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Datos principales


Rango

América colonial

Desarrollo


La rapidez de la penetración española en América tuvo una causa fundamental: la esperanza de encontrar oro. Y muy pronto se encontrará, aunque habrá más plata que oro. Agotados los placeres auríferos de las islas, ya en la década de 1530 se descubren minas de plata cerca de la ciudad de México y en Taxco, y yacimientos auríferos en el interior de Nueva Granada. Pero será en la década de 1540 cuando se produzcan los hallazgos más espectaculares: en 1545 y 1546 se encuentran las riquísimas minas de plata de Potosí (en el Alto Perú, hoy Bolivia) y Zacatecas (México). Enseguida la América española será el país de la plata por antonomasia, y la minería se convertirá en el motor ("nervio y sustancia principal" dicen los documentos) de la economía colonial, proporcionando más del 75 por 100 del total de las exportaciones indianas (el 90 por ciento en los siglos XVI y XVII). Obviamente, el poblamiento y la colonización estarán en gran medida en función de la actividad minera. De acuerdo con el clásico esquema propuesto por Chaunu, el desarrollo de la minería americana presenta una sucesión de etapas y ciclos. La primera etapa, que abarcaría hasta mediados del siglo XVII, se subdivide así: 1) 1500-1520: Primer ciclo del oro; 2) 1520-1560: Segundo ciclo del oro y primer ciclo de la plata; y 3) 1560-1650: Segundo ciclo de la plata. A partir de finales del XVII se inaugura la segunda etapa marcada por la recuperación de la producción, con ritmos desiguales según las zonas.

El primer oro obtenido en América procedía de lo arrebatado a los indígenas, pero enseguida se buscaron las fuentes locales de suministro, hallándose en los ríos, y tanto en las islas como en el continente se procedió intensamente al lavado de oro en artesas. En las Antillas, La Española proporcionará el 80 por 100 de la producción total del período, que Chaunu estima en unas 25 ó 30 toneladas hasta 1520. Agotados los placeres antillanos, se encontrará oro en el continente siguiendo las mismas pautas: primero recolección y saqueo, luego búsqueda en los ríos, y explotación de los yacimientos ya conocidos por los nativos (muchos de los cuales estaban ya parcialmente agotados), y finalmente hallazgo de nuevos yacimientos. Las zonas que tuvieron un buen rendimiento en oro son: Nueva España (Colima, Tehuantepec, y también en el norte, donde solía encontrarse oro asociado a minerales de plata), Centroamérica (Honduras), Quito (Zaruma), en Perú (Carabaya), Chile (Valdivia, y en el XVIII yacimientos de Copiapó o Norte Chico), y sobre todo en Nueva Granada, que tendrá las dos principales zonas productoras de oro: Antioquía (entre los ríos Cauca y Magdalena) en el siglo XVI, y Popayán y el Chocó (en la costa del Pacífico) en el XVIII. En cuanto a cifras de producción aurífera, se estima en diecisiete millones de pesos entre 1493 y 1545, y en 66 millones de pesos de oro (equivalentes a 287 toneladas) para el período 1545 a 1610, cuando casi la mitad de la producción corresponde a Nueva Granada.

Hasta la década de 1540 el valor total del oro producido era superior al de la plata, pero a partir de esa fecha y durante todo el período colonial predominará la plata, gracias al descubrimiento de importantes yacimientos tanto en Nueva España como en Perú, las dos grandes zonas productoras. Las zonas mineras mexicanas más importantes, además de Zacatecas, son: Taxco (1534), Santa Bárbara (1547), Guanajuato (1550), Real del Monte y Pachuca (1552), Sombrerete (1555), Durango (1562), San Luis Potosí (1592); la mayor parte de estos yacimientos están situados en un medio árido y despoblado, cada vez más al norte. En Perú las minas no serán tan numerosas, pero hay una enorme concentración de plata en Potosí, un cerro situado en pleno páramo andino, a más de 4.000 metros de altura; otros yacimientos notables son Porco (1549), Castrovirreina (1599), Oruro (1606), Carangas, Puno, Cerro de Pasco (1630). A ellas cabe añadir la mina de azogue de Huancavélica, descubierta en 1563, que resultará esencial para el refinamiento de la plata por amalgamación. Variantes de dicho método fueron introducidas primero en México (minas de Pachuca) por Bartolomé Medina en la década de 1550 (beneficio de patio), y luego en Perú y Charcas por Pedro Fernández de Velasco a partir de 1571 (beneficio de los cajones), provocando un importante aumento de la producción al permitir aprovechar minerales de más baja ley que con el sistema de fundición en hornos o huairas.

Es muy difícil conocer el volumen de la producción de plata, por el contrabando, la evasión de impuestos, etcétera. Haring calcula que hasta 1560 toda la América española produjo oro y plata por valor de casi ciento cuarenta millones de pesos o dieciséis millones de marcos (139.720.850 y 15.939.836 son las cantidades exactas). Según otros cálculos, en el siglo XVI la producción de plata alcanzó unos 346 millones de pesos ensayados (unos 157 mil millones de maravedíes), equivalentes a unas 15.000 toneladas. Por último, conocemos el valor de los metales preciosos llegados legalmente a España, que entre 1550 y 1700 casi alcanzaron los doscientos mil millones de maravedíes, distribuidos así: - 1556-1600: 76.807.138.301 maravedíes (E. Lorenzo) - 1601-1650: 99.618.464.825 maravedíes (Hamilton) - 1651-1700: 10.761.972.883 maravedíes (García Fuentes) La mayor parte de esta plata procedía de Potosí, que entre 1575 y 1600 proporcionó la mitad de toda la producción argentífera americana, pero que a comienzos del XVII inició un período de decadencia que durará 130 años, por agotamiento del mineral. En el siglo XVIII el Cerro de Pasco será el centro más dinámico de la minería peruana, que en general experimenta un nuevo auge, aunque ahora la principal zona productora será México, particulamente la región de Guanajuato, donde se localizaban las minas más importantes (entre ellas la famosa La Valenciana, la mayor mina individual de la colonia, que llegó a tener 3.300 trabajadores en los túneles, y proporcionaba casi el 80 por 100 de la producción de todo Guanajuato). A comienzos del siglo XIX, Humboldt estimó que la América española producía unos 40 millones de pesos de plata al año, de los cuales 23 millones (el 57,5 por ciento del total) correspondían a Nueva España, líder mundial en la producción argentífera. Y sin embargo, el propio Humboldt subrayaba que el valor de la producción agropecuaria mexicana era superior al de la minería.

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