Los primeros síntomas de la crisis

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Castilla Baja Edad Media

Desarrollo


Desde finales del siglo XIII, pero de forma notoria en las primeras décadas del XIV, la documentación nos transmite una imagen rotundamente negativa de la situacíón en que se encontraban las tierras de la Corona de Castilla. Las fuentes nos hablan, de forma machacona, de pobreza y de despoblación. Pero no es menos insistente la referencia en los textos a la violencia ejercida por los poderosos contra los débiles, en particular contra los indefensos labriegos. El primer gran aldabonazo de la crisis se produjo apenas iniciada la decimocuarta centuria. En efecto, en el año 1301, según el testimonio que nos ha transmitido la Crónica de Fernando IV, "fue en toda la tierra muy grant fambre; e los omes moríense por las plazas e por las calles de fambre, e fue tan grande la mortandad en la gente, que bien cuidaron que muriera el cuarto de toda la gente de la tierra; e tan grande era la fambre, que comían los omes pan de grama, e nunca en tiempo del mundo vio ombre tan gran fambre ni tan grand mortandad". El texto, al margen de las curiosas referencias que incluye sobre hábitos alimenticios de tiempos de dificultades, como la alusión al pan de grama, pone de manifiesto la estrecha conexión que existía entre la hambruna y la mortandad, dos de los elementos característicos de la crisis del siglo XIV. La referencia al cuarto de todo la gente de la tierra que murió, a consecuencia de la terrible situación, es a todas luces exagerada. Pero es altamente significativa la insistencia del texto en la novedad que suponía una catástrofe de semejantes dimensiones.

La expresión tierra yerma y despoblada se repite una y otra vez en la documentación de los primeros años del siglo XIV. La Crónica de Alfonso XI nos dice que cuando el monarca salió de la tutoría "falló el regno muy despoblado, et muchos logares yermos". Asimismo numerosos lugares pidieron al rey una reducción de su cabeza fiscal, debido a que había descendido su población. Veamos algunos ejemplos. En 1304 el concejo de Silos, en el área burgalesa, alegaba a Fernando IV que "tenía gran cabeça el concejo sobredicho en la fonsadera". El concejo de Illescas, en tierras toledanas, obtuvo en 1310 una reducción tributaria después de quejarse de "la grant cabeça que tenien de los servicios". Medidas semejantes se adoptaron en 1311 con los concejos de Pancorbo y de Puente de Hitero; en 1314 con el de Fresnillo de las Dueñas, etcétera. Precisamente en 1310, como respuesta a la situación denunciada, se había procedido a realizar en la Corona de Castilla un nuevo igualamiento, el denominado de Tordehumos, cuya finalidad era adecuar la realidad poblacional existente en aquel momento a la carga fiscal demandada por la hacienda regia. En 1315 se rebajaron los tributos de diversos pueblos pertenecientes al monasterio de Santa María de Aguilar de Campóo y en 1318 Alfonso XI concedió a los vasallos de la iglesia de Toledo una reducción de sus pechos porque "eran muy astragados e muy pobres... e otrosi por la muy gran cabeça de los serviçios que fasta aquí tenian".

Pero las cosas parecían seguir igual en los años siguientes. En 1322 se redujo la cabeza fiscal de la villa de Dueñas de 300 a 200 pecheros y en 1324 la propia ciudad de Palencia logró que su contribución a la martiniega pasara de 6.000 a 4.000 maravedíes, por razones similares. En 1326, apenas proclamado Alfonso XI mayor de edad, Garcilaso de la Vega, merino mayor de Castilla y chanciller del rey, propuso el nombramiento de una comisión que recorriera el territorio para establecer el número real de pecheros que había, prueba indiscutible de que las bases sobre las que trabajaba la hacienda regia se encontraban desfasadas. Ese indudable descenso demográfico que se registra en la Corona de Castilla, o más exactamente en las tierras meseteñas, tanto del valle del Duero como del Tajo, podía obedecer, entre otros factores, al atractivo ejercido por Andalucía. Hacia allí salieron, desde los años medios del siglo XIII, numerosos colonos, en su mayor parte originarios de las dos Mesetas. Ahora bien, otro factor perturbador de la vida rural en el período comprendido entre 1284 y 1325 fue, sin duda, la violencia de los poderosos. Veamos algunos ejemplos, seleccionados de la copiosa documentación de la época. Los vecinos de Puebla de Arganzón alegaron, en 1304, que "en tiempo de la guerra resçibieron muchos males ...e grandes dannos e perdidas de quemas e tomas que les avían fecho ricos omnes e infansones e cavalleros". Dos años después eran los habitantes de Silos los que afirmaban haber sufrido cuantiosos daños "en este alboroço que se agora fizo de don Diego e de sus fijos".

Ese personaje no era otro sino don Diego López de Haro, uno de los magnates más inquietos de la corte de Fernando IV. Por su parte, los procuradores de las ciudades y villas protestaron, en las Cortes de Valladolid del año 1307, de que los ricos hombres y los caballeros "quando... an assonadas que toman viandas e lo que fallan por o van et do se ayuntan que lo non pagan, et que por esta razon se astraga la tierra". En 1312 el abad de Oña manifestaba que los hombres del castillo de Frías cometían desmanes sin cuento sobre los vasallos de sus aldeas "tomandoles la ropa e la lenna e la carne e quebrantandolos las casas". Los vecinos de Astudillo, se decía en 1322, eran víctimas de "muchos robos e males e dannos...de ricos omnes e infançones e cavalleros e otros omnes poderosos de la mi tierra". Los atropellos de los malhechores feudales perjudicaban ante todo a los campesinos. De ahí lo expresado por el Poema de Alfonso XI, sin duda con la finalidad de poner de manifiesto el contraste entre la anarquía de la minoridad regia y el orden que el monarca estableció después de 1325: "En este tiempo los sennores Corrian a Castiella, Los mesquinos labradores Pasavan grant mansiella" Así las cosas, no tiene nada de extraño que en las Cortes de Valladolid del año 1325 se dijera, por más que se trataba de una generalización abusiva, que la tierra es "rrobada e astragada e yerma". La propia Crónica de Alfonso XI señala que, ante las crecientes dificultades del mundo rural, "muchas de las gentes del regno desamparaban heredades, et los logares en que vivían, et fueron a poblar a regnos de Aragón et de Portugal". La emigración a otros reinos hispanos, y no sólo a las tierras recién incorporadas de la Bética, también pudo contribuir al descenso de los efectivos demográficos de la Corona de Castilla en el primer cuarto del siglo XIV.

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