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Datos principales


Rango

Reconquista

Desarrollo


La difusión y el ascenso social de las lenguas romances no puede hacer olvidar que el latín no perdió su carácter de lengua cultural, y en latín se escribieron himnos y poemas religiosos, el Liber Sancti Iacobi o guía de los peregrinos a Santiago, una parodia (la Garcineida) en la que un canónigo toledano satiriza y parodia en el siglo XII a la jerarquía eclesiástica y a la curia romana responsables de la supresión del rito mozárabe, y en latín se escriben numerosas obras de tipo histórico, en Cataluña y en los reinos occidentales. En el monasterio de Ripoll se redacta la Gesta veterum comitum Barcinonensium et regum Aragonensium cuya primera parte comprende desde la época de Vifredo el Velloso hasta el final del reinado de Jaime I.En Castilla-León, el primer continuador importante de las crónicas del ciclo de Alfonso III es Sompiro, notario real y obispo de Astorga (1035-1041), que lleva su narración hasta el año 982; hasta 1065 llega el relato de la Crónica Silense escrita en 1115 con la idea de historiar el reinado de Alfonso VI; manipula la historia para ensalzar su diócesis el obispo Pelayo de Oviedo; en la Crónica Najerense, de mediados del siglo XII, tienen cabida los temas de la épica popular castellana; y cierra las crónicas reales del siglo XII la de Alfonso VII escrita por un testigo presencial de los hechos que narra.

A estos relatos oficiales y, salvo el de Pelayo de Oviedo, inspirados por los reyes hay que añadir dos obras de tema particular: la Historia Compostelana o historia del obispo compostelano Diego Gelmírez, y la Primera crónica anónima de Sahagún sobre este monasterio y sobre la revuelta de los burgueses contra el abad. Durante el siglo XIII, se escribe la Crónica latina de los reyes de Castilla -1236- que dedica especial atención a los reinados de Alfonso VIII, Enrique I y Fernando III; por los mismos años el obispo Lucas de Tuy cumple el encargo de Berenguela, madre de Fernando III, y reúne en el Chronicon Mundi los datos contenidos en las crónicas posteriores a San Isidoro; y contemporánea de ambas es la redactada, a petición de Fernando III, por el arzobispo toledano Rodrigo Jiménez de Rada con el título de Rerum in Hispania gestarum chronicon. Tanto esta crónica como la del Tudense enlazan con las del ciclo de Alfonso III de fines del siglo IX y se hacen eco y defienden la idea unitaria de la Península; en ambas se identifica a los hispanos con los visigodos y, de modo especial, a los asturleoneses castellanos, alrededor de los cuales se centra la historia de Hispania, aunque Rodrigo, de origen navarro, no olvide incluir las genealogías de los reyes de Navarra, Aragón y Portugal. Su información es mucho más completa que la de los cronistas anteriores; en muchos casos recurre a las fuentes musulmanas y a documentos coetáneos a los hechos que narra, razones por las que, sin duda, Alfonso X la incluye en primer lugar entre los libros de historia que mandó reunir para preparar su Crónica General de España.

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