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Datos principales


Rango

Al-Andalus omeya

Desarrollo


Los saquliba que, al establecerse en las ciudades de la costa oriental de al-Andalus y ejercer el gobierno -formando desde los años 1010 al 1012 las primeras taifas- probablemente no tenían otra visión de las cosas. Jayran, en Almería, Muyahid en Denia, de hecho gobernaron bien las taifas que se estaban formando en su entorno de forma independiente, pero ideológicamente no habían concebido la idea de constituir reinados independientes y mantuvieron la idea de un califato unitario del que, en principio, sólo eran representantes locales. Lo que ocurría realmente era que nadie era capaz de levantar este califato en decadencia. Lo mismo pasaba con los beréberes que se alzaron contra al-Mahdi y establecieron otra serie de poderes provinciales autónomos en al-Andalus a partir del 1013. De hecho, sólo fueron necesarios unos meses para que se viera claramente la fragilidad de las estructuras estatales sobre las que se apoyaba el poder califal. La Revolución de Córdoba había tenido un indiscutible carácter popular. El nuevo califa había enrolado como soldados a numerosos cordobeses tras su participación en la revuelta que le había llevado al poder y había reclutado entre ellos a su guardia palatina. Entre un poder que buscaba el apoyo de la población y los dos grupos, siempre presentes, de eslavos y de beréberes magrebíes, que era la fuerza más segura del poder amirí precisamente por ser extraños a la sociedad andalusí, no podía haber armonía.

Algo más de un mes después de su acceso al poder, en marzo de 1009, al-Mahdi expulsaba de su palacio a un grupo importante de saqaliba que iba a refugiarse en el Sharq al-Andalus. En junio, los mercenarios beréberes del ejército califal, expuestos a las vejaciones tanto de los milicianos cordobeses como de los habitantes de la ciudad, se sublevaron proclamando califa a otro omeya, Sulayman, que tomó el sobrenombre de al-Mustalin. Mientras tanto, al-Mahdi se las había arreglado para provocar la ira de una parte de los omeyas al intentar hacer creer que Hisham II había muerto cuando, en realidad, estaba bajo custodia en el palacio. La crisis del califato de Córdoba había empezado.

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