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Datos principales


Rango

Castilla Baja Edad Media

Desarrollo


La crisis del siglo anterior, con su cortejo de grandes catástrofes, parecía ya un asunto olvidado. En la decimoquinta centuria el signo dominante, tanto en el terreno demográfico como en el económico, fue de clara recuperación. Ahora bien, desde mediados del siglo XV encontramos de nuevo síntomas preocupantes, en forma de pestes generalizadas o de malos años. No se trataba, ciertamente, de un retorno a los tiempos de la gran depresión, pero sí de un bache, que cuando menos suponía un freno al panorama de expansión que se vivía en la Corona de Castilla por esas fechas. Por de pronto la peste seguía acechando. En 1457 sabemos que causaba estragos en Valladolid. No obstante, el ramalazo pestilente más grave fue el que estalló en el año 1465, tanto por su amplia difusión, pues afectó con mayor o menor intensidad a todos los reinos, como por su duración, ya que aún coleaba en 1468. Precisamente en ese año murió, víctima de la peste, el príncipe Alfonso, el personaje a quien los nobles rebeldes habían proclamado rey tres años antes en Avila, en sustitución de su hermano Enrique IV. De nuevo encontramos brotes de peste en los años setenta, pero por las noticias que tenemos su impacto fue escaso. ¿Y los malos años? También hicieron acto de presencia en Castilla en la segunda mitad del siglo XV. Nos consta, por ejemplo, que en la diócesis de Palencia, en los años 1458 y 1464, se perdió buena parte de la cosecha, a consecuencia de graves alteraciones climatológicas.

Pero quizá el ejemplo más significativo de mal año lo tenemos en 1474. "En el año del Señor de 1474 años ovo un año malo menguado de pan e de todos frutos en toda España, e Francia, e Bretaña. E fue todo esto al contrario de los otros tiempos susodichos, que fueron por seca. E este dicho año fue por mucho agua", escribe el noble vizcaíno Lope García de Salazar en sus Bienandanzas e Fortunas. El período 1450-1480 ha sido considerado, en líneas generales, como de fuertes crisis, lo que contrasta notablemente con el crecimiento de las décadas anteriores. Asimismo en tiempos de Enrique IV, y en particular desde el año 1460, se disparó la inflación, que alcanzó un punto culminante en los años 1476-1478. Paralelamente observamos un aumento sostenido de la renta de la tierra. Mas de lo dicho no deben sacarse conclusiones negativas. El panorama de fondo en la Castilla de la segunda mitad de la decimoquinta centuria era positivo, como lo revela el hambre de tierras de cultivo que se observa por todos los reinos, expresión por su parte del incremento de la población.

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