamental la unidad de estilo, con lo que despojó a la iglesia mayor de todo el contenido histórico que significaron las modernas adiciones, a la romántica búsqueda del esplendor de las catedrales góticas. Juan Bautista Lázaro (1849-1919), fue el brillante introductor del concepto conservación como principio dominante en los trabajos de restauración. Concluyó la obra del immafronte, restauró la torre de las campanas y reparó las vidrieras. Para evitar la confusión, reconstruyó las nuevas con unos motivos ornamentales que hacen referencia a los papeles diseñados por W. Morris. En el año 1901 la catedral de León se abrió de nuevo al culto.

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