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Arte Español Medieval

Desarrollo


Todos los historiadores coinciden en fijar la fecha del 950 como el inicio en Cataluña de una etapa de auge en todos los niveles, económico, social, cultural, religioso. A partir de este momento se inicia la construcción del monasterio de Sant Benet de Bages en 951. Tienen lugar dos consagraciones en Cuixá, que corresponden a dos etapas constructivas, la del 953 y la del abad Garí de 974; la reforma del abad Oliba del monasterio se realiza hacia 1040. Se proyecta Sant Miquel del Fai en 997. Se comienza Sant Martí del Canigó en 1001 y tiene lugar una primera consagración en 1009 y una segunda en 1026. La iglesia de Sant Daniel de Girona se construye a partir de 1019 y el todavía hoy completo monasterio de Sant Pere de Casserres, cuya iglesia constituye una joya del románico de influencia lombarda, se está construyendo en 1006 y se consagra en 1039. El abad Oliba participa hacia 1020 en la construcción de la catedral de Manresa, y la catedral de Vic se consagra en 1038. El edificio paradigmático del románico de influencia lombarda en Cataluña, la colegiata de Sant Vicenç de Cardona, se consagra en 1040. La documentación y las propias obras garantizan una continuidad arquitectónica. Incluso lo que podría haber sido un descalabro para Cataluña, y en especial para Barcelona, la razzia de Almansur de 985, no afectó al proceso arquitectónico, puesto que las obras se rehacen inmediatamente y el auge constructivo se incrementa.

Antes de entrar a revisar propiamente la arquitectura catalana del siglo XI, cabe tener en cuenta una premisa fundamental que garantizará la continuidad de que hablábamos. La unificación litúrgica a partir del mundo carolingio, que tiene lugar en la mayor parte de Europa, se ha dado ya en Cataluña, a diferencia de los reinos occidentales de la Península Ibérica, donde la liturgia visigótico-mozárabe perdura en esta época; sólo en 1083 la liturgia romana se establecerá en Castilla y León. En Cataluña, en cambio, y dentro del contexto de la Marca carolingia, la documentación habla de textos de liturgia romana a partir del 870. Así pues, el espacio arquitectónico religioso viene ya determinado desde finales del siglo IX y no sufrirá grandes modificaciones con la entrada en el período románico. Sólo cambios en la propia orden benedictina, que generará la multiplicidad de altares, y las peregrinaciones, con su sistema de circulación en la iglesia, afectarán a la distribución espacial. Otros documentos nos explican las novedades que se producen en el sistema constructivo. Así, un documento del año 953 referido a la iglesia del monasterio de Cuixá, y un segundo documento del año 957 referido a la iglesia del monasterio de Sant Esteve de Banyoles. En ellos se habla de aparejo regular en las construcciones. En ambos monasterios el muro prerrománico de piedras irregulares y barro será substituido por piedra y cal. Todo ello nos lleva a una continuidad en los lenguajes formales de la arquitectura de los siglos X y XI.

Veremos cómo ya en el siglo XI perdurarán en planta y en alzado elementos propios del mundo prerrománico. Término el de prerrománico que indica sólo que se trata de algo anterior al románico y que para nosotros está vacío de contenido, puesto que defendemos esta continuidad. La reforma litúrgica se ha dado, los documentos nos explican también el cambio en los métodos constructivos. Y toda una arquitectura que constituye el legado de los siglos IX y X entra de pleno en el siglo XI, en el período románico. Y esto está sucediendo cuando se introducen los métodos constructivos y los modelos arquitectónicos del norte de Italia, de Lombardía. A veces se incorporan los elementos decorativos del románico lombardo, sobre formas que estaban en el lenguaje del siglo X y que se realizan en pleno siglo XI. Por ejemplo, el ábside trapezoidal y la nave única de Sant Marcel de Flaçá se decora con arcuaciones ciegas en la cabecera. Otro tipo de cabecera que se da en la arquitectura del siglo X y que perdura en época románica es aquella formada por transepto y tres ábsides semicirculares. Corresponde a los modelos de Sant Genís les Fonts y Sant Andreu de Sureda. Es el tipo de transepto bajo que podríamos encontrar en la arquitectura romana y también en el arte carolingio.

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