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Rango

Almohades

Desarrollo


Siempre es notoria la relación entre arte y política y, más aún, con las tendencias ideológicas, con el ordenamiento teórico y, también, con las tendencias de la realidad -no siempre coincidentes con esa teoría- y que también acaban por asomar, de una manera u otra, en la expresión artística. Esta situación general se precisa, durante la época almohade, en una evidente simplificación estética, búsqueda de líneas puras y gusto por espacios vacíos, tan notable todo ello frente al barroquismo y exuberancia propios del arte inmediatamente anterior del período almorávide; asimismo, se caracteriza el arte almohade por su querencia de monumentalidad, sobre todo en la construcción de grandes mezquitas y alminares. Todas estas características artísticas reflejan, por un lado, el reformismo puritano y la austeridad predicadas por la doctrina almohade, y, por otro, su pujanza imperial, basada tanto en la fuerza de su fe como en su poderío político.Tuvieron a gala los almohades, concordando con su rigor doctrina, manifestar su "sencillez" magrebí en todo lo material como contraste de su alabada grandeza espiritual, y de la grandeza del Imperio que consiguieron luego. Las fuentes alaban tal austeridad por su dimensión religiosa; así los cronistas refieren cómo las gentes de Fez, para manifestar su acatamiento de la doctrina almohade, tuvieron que cubrir con yeso ricos adornos de la mezquita del Qarawiyyin cuando el primer califa almohade Abd al-Mumin iba a ocupar la ciudad, en 1145, dejándola así con grandes espacios blancos, depurada de su polícroma y abigarrada ornamentación almorávide.

Ibn al-Jatib se hace eco de la aureola del ascetismo inicial almohade y subraya dicha dimensión comparativa, al contar su viaje por el sur del Magreb, en el mes de mayo de 1360, cuando rindió visita a Tinmal, y cuenta su paso por "la mezquita de su Iman al-Mahdi (Ibn Tumart) y la casa en que vivió, los restos de su madrasa... Todo indicaba afán de no brillar, de recogimiento y desprecio de aparato, pareciéndose a colmenas de abejas, hormigueros o nidos de pobres pajarillos. Admiramos la clave de aquel pequeño círculo perseguido (que fueron los primeros almohades), ¡cómo llegaron a poseer alcázares magníficos! ¿Cuáles fueron tales claves, que ciertamente aplastaron a la fuerte coalición (de sus enemigos)? ¡y el almimbar de aquella mezquita ¿cómo se conformó tan mínimo, con cualquier recubrimiento, prescindiendo de la obra de remate de otros almimbares que llevan áloe y sándalo en color alternando, más ébano etiópico y marfil?" Así quedó tal austeridad original, presentada como propuesta religiosa, aunque sea también discernible su berberismo poco urbanizado como uno de los ingredientes iniciales del arte almohade.No incorporó el arte almohade nuevas estructuras ni nuevos elementos artísticos, pero, usando los ya existentes en el arte islámico occidental, les otorgó alguna nueva colocación o referencia y mayores dimensiones, además de prescindir de representaciones figurativas, a las cuales se oponen los almohades desde su estricta ortodoxia, restringiendo los adornos florales a un ataurique de hojas lisas, sin el juego de digitaciones y ojetes desarrollados por el arte almorávide; tal ataurique simple es el máximo que la abstracción almohade, en su expresión más neta, se permite, evitando la condenada figuración animada, por lo cual acentúa las combinaciones geométricas y recurre -sin horror al vacío- a austeros espacios desnudos, que pueden ser muy extensos en las paredes interiores.

La aludida monumentalidad del arte almohade no está reñida con su gran proporcionalidad; al contrario, la ideal perfección espiritual que este movimiento predica se plasma en un armonioso ritmo de líneas, pleno de carencias al desarrollarse en amplios escenarios arquitectónicos, que ganan ritmo con el arco de herradura apuntado o agudo, y prescindiendo en general del de herradura circular de la arquitectura cordobesa y con larga vigencia. Usa también arcos lobulados o mixtilíneos, en las zonas más destacadas de la nave central y de las transversales.El pilar de ladrillo es el principal soporte, con trazado variado: cuadrado, en forma de T y cruciforme, aunque abunda el rectangular, en cuyos lados menores se adosan, como mero adorno, medias columnas de ladrillo rematadas con capiteles de yeso. Los mocárabes, en bóveda y frisos, se emplean con mayor frecuencia que en épocas anteriores.Los materiales del arte almohade son los mismos que venían utilizándose en el período inmediatamente anterior: ladrillo, argamasa, yeso y madera. Escasea la piedra, y dejan de labrarse en este material capiteles y columnas, tan abundantes en el arte omeya y cordobés, de los cuales varios se reaprovechan, como puede comprobarse en capiteles y columnas reutilizadas en la fachada de la Giralda y en el patio del Yeso del Alcázar de Sevilla. Muy vistoso es el adorno arquitectónico con cerámica.Resulta discutible la unidad del arte almohade entre sus manifestaciones del Magreb y de al-Andalus.

Las variaciones advertibles entre la decoración sobria de las primeras mezquitas almohades, en su rigor inicial, contrastan con la rica decoración que aparece en algunas yeserías de al-Andalus, producidas cuando ya la pujanza doctrinal de los comienzos se había relajado. Más que una diferenciación geográfica entre lo almohade magrebí y lo almohade andalusí hay que separar dos etapas cronológicas: la inicial, austera (con significativas representaciones magrebíes conservadas, como las del primer reducto almohade de Tinmal) y la etapa posterior, que deja aflorar el recargamiento decorativo andalusí. Un observador tan perspicaz como el historiador Ibn Jaldun, un siglo y pico después de que terminara la dinastía almohade, reflexiona sobre la sencillez inicial de las dinastías magrebíes, con insistencia, en varios pasajes de su Mugaddima; por ejemplo, señala: "al llegar el poder de los almohades, la (poca) cultura sedentaria que tenían no permitía emplear los (habituales) títulos honoríficos ni distinguir funciones administrativas y denominarlas (como suele hacerse), sino tardíamente... Tal (sencillez) era propia de estos estados (magrebíes) en sus comienzos, cuando predominaba su rudeza beduina. Mas, cuando abrieron sus ojos a la política, miraron por su reino y completaron las marcas de la cultura sedentaria y las señales de lujo y fasto..."

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