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Arte Español Medieval

Desarrollo


Se ha ponderado la figura del abad Oliba en la introducción del románico lombardo. Sí, es cierto, muchas de las obras en que interviene directa o indirectamente responden a la influencia lombarda. Pero Oliba es deudor de la casa madre de los monasterios benedictinos. Es deudor de Cluny, el gran monasterio borgoñón. Así, en el monasterio de Sant Miquel de Cuixá, las obras de Oliba representan una continuidad con la arquitectura realizada en la segunda mitad del siglo X, que se inspiraron en Cluny II. En cambio, Oliba será el promotor del románico lombardo en Vic, en Ripoll y en Sant Vicenç de Cardona, aunque en este último conjunto de manera indirecta. El abad y obispo Oliba estará atento tanto al arte del monacato benedictino de la Borgoña como al arte de Roma y del norte de Italia. En Cuixá, en la segunda mitad del siglo X, se construye el ábside rectangular central con absidiolos a cada lado sobre un amplio transepto con dos torres. Con la reforma del abad Oliba, de hacia 1040, en los lados de esta cabecera se abren dos pasos que se unen a tres tramos rectangulares en los que se abren tres ábsides con planta de herradura. Evidentemente este cambio origina como una especie de falsa girola, que tendría antecedentes en la arquitectura carolingia del siglo IX (Grandlieu, Aurillac) y que coincide con la solución dada en Cluny II, cuya iglesia se consagra el 981. Otra obra en relación con Cluny sería, según la descripción del monje Garsias, el cimborrio que el abad Oliba hizo construir en la capilla de Sant Miquel; también el abad Odilón del monasterio de la Borgoña hace construir en la primera mitad del siglo XI un cimborrio en el altar mayor, siguiendo modelos romanos.

En la parte occidental, situada siguiendo un eje longitudinal con la iglesia, se construye en esta época una capilla de la que se conserva sólo la parte inferior, pero de cuya parte superior se conserva la descripción de Garsias realizada entre 1043 y 1046, es decir, inmediatamente después de su construcción. La parte superior se relaciona con la torre-pórtico que encontramos en Fleury, con orígenes lejanos en los martyria paleocristianos y en el Panteón de Roma. El cuerpo inferior consta de una sala de tres naves paralelas a la fachada de la iglesia y separadas por arcos de medio punto; esta sala comunica con dos corredores que flanquean la cripta de la Virgen del Pesebre. La cripta tiene planta circular con pilar central que sostiene la bóveda. Esta cripta anular, no muy frecuente, la encontramos también en el monasterio carolingio de Fulda (842). El modelo más frecuente de cripta es el consagrado por Oliba en 1038 en la catedral de Vic. Tiene tres naves con cuatro tramos, a los que, en el siglo XII, se añade un quinto tramo; la cripta posee bóveda de arista. Antecedentes los hallamos tanto en Italia como en Francia, así en San Eusebio de Pavía (siglo VII), Saint-Germain de Auxerre (850), Flavigny (ca. 850) y Toscanella (siglo XI). Otro ejemplo de perduración de elementos prerrománicos que garantizan esta continuidad en época románica lo encontramos en el transepto del monasterio de Santa María de Ripoll. Si bien debemos situarla en el marco de la influencia lombarda, la iglesia de Ripoll presenta el modelo de cabecera con transepto seguido al que se abren los ábsides semicirculares en número de siete.

Es el tipo de San Pedro del Vaticano y de los modelos italianos utilizados en Cluny II, muy distinto del tipo frecuente en el románico lombardo, con celdas que se originan frente a los ábsides laterales al partir el transepto cuando el presbiterio avanza sobre la nave central. Este modelo lo encontramos también en Sant Vicenç de Cardona. Pero, en su conjunto, la iglesia de Ripoll deberemos situarla dentro de la influencia lombarda. Sin lugar a dudas, es la iglesia del monasterio de Sant Pere de Rodes, en la comarca del Alt Empordà, el conjunto monumental que puede considerarse el paradigma de esta arquitectura que podemos considerar autóctona. Arquitectura que resume y sintetiza toda una serie de factores e influencias del mundo prerrománico europeo y que entra en el período románico con esta gran construcción, al margen de la influencia del románico lombardo. Bajo el patrocinio del noble Tassi, en la segunda mitad del siglo X, comienza la construcción del monasterio. La documentación nos habla de una consagración en 1022, pero no sabemos a qué parte de la iglesia corresponde. El templo es una basílica de tres naves con transepto y cabecera formada por tres ábsides. Las naves se cubren, la central con bóveda de cañón y las laterales con cuarto de cañón. El ábside central posee girola y cripta anular. Los arcos formeros de separación de las naves y los torales que las dividen en tramos descansan sobre pilares con un doble orden superpuesto de columnas adosadas sobre un podio.

Estamos ante un edificio excepcional cuyas características arquitectónicas encontramos en los grandes conjuntos europeos. Así, los órdenes superpuestos de columnas nos recuerdan Saint-Laurent de Grenoble; el pilar coronado por columnas lo hallamos en Saint-Pierre de Vienne; el tipo de girola la hallamos en la catedral de Halberstadt (865), en Saint-Maurice d'Agaune (ca. 940) y en San Stefano de Verona (ca. 1000). La cripta anular es muy frecuente en Italia y en la Francia carolingia; la encontramos por ejemplo en San Apollinare in Classe, en Torcello (s. IX y 1008), en Coire (ca. 800), en Auxerre y en Flavigny (ca. 850), en Meschede (ca. 950). Se trata de una experiencia hacia el románico a partir del prerrománico, pero es la definición de un románico distinto al de influencia lombarda. Pero además hay otro elemento que contribuye a la singularización de este conjunto monumental: la extraordinaria decoración escultórica de sus capiteles. Estos son de dos tipos, unos derivados del corintio clásico, y otros, cúbicos, con decoración de entrelazados. Los ábacos también aparecen decorados. Esta corriente decorativista en la arquitectura catalana se encuentra también en los conjuntos próximos de Sant Genís les Fonts y Sant Andreu de Sureda, en el vecino Rosellón. A mediados del siglo XII el monasterio de Sant Pere de Rodes sufrió reformas y ampliaciones. Se construyeron dos torres, ya con influencias lombardas, y se realizó la magnífica portada esculpida.

A esta época pertenece también el claustro adosado a la iglesia. En el siglo siguiente, la arquitectura de Sant Pere de Rodes presentará, sin embargo, escasa, continuidad. La iglesia de Sant Pere d'Ager, terminada hacia 1070, participa también de una corriente decorativista, que se da en capiteles, unos corintios y otros decorados con estilizaciones vegetales; también aparece ornamentada una cornisa situada en la línea de impostas con motivos vegetales que recuerdan modelos islámicos. El templo tiene planta basilical de tres naves que terminan en tres ábsides semicirculares, frente a un amplio transepto; las naves cubiertas con bóveda de cañón descansan sobre pilares rectangulares con tres columnas adosadas que sostienen los arcos perpiaños y fajones. En las naves laterales, en los tramos situados frente a los ábsides, se hallan sendas cúpulas sostenidas sobre trompas, y bajo el presbiterio, una cripta.

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