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Datos principales


Rango

Sexenio democrático

Desarrollo


El trono de Isabel II, más bien el sistema regulado por la Constitución de 1845, estaba fuertemente minado. De ahí que el pronunciamiento de septiembre en Cádiz se extendiera como un reguero de pólvora por toda España, sin encontrar apenas resistencia. En los primeros días del mes todo quedó ultimado. Ruiz Zorrilla y Sagasta se trasladaron a Londres para unirse con Prim, embarcando los tres en el vapor Delta, con dirección a Gibraltar, donde llegaron el día 14, mientras que el San Buenaventura zarpaba rumbo a Canarias para recoger a los militares allí desterrados. Todos confluyeron en Cádiz. Por fin, el 18 de septiembre de 1868 el pronunciamiento militar tuvo lugar y, con él, el derrocamiento de Isabel II y de su dinastía. Así quedó expuesto en un Manifiesto, España con honra, redactado por López de Ayala, en el que se retomaba la idea del Pacto de Ostende: la convocatoria de elecciones mediante sufragio universal y la determinación de una nueva forma de gobierno por parte de las Cortes Constituyentes. Significativamente, el Manifiesto no hacía ninguna mención a la forma de gobierno, aunque no escatimaba sus críticas a la Reina, dando por hecho el fin de la dinastía borbónica. Entre el 18 y el 22 de septiembre la rebelión gaditana prendió en toda Andalucía. Igualmente se unieron a la causa revolucionaria Santander, El Ferrol, Béjar, La Coruña, Zaragoza, Cartagena, Santoña, Alicante y Alcoy, diseñando modelos diferentes de sublevación, pero, en todos los casos, con una activa participación popular, generalmente estimulada por los demócratas en su versión republicana o no.

Resulta perceptible en algunos de estos modelos insurreccionales la combinación de problemas estrictamente locales que actuaron de espoleta al socaire del llamamiento gaditano. El 19 de septiembre dimitió el presidente del Consejo, González Bravo. Su sucesor, el general Concha, marqués de La Habana, pronto se vio desbordado por la situación. El 28 de septiembre la suerte de la dinastía quedó sellada en la batalla de Alcolea. La derrota del general Novaliches dejó expedito a las fuerzas sublevaddas el camino hacia Madrid. Al día siguiente Madrid se unió al pronunciamiento y la Reina partió hacia Francia. Así se iniciaba el Sexenio Democrático, con un simbólico reconocimiento de la junta revolucionaria madrileña, el día 30, destacando la contribución del mundo intelectual a la difusión de los valores democráticos con la reposición en sus cátedras de Sanz del Río, Castelar, García Blanco, Fernando de Castro, Nicolás Salmerón, Manuel María del Valle y Giner de los Ríos.

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