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Datos principales


Rango

Reinado Isabel II

Desarrollo


A principios de siglo la industria española era muy débil. En cierta manera, más que a una industria como hoy la entendemos debemos referirnos a la artesanía en la mayor parte de los casos. Efectivamente, aunque los gremios desaparecieron definitivamente por el R.D. 2-XII-1836, aun existe una gran cantidad de maestros y aprendices de taller que subsisten en la contabilidad socio-profesional. En las ciudades y pueblos españoles existían actividades industriales, con frecuencia más próximas a la artesanía que a la actividad fabril, como los curtidos, cerámica, corcho, harinas, conservas, aceite, jabón, vinícolas, etc. Además, especialmente desde 1825, se fue desarrollando una industria moderna, en la que se destacaron el textil y la metalurgia en las que nos vamos a detener, sin que faltaran casos de nuevas fábricas en otros sectores como el alimenticio, químico o papel. Como veremos, la industria del siglo XIX se regionaliza en la periferia norte, con intentos en la periferia del sur que fracasan a medio plazo. Los índices de producción industrial que han elaborado A. Carreras y L. Prados nos orientan hacia un lento crecimiento industrial (superior al conjunto de la renta nacional), desde 1830, que permite duplicar la producción en torno a 1860 y triplicarla, con referencia a 1830, en 1890. Como la industria inglesa o la francesa tuvieron comportamientos similares, pero partiendo de niveles muy superiores, la diferencia subsistía proporcionalmente aunque aumentaba en números absolutos.

En la Europa industrial del siglo XIX "había que correr a toda velocidad para seguir en el mismo sitio: España, evidentemente, no corrió lo bastante" (Tortella, 1994). La Guerra de la Independencia y la pérdida de las Colonias (1810-24) supuso un colapso de la industria española. Vino a agravarlo la coyuntura general depresiva y el hundimiento de los precios. A partir de 1827 se inicia una leve mejoría, sobre todo en la industria textil catalana, gracias al proteccionismo, a una nueva generación de empresarios y a la mecanización. Se puede hablar -según Nadal- del comienzo de la revolución industrial en España, muy incipiente aún, a partir de 1832 con la adopción de la energía del vapor por la industria de consumo más representativa (textil), así como de los procedimientos siderúrgicos modernos: el alto horno para la primera fusión y el cubilote para la segunda. La reconstrucción de la industria española se sitúa entre los años 1832 y 1855. Aumenta la actividad en todos los sectores y aparece una auténtica mentalidad industrial. Entre 1856 y 1881 se da el paso decisivo del equipamiento industrial. La llegada de capitales extranjeros hacia el ferrocarril y la minería también estimulan la industria. Gracias a estos capitales la industria inicia un proceso de concentración típico del capitalismo industrial.

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