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Colonizaciones orientales

Desarrollo


El último milenio anterior a nuestra Era fue una época de profundos cambios y agitaciones en el mundo mediterráneo. La irrupción desde Oriente de los pueblos del mar acabó con hititas y micenios, puso en crisis a los egipcios y promovió emigraciones masivas de gentes de todo tipo que navegaron hacia Occidente para encontrar regiones distintas. Es una época en la que los historiadores griegos enumeran a las talasocracias, porque en ellas se sucedían los períodos de hegemonía sobre el mar de grupos de comerciantes, piratas y guerreros, bajo la bandera de una ciudad costera o de una nación que conseguía detentar el poder sobre las otras. Los fenicios eran reconocidos como una de aquellas talasocracias antiguas y también puede decirse que su sistema de organización política y de presencia en el Mediterráneo fue siempre de una potencia naval, primero bajo la dirección de Tiro, Sidón y las metrópolis de la costa libanesa, y luego con el gobierno imperialista establecido en Cartago. Muchas otras ciudades fundadas por los fenicios detentaron también el poder marítimo sobre la pesca y el comercio; en Occidente, Cádiz fue la dueña de las rutas atlánticas y base para la exportación de los metales andaluces, hasta mucho después de la llegada allí de los romanos. La unidad artística y cultural entre las ciudades fenicias y sus colonias occidentales se mantuvo siempre a través de las relaciones mercantiles, de forma que su poder y su influencia pervivieron en el mar a pesar del predominio político de otras naciones. Por ello, el arte fenicio será siempre una síntesis de las variadas relaciones con otros pueblos al servicio de los intereses comerciales; en España, este arte se manifestará en la importación de productos exóticos, en la producción de los objetos que mayor éxito podían obtener entre el público local y en la aportación de nuevos conocimientos técnicos.

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