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Datos principales


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España de los Borbones

Desarrollo


El comercio exterior fue una prioridad de todos los gobiernos del siglo XVIII. Bajo la impronta mercantilista que propugnaba vender mucho y comprar poco para crear una balanza comercial positiva con las otras potencias, los diversos responsables trataron de conseguir el anhelado crecimiento interior. Y en este sentido, la voz de la burguesía comercial periférica no dejó de escucharse en compañía de los pensadores económicos más destacados del siglo. Aunque no poseemos cifras incontestables de la situación del comercio exterior español, las contabilidades de países extranjeros, las cifras aportadas por Cangas Argüelles y los datos de la Balanza de Comercio realizada en 1792, permiten aventurar algunas afirmaciones. Los guarismos indican que el comercio español con Europa era deficitario para los intereses hispanos: España compraba más que vendía. Así, por ejemplo, entre 1786 y 1796, el déficit de la balanza comercial ascendió a 3.877 millones de reales, un promedio de 352 millones anuales. La causa de este importante saldo negativo era doble. Por un lado, provenía de las importaciones para el propio consumo interior centradas en el trigo, el bacalao y las manufacturas. Por otro, se derivaba de la necesidad de comprar productos para las colonias americanas que el país no era capaz de producir. Como en tiempos de los Austrias, la forma de pago de estas importaciones continuaba siendo el numerario, especialmente el que procedía de las Indias.

Situación estructural del comercio con Europa que desde luego cambiaría con la pérdida de las colonias americanas ya en el siglo siguiente. Los principales clientes de España eran Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y Holanda. Nuevamente la Balanza de 1792 nos da una indicación de la estructura del comercio con estos países. Las exportaciones realizadas se centraban principalmente en materias primas (67%) y alimentos (28%) con una escasa incidencia de las manufacturas (5%). Entre las materias primas destacaban la lana y el hierro, mientras que entre los alimentos eran los vinos y aguardientes así como los frutos secos y el aceite los que tenían primacía. Por último, se canalizaban hacia Europa diversos productos coloniales tales como el cacao, el azúcar y el tabaco. En cuanto a las importaciones, la balanza se invierte: los productos industriales ocupan el 57%, mientras que los alimentos alcanzan un 31% y las materias primas un 12%. En conclusión, todo viene a indicar que el intercambio con el continente era desigual y claramente desfavorable, y ello sin contar con que buena parte del tráfico hispano era de reexportación de productos americanos, sobre todo a partir de los decretos liberalizadores del comercio indiano.

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