Literatura medieval catalana

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Datos principales


Rango

Aragón Baja Edad Media

Desarrollo


Uno de los rasgos más característicos de la literatura catalana medieval -si no el que más- consiste en la radical separación lingüística entre poesía y prosa. Mientras la prosa será siempre catalana, la poesía, en tanto que creación culta en lengua vulgar, será occitana. Grandes prosistas como Ramón Llull, Ramón Muntaner o Bernat Metge, que cultivaron un catalán excelente y genuino, en el momento de escribir en rima utilizan la lengua occitana. Esta situación perdurará hasta la obra de Ausiás March, el primer poeta que exhibe una lengua casi totalmente libre de occitanismos. Este hecho, que de alguna manera podría compararse al caso parecido que se da en los líricos castellanos que escriben en gallego-portugués, puede explicarse, en primer lugar, si tenemos en cuenta la unidad política existente entre Cataluña y Provenza a partir del matrimonio entre el conde de Barcelona Ramón Berenguer III y Dolça de Provenza, celebrado en 1112. Esta unión se rompió con la derrota catalano-occitana de Muret en 1213, y se deshizo definitivamente en 1258, al renunciar Jaime I por el tratado de Corbeil a su derecho sobre el Mediodía de las Galias. A diferencia, sin embargo, de italianos y franceses, que adoptaron a sus lenguas respectivas la base trovadoresca común, los catalanes continuaron fieles a la lengua en la que se forjó su propia tradición. Probablemente por una razón de prestigio, no en vano dirá Ramón Vidal de Besalú que "per totas las terras de nostre lengage son de maior autoritat li cantar de la lenga lemosina qe de neguna autra parladura" (por todas las tierras de nuestro lenguaje son de mayor autoridad las composiciones en lemosín que las de las otras lenguas). También por razones de separatismo aristocrático respecto de las creaciones populares o de otros núcleos, al que no debió ser ajeno el papel activo de los monarcas de la casa de Barcelona. Y probablemente porque a pesar de que los vínculos literarios con Occitania se fueron atenuando con el paso del tiempo, nunca desaparecieron del todo, y los catalanes llegaron a sentirse cómodos utilizando, cada vez con mayor laxitud, una lengua entendida exclusivamente como lengua de poesía.

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