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Datos principales


Rango

Paleolítico

Desarrollo


No lejos de las cavidades cántabras orientales, en los alrededores de Ramales de la Victoria, pero ya en la provincia de Vizcaya, en el desfiladero de Translaviña, se abre la cueva de La Venta de la Perra (Molinar de Carranza) que contiene 5 representaciones (caballos y osos) profundamente grabadas y a las que alcanza la luz del día. Más al este se halla la cueva de La Arenaza (San Pedro de Galdames), que contiene algunas pinturas puntilladas que recuerdan las de Covalanas. Entre ellas destacan un toro y una cierva de color rojo. En la misma provincia de Vizcaya es notable la caverna de Santimamiñe (Cortézubi), descubierta en 1916 y publicada por T. de Aranzadi, J. M. de Barandiarán y E. de Eguren en 1925. El santuario, con sus representaciones de color negro y grabadas, tiene unos 20 metros de longitud y constituye una especie de camarín al que se accede por una cascada estalagmítica de 4/5 metros de altura. Este acceso debía ser antiguamente difícil. Más hacia el fondo de la caverna hay alguna figura suelta. Contiene unas 40 figuras, todas, menos tres, en una pequeña galería a la que antiguamente debía accederse con dificultad. Aquel número incluye representaciones de bisontes, caballos, 1 oso y 1 ciervo, en color negro o grabadas. Algunas de estas figuras fueron representadas en posición vertical o rampante. El conjunto puede ser atribuido al Estilo IV y tiene un cierto parecido con las pinturas del Salón Noir de la pirenaica cueva de Niauz (Ariége).

Los bisontes tienen semejanzas con los de Altamira, Le Portel y el mismo Niaux. En cambio en los caballos no se representó la M ventral. Hay un único signo de forma rectangular y vacío, análogo a alguno de La Pasiega. La cueva de La Arenaza (San Pedro de Galdames) tiene unas pocas pinturas -entre ellas un toro y una cierva- realizadas con la misma técnica de tamponado utilizada en Covalanas. En la provincia de Guipúzcoa se descubrieron en los últimos treinta años las cavernas de Altxerri (Aya) (1962) y Ekaín (Deva, Cestona) (1969). Altxerri fue publicada primero por J. M. de Barandiarán y sus colaboradores y luego fue objeto de una monografía de J. Altuna y J. M. Apellániz (1976). En ella dichos autores distinguieron ocho conjuntos de grabados con un total de unas 100 figuras, algunas de las cuales representan animales no muy frecuentes en el arte paleolítico peninsular, como el zorro, el reno y algunos peces (platijas). Las superficies sobre las que se trazaron las obras de arte con frecuencia habían recibido una preparación previa. También aquí algunas figuras están en posición vertical. Todo el conjunto pertenece al Estilo IV reciente (Magdaleniense avanzado) del sistema de Leroi-Gourhan. La cueva de Ekaín fue estudiada por J. Altuna y J. M-. Apellániz (1978). Por sus pinturas en rojo y negro, algunas bícromas, combinadas con grabados, constituye un conjunto muy notable desde el punto de vista técnico. Hay un total de unas 50 figuras animales y unos cuantos signos, destacando los tres paneles principales, de los que Leroi-Gourhan dijo que se trataba del "conjunto de caballos más perfecto de todo el arte cuaternario".

El inventario está formado por 28 caballos, 9 bisontes, 2 ciervos, 3 peces, 3 cabras, 2 osos (uno de ellos acéfalo), 2 indeterminados y varios signos. Hay que destacar los caballos bícromos que presentan cebraduras en las patas. Todo el conjunto pertenece al Estilo IV antiguo. Según aquel mismo autor, "aproximadamente contemporáneos de las de Niaux y de Altamira, las figuras de Ekain representan una de las cimas del período clásico del arte franco-cantábrico". Aunque con escasas manifestaciones de arte paleolítico, en el País Vasco hay que citar asimismo las cuevas de Goikalan, Atxurri y Alkerdi o Berroberría (Urdax). Esta última es la más oriental de las cuevas cantábricas y contiene seis grabados incompletos que son los restos de un santuario exterior mucho más amplio. Por tratarse de un lamentable suceso reciente, que ha hecho correr mucha tinta, seguramente merecen ser mencionadas las obras de arte falsas de la cueva de Zubialde (Alava) de la que se ha ocupado mucho la prensa periódica y que, en el verano de 1992 se ha demostrado que se trataba de una burda falsificación.

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