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Arte Antiguo de España

Desarrollo


En cuanto a lo que atañe al complejo defensivo meridional cabe decir que éste no fue unívoco, sino sujeto a unos cambios cuyas motivaciones tuvieron que ver con las sucesivas transformaciones experimentadas por los santuarios en el período comprendido entre los siglos V y I a. C., de manera que siempre hubo una íntima relación dialéctica entre unos y otro. Es licito suponer que el paulatino avance de la ciudad, a partir de mediados del siglo VI, siguiendo una dirección norte-sur debió de comportar la necesidad de establecer sucesivas líneas defensivas de las que únicamente conocemos, y aun de forma precaria, la más tardía, a cuyos pies fue edificado el primer santuario. De esta fortificación sólo se identifica una torre situada a poniente de la ciudad y algunos jirones de su lienzo situados al norte del santuario de Asklepio. Unos años más tarde, en la primera mitad del siglo IV a. C., coincidiendo con la reconversión del primer santuario situado extramuros en un Asklepieion, se procedió a la sistematización de un nuevo complejo defensivo, que en parte aprovechó edificaciones del antiguo santuario para así conseguir, mediante la construcción complementaria de un nuevo lienzo dotado de tres torres y situado a unos 25 m por delante del más antiguo, un nuevo acceso a la aglomeración. Este consistía en una primera entrada en forma de L invertida desde la que se accedía a un recinto de forma trapezoidal, el cual, controlado desde todos sus lados, se convertía en una trampa mortal para quien lograra acceder a él tras franquear la primera puerta.

Finalmente, al norte del recinto se hallaba ubicada la puerta que permitía acceder a la ciudad. Este complejo, a poniente del cual se hallaba ubicado el Asklepieion, permaneció inalterado hasta que en la segunda mitad del siglo III fue construido un segundo muro, mucho menos potente, por delante del lienzo con torres edificado en el siglo anterior. Este proteichisma, o parapeto antepuesto, fue probablemente construido con ocasión de la segunda guerra púnica y, de ser así, debió de tener el cometido, ante la posibilidad de un ataque cartaginés, de dificultar el acceso a la muralla de las máquinas de guerra. Hacia mediados del siglo II, la ampliación del Asklepieion, que conllevó la creación del ábaton, motivó también la edificación del último y definitivo lienzo de la serie iniciada en el siglo V, para lo cual hubo que desmantelar la muralla del siglo V con la consiguiente sobreelevación de la cota de circulación del terreno situado frente a la misma convertido en la plaza del ábaton. Pero la antigua muralla no cayó sin rendir aún unos postreros servicios a la ciudad. En efecto, si de una parte muchos de sus sillares sirvieron para la construcción del nuevo muro defensivo, de la otra, ella misma, desmochada pero aún puesta parcialmente en pie, se utilizó a modo de cimentación del ala norte de la galería porticada que conformaba el nuevo ábaton. Un nuevo acceso a la ciudad tomó así forma, constituido por una puerta situada entre dos robustas torres cuadradas. Este frente de muralla permaneció inalterado hasta el fin de la ciudad, después de que en época de Augusto fuera unido, mediante una prolongación transversal, con la muralla de la ciudad romana.

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