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Datos principales


Rango

Castilla Baja Edad Media

Desarrollo


Hijo y sucesor de Enrique II, Juan I (1379-1390) continuó la tarea de fortalecimiento del poder regio. En las Cortes de Valladolid del año 1385 se creó el Consejo Real, órgano que derivaba de la antigua curia regia ordinaria. Integrado en principio por doce miembros, cuatro por cada uno de los estamentos, el Consejo Real era una especie de representación permanente de las Cortes en el gobierno del reino. Su principal misión consistía en asesorar al monarca en el ejercicio de sus funciones. La nueva institución fue objeto de numerosos cambios. A los dos años de su creación, en 1387, se dio entrada en el Consejo a cuatro doctores legistas, al tiempo que desaparecía la representación del tercer estado. Una nueva reforma, del año 1459, fijó su composición en ocho letrados, dos prelados y dos caballeros. Todo indica, por lo tanto, que el Consejo Real se convirtió ante todo en un organismo de carácter técnico, puesto totalmente al servicio de la centralización política y del robustecimiento del poder regio. Por lo demás, Juan I prosiguió la pugna con los epígonos Trastámaras, cuya cabeza visible en esos años era el conde de Noreña. En el orden internacional, el rey de Castilla mantuvo su fidelidad a la alianza con Francia. El problema más agudo con que hubo de enfrentarse Juan I surgió en tierras portuguesas. Viudo de su primera esposa, el monarca castellano, según lo acordado en la paz de Elvas de 1382, casó en segundas nupcias con la princesa lusitana Beatriz, hija del rey de Portugal, Fernando I.

Al morir éste, en 1383, quedaba como heredera del trono portugués Beatriz. Juan I se dirigió entonces al país vecino para tomar posesión de aquel reino en nombre de su esposa. Pero ya se había formado allí un bando hostil a Castilla, encabezado por el maestre de la Orden de Avis. Bando que estaba alentado básicamente por la burguesía de las ciudades marítimas y que contaba, en el orden internacional, con la ayuda de Inglaterra. Abiertas las hostilidades militares, los castellanos llegaron a poner sitio a Lisboa (1384), pero tuvieron que abandonarlo ante la propagación de la peste. Al año siguiente, pese a que a su lado combatieron numerosos miembros de la nobleza lusitana, los castellanos fueron derrotados, primero en Troncoso, en el mes de mayo, y en agosto, de manera estrepitosa, en Aljubarrota. Mientras en el trono de Portugal se asentaba Juan de Avis, cabeza de una nueva dinastía, Juan I de Castilla sufría un duro golpe a sus aspiraciones. Mas no todo concluyó en Aljubarrota. El duque de Lancaster, Juan de Gante, casado con una hija de Pedro I, desembarcó en Galicia en 1386. Su finalidad era ocupar el trono castellano, que aseguraba correspondía a su esposa. Juan I, que había reunido a finales de 1386 las Cortes de Castilla y León en la ciudad de Segovia, pronunció ante ellas un brillante discurso en el que justificaba sus legítimos derechos al trono, al tiempo que rechazaba las pretensiones del duque de Lancaster.

En el discurso, por lo demás, lanzó duras acusaciones contra los ingleses, los cuales siempre "dieron favor en los çismas que ffueron en la Yglesia de Dios ...por lo qual Dios les puso çiertas manzillas en sus cuerpos". Era un alegato de indudable carácter xenófobo, con ribetes asimismo de un incipiente nacionalismo. Las tropas de Juan de Gante prosiguieron hacia tierras leonesas, pero encontraron una resistencia tenaz, como se vio en la localidad de Valderas en 1387. Finalmente, Lancaster optó por retirarse. Al año siguiente, 1388, se llegó al acuerdo de Bayona, en el que se estipuló el matrimonio del heredero de Castilla, Enrique, con una hija del inglés, Catalina. De esa manera, al unirse en matrimonio descendientes de Pedro I y de Enrique II, se daba por resuelto el pleito por la sucesión de Castilla, que se arrastraba desde los días de la guerra fratricida.

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