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Arte Antiguo de España

Desarrollo


Ningún género artístico de la cultura romana refleja tan bien como el retrato la filosofía vital de aquel pueblo. El retrato arraiga con intensidad en la sociedad y ésta lo expande por los nuevos territorios conquistados, alzándose como patrón de romanidad. Conscientes de su singularidad, los arqueólogos e historiadores de la Antigüedad han dedicado numerosos trabajos al análisis de las diferentes vertientes de la retratística romana. El origen del retrato aparece vinculado más a un concepto que a una expresión plástica. Las cabezas halladas en entornos domésticos pompeyanos -como la Casa del Menandro, mero esbozo del rostro humano-, en poco se aproximan al estudio fisiognómico que alcanzará la producción posterior. Como bien definiera Blanco Freijeiro, en la formación del retrato romano es posible detectar tres raíces: la etrusco-itálica, la griega y la corriente autóctona de las maiorum imagines. La combinación de todas ellas dará como resultado una obra inconfundible y genuina que, a pesar de las lógicas diferencias imbuidas paulatinamente por los talleres provinciales, evolucionará paralela en los territorios imperiales. El retrato lo usamos, en términos artístico-arqueológicos, como parámetro del nivel de adaptación de un pueblo hacia la cultura romana, debido a esta aceptación masiva del género por parte de los sucesivos clientes del Imperio. La Península no es ajena a este fenómeno y si marcamos en un mapa la localización de los retratos, privados y públicos, el resultado coincidirá seguramente con los diferentes niveles de romanización de las áreas hispanas. En el estudio del retrato romano es imprescindible marcar una doble categoría entre obra privada y pública, ya sea retrato particular u oficial. El retrato oficial va a servir de patrón en los encargos particulares, marcando pautas y tipos. Sin embargo, el retrato privado tendrá una libertad expresiva que pocas veces apreciamos en el oficial, encorsetado en los inamovibles cánones que lo rigen. Por esto, el estudio del retrato privado nos aproxima mejor a la genuina producción artística de la sociedad romana, ya que la incorporación de elementos autóctonos enriquece el género considerablemente respecto a otras parcelas culturales.

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