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Arte Antiguo de España

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No es posible abordar en el presente texto las vicisitudes de todos y cada uno de los asentamientos ibéricos ante la llegada de Roma. Por ello estimamos oportuno seleccionar algunas ciudades significativas que reflejen los principios aplicados por Roma en esta zona. Tomaremos como hilo conductor las fundaciones reseñadas por las fuentes literarias, epigráficas y numismáticas en combinación con los datos arqueológicos. Las únicas ciudades fundadas por Roma en el siglo II a. C. con categoría de colonia latina fueron Carteia, Valentia, Palma, Pollentia, y quizá Corduba. Según A. Marín Díaz, Itálica, Tarraco, Gracurris y Brutóbriga tuvieron carácter de ciudades peregrinas y sólo con posterioridad alcanzarían un estatus privilegiado. A excepción de Valentia (Valencia) que se fundó ex novo por deductio de los veteranos de las guerras lusitanas, los demás se asentaron sobre núcleos indígenas de mayor o menor entidad. Para estas fechas antiguas, la arqueología ha documentado el abandono de numerosos poblados ibéricos y la ocupación de otros no citados en las fuentes, entre los que destaca Azaila. M. Beltrán ha estudiado la secuencia arqueológica e histórica de este lugar, detectando la existencia de tres ciudades superpuestas. La primera es el típico poblado de tradición hallstáttica, destruido a fines del siglo III a. C., tal vez durante las guerras púnicas.

La segunda ciudad corresponde al momento de la iberización y primera romanización y se sitúa a comienzos del siglo II a. C. Presentaba una planta regular circundada por una muralla. Las calles se trazaron de N-S y de E-O y tenían aceras pavimentadas. Las viviendas eran de tipo ibérico con zócalo de piedra y muros de adobe o tapial. En un tercer momento, tras la destrucción del enclave en tiempos de Sertorio, se levantó una tercera ciudad aprovechando la disposición urbana del poblado anterior. Se construyó una nueva muralla al pie del foso, pero la influencia romana se dejó sentir, sobre todo, en la construcción de edificios públicos como el templo in antis o las termas, y en las domus de aspecto pompeyano. La ciudad fue arrasada el año 49 a. C., después de la batalla de Ilerda según se deduce de los materiales arqueológicos, en especial de las cerámicas importadas de barniz negro. Comentario aparte merece Emporiae (Ampurias), otro de los pocos enclaves estudiados desde el punto de vista urbanístico por E. Sanmartí y un nutrido equipo de arqueólogos. Ampurias es un caso paradigmático de la aplicación de la dípolis. Existían en este lugar dos comunidades en el periodo prerromano: los colonos focenses y los indiketes que, según Estrabón, formaban una comunidad única. Los romanos establecieron al lado de la Neapolis griega un praesidium cuyos escasos restos se fechan en época catoniana (195 a.

C.). A partir del núcleo militar, se desarrolló una ciudad perfectamente estructurada cuya traza se estableció en el paso del siglo II al I a. C. La planta de Ampurias era rectangular (700 x 300 m), con un perímetro de dos kilómetros cercado por una muralla de doble basamento de sillares de caliza local relleno de tierra y piedras, sobre el que se levantó una recia construcción de opus caementicium. Las calles se cruzaban ordenadamente formando insulae de 70 x 35 m. El centro monumental estaba constituido por un templo tetrástilo, y pseudodíptero de carácter itálico que quizá podría ser un capitolio, y más tarde un Cesareum, un gran pórtico en U abierto hacia el sur, con un criptopórtico y una hilera de tabernae cerrando el espacio por la parte meridional. En época imperial, la estructura del templo y su témenos no se modificó, pero se reacondicionaron los espacios forenses. Se añadió una sala hipóstila abierta en la parte E que pudo actuar de basílica y que comunicaba en la parte SE con otro espacio interpretado como curia. Las tabernae de la parte sur se cerraron y se abrieron al O otras, pero en dirección a la calle y no a la plaza. Al norte del pórtico en U, se construyó un macellum articulado en torno a un decumano. En época flavia se edificaron al lado del templo republicano ocho pequeños templetes. Un gimnasio y un anfiteatro de dimensiones modestas completaban el conjunto. En cuanto a la arquitectura doméstica, se conocen dos ejemplos de domus pompeyana, estudiados por Balil y más recientemente por Marte Santos, en lo que respecta a la evolución de sus fases constructivas.

A fines del siglo II, el conjunto monumental de Ampurias pierde su vigor y la ciudad hubo de adaptarse a las nuevas circunstancias derivadas posiblemente de la pérdida de su papel intermediario en el comercio con Roma. A medida que la conquista avanzaba, Roma fue estableciendo ciudades en los rebordes de la Meseta, en Extremadura y Alto Ebro. Fundaciones como Castra Caecilia (Cáceres el Viejo), Metellinum (Medellín) y Pompaelo (Pamplona) surgen ahora relacionadas con los conflictos del periodo sertoriano. Poco se puede decir del urbanismo de estos enclaves. Pompaelo, citada por Estrabón como "la principal ciudad de los vascones" se cree que fue fundada por Pompeio el año 75-74 a. C. para establecer su campamento de invierno. Los estudios de Mezquiriz han documentado una secuencia ocupacional prerromana pero su urbanismo antiguo sólo se ha podido esbozar en líneas muy generales.

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