En busca de una interpretación

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Datos principales


Rango

Paleolítico

Desarrollo


En este aspecto son casi nulas las aportaciones de los investigadores españoles que siguieron primero las teorías de H. Breuil y después las de A. Leroi-Gourhan. En torno al abate Breuil se fueron formando -S. Reinach, H. Bégouen, H. Obermaier, Th. Mainage y otros- varias teorías interpretativas del arte paleolítico, como la de la magia propiciatoria, la de la reproducción animal y humana, la del arte por el arte, la del totemismo, etc., que él mismo aceptó como componentes de una forma primitiva de religión. Para Breuil las figuras tenían que ser consideradas aisladamente. Algunas representaciones, como el brujo o dios de Trois-Frères (Ariège), serían seres protectores de la caza y de la vida. De ello se deducía una explicación excesivamente simplista. En lo recóndito de las cuevas, los magos o brujos del grupo social -clan o tribu- admitían a los que se iban a iniciar en la categoría superior de los cazadores y ante las imágenes se realizaban rituales que tenían por objeto facilitar la captura y la reproducción de los animales. Ciertas representaciones sólo esbozadas, y concretamente las manos, eran los ex votos dejados por los iniciados que, después de la ceremonia -seguramente secreta-, pasaban como se ha dicho a la categoría de adultos-cazadores. Estas explicaciones se basaban en pruebas poco seguras y para fundamentarlas se utilizó en exceso el método de los paralelos etnográficos sin tener en cuenta los milenios transcurridos ni las distancias geográficas.

La interpretación de Breuil y su escuela no tenía en cuenta la posible relación de las figuras entre sí y su situación en los muros de las cuevas. En contraste, éste fue el punto de partida de A. Leroi-Gourhan, apoyado en amplios análisis estadísticos y en el minucioso estudio de los estilos en el arte mueble. Desarrollando unas primeras ideas de A. Laming-Emperaire, Leroi-Gourhan encontró que las asociaciones figurativas son intencionales, responden a tradiciones muy concretas y a la organización de cuevas en santuarios. Teniendo en cuenta que casi la mitad de los animales representados son caballos o bisontes, llegó a la conclusión de que debían representar dos temas acoplados o yuxtapuestos, a los que denominó A y B, correspondiendo a los demás animales papeles secundarios. Basándose en aquella dicotomía, Leroi-Gourhan ve el tema completo de las representaciones naturalísticas paleolíticas como la yuxtaposición, oposición, acoplamiento o asociación no de dos grupos de animales por sí mismos, sino de un grupo femenino (B) y otro masculino (A). Apoyándose en un inventario muy detallado, este autor dividió también los signos en dos grupos: a (masculinos) y b (femeninos). Los signos tendrían el mismo significado que las representaciones animalísticas e incluso podrían sustituirse entre sí. Las manos son un caso aparte y las mutilaciones no serían sino gestos de valor simbólico (recurriendo a los paralelos etnográficos, lo que está en contradicción con las propias ideas del autor).

En cuanto a la vecindad y la superposición, son medios utilizados para expresar la idea de un cuadro complejo. La teoría de que las cuevas estaban decoradas según plan sistemático, cuyo esquema básico se puede reconstruir, es un mérito notable de este ilustre investigador. Pero el problema de la distribución espacial de los santuarios fue sometido a una profunda crítica por parte de P. J. Ucko y A. Rosenfeld, que pusieron en duda la interpretación hecha por dicho autor de los conjuntos de Les Combarelles, Font-de-Gaume y Gabillou. Por nuestra parte recordaremos dos casos examinados personalmente. El primero es Ekaín, cueva en la que las tres zonas decoradas están separadas por importantes espacios vacíos y en aquéllas la distribución de las figuras no encaja con los modelos de Leroi-Gourhan. El segundo es la cueva de Las Monedas que, según el investigador francés, es del Estilo IV reciente, que se diferencia del Estilo IV antiguo, porque la pareja bisonte-caballo en aquél va acompañada del mamut y del reno que faltan en éste. Discreparemos en una figura que para él es un mamut y para nosotros un caballo. Tampoco estamos de acuerdo en su lectura de diversas figuras y en la introducción en el esquema de diversos signos que, para nosotros, son restos de figuras zoomorfas inacabadas o desaparecidas. Para ilustrar el método de Leroi-Gourhan con un caso español recordaremos su interpretación del techo de los policromos de Altamira.

El propio Leroi-Gourhan desarrolla así esta lectura: "Aquí hay dos caballos (A), uno de los cuales, en la cima del eje central, está representado por una enorme cabeza. La mayor parte de la superficie del techo está cubierta por las figuras de 17 bisontes. Esta capa de bisontes (B) está delimitada por el jabalí (D), los dos caballos (A) y las dos ciervas (C1). Los caballos están en posición marginal, pero presentes. Puede observarse de paso lo significativa que puede ser la gran cabeza de caballo, que domina el conjunto del techo y el pequeño bisonte del borde, bajo el cuello de la cierva. Esta disposición recuerda, en la misma época, pero al otro lado de los Pirineos, los juegos de dimensiones entre el caballo, el bisonte y el íbide de Niaux".Para los investigadores actuales los sistemas de Breuil y de Leroi-Gourhan deben ser un punto de referencia obligado. Pero no hay que olvidar otras múltiples hipótesis explicativas que pueden tener parcialmente un valor: magia de reproducción, magia simpática o propiciatoria, pedagogía cinegética, totetismo, integral o no, arte por el arte mismo o arte gratuito, arte ritual, arte conmemorativo, mitades sexuales, etc. Quien sostuviera una sola de estas hipótesis se equivocaría. Sobre el terreno, en la profundidad de las galerías humanas, ante las figuras milenarias, cada uno se interroga y no sabe por qué teoría inclinarse. Es probable que lo que nos engaña sea nuestra compartimentación racionalista del pensamiento y que lo que la realidad nos esconde es algo en lo que entran, en proporciones diversas, alguna o algunas de aquellas posibles elucidaciones.Este es el panorama sucinto del arte paleolítico en su parcela de la Península Ibérica. Frente al hecho maravilloso de su existencia y de la posibilidad de su contemplación, llegados desde la lejanía de los tiempos, su correcta explicación y significado quedan en la penumbra. Sin embargo, no hay que olvidar nunca que se trata del primer arte conocido de la Humanidad. En el Holoceno se producirán otras manifestaciones del arte prehistórico que tienen su problemática específica.

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