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Hispania visigoda

Desarrollo


La representación de la política ideológica y del ejercicio del poder en la Hispania de la Antigüedad tardía puede seguirse gracias a la perpetuación dentro de una clara tradición romana bajo-imperial. Los diferentes tipos de fuentes literarias, esencialmente textos apologéticos o panegíricos, al igual que algunas inscripciones relativas a obras de carácter público, así lo demuestran. Esta perpetuidad, de la que expondremos algunos pocos ejemplos, viene marcada ya desde mediados del siglo V y será todavía patente a lo largo del siglo VII, aunque en este momento se denotarán importantes influjos bizantinos. Del primer período del establecimiento visigodo en Occidente, nos referimos al reino visigodo de Tolosa, deseamos resaltar dos documentos que atestiguan el modo en que se produjo la plasmación directa del ejercicio del poder. En primer lugar cabe señalar un texto, entre otros, escrito por Sidonio Apolinar, a modo de panegírico, que proporciona el retrato de Teodorico II, rey de los visigodos entre los años 453 al 466. El texto de Sidonio en su Carta a Agricola (1.2) es el siguiente: "Su cuerpo proporcionado, de menor estatura que los más grandes pero más alto y sobresaliente que la media. La parte alta de la cabeza es redondeada; en ella, desde la frente hasta la nuca desciende una rizada cabellera. Su cuello no es lánguido sino musculoso. Dos arcos de espesas cejas coronan sus ojos; si entorna los párpados, el borde de las pestañas llega cerca de la mitad de sus mejillas; sus orejas se cubren con los bucles que caen sobre ellas, según es costumbre entre su gente.

La nariz es agradablemente curva; los labios finos y sin estar aumentados por una prolongación de las comisuras... Antes del amanecer, con un mínimo acompañamiento, asiste a las ceremonias de sus sacerdotes, a las que honra con gran celo, aun cuando (en opinión personal) se pueda creer que presta esta devoción más por costumbre que por convicción. Un conde que tiene el cargo de escudero, está cercano a su sillón. Tiene a sus órdenes una tropa de guardia cubierta de pieles ... Introducidas las delegaciones de los pueblos las escucha con atención y las responde con pocas palabras. En la segunda hora, se levanta de su trono y va a visitar sus tesoros o sus cuadras ... Si hay un festín, pues en los días normales es similar a cualquier particular, ningún sirviente deposita ningún montón pesado de platería vieja sobre mesas que se tambalean; el mayor peso está en las palabras, pues allí no se relata nada que no sea serio... Cuando llega la hora de jugar, recoge los dados rápidamente, los examina con cuidado, los agita con agilidad ... En las buenas jugadas calla, en las malas sonríe, en las medianas se enfada, en todas adopta el modo de un filósofo... Algunas veces a la hora de cenar, pero raramente, se introducen algunos comediantes, pero estos no tienen el derecho de atacar a un invitado con sus lenguas aceradas ... Nadie toca la lira, nadie toca la flauta ... Cuando se levanta (de la cena) la guardia se sitúa ante el tesoro real y los hombres de armas ocupan las entradas del palacio para vigilar la hora del primer sueño".

Este panegírico recuerda en gran manera el estilo de Casiodoro y de Enodio utilizado para ensalzar las virtudes de Teodorico el ostrogodo, que es totalmente diverso al género de Boecio cuando en su De consolatione Philosophiae (1,4) arremete en contra del mismo monarca ostrogodo. De todas formas, el texto de Sidonio parece que intenta ofrecer una imagen adecuada de un rey cuya reputación no era la justa. Es por ello que insiste en sus características físicas y en sus ocupaciones diarias atendiendo los quehaceres de estado. Por otro lado, tenemos un documento excepcional acerca de las primeras incursiones militares visigodas en Hispania, que dejaron patente el poder visigodo. Se trata de la inscripción, hoy desaparecida, del puente romano de Mérida, donde Eurico en el año 483 llevó a cabo una serie de restauraciones de la fábrica. El largo texto de la inscripción dice (ICERV 363): "Solberat antiquas moles ruinosa vetustas/ lapsum et senio ruptus pendebat opus. / Perdiderat usum suspensa via per amnem / et liberum pontis casus negabat iter. / Nunc tempore potentis Getarum Ervigii (Eurici) regis / quo deditos sibi precepit excoli terras / studuit magnanimus factis extendere nomen / veterum et titulis addit Salla suum. / Nam postquam eximii nobabit moenibus urbem / hoc magis miraculum patrare non destitit. / Construxit arcos, penitus fundabit in undis / et mirum auctoris imitans vicit opus.

/ Nec non et patrie tantum creare munimem / sumi sacerdotis Zenonis suasit amor. / Urbs Augusta felix mansura per saecula longa/ nobate studio ducis et pontificis. Era DXXI". ("La ruinosa vejez había disgregado las antiguas piezas y la fábrica pendía derruida y rota por el paso de los años. Había perdido su utilización el camino suspendido por el río y el derrumbamiento del puente no dejaba libre el camino. Ahora en tiempos de Eurico, poderoso rey de los getas, durante los cuales se ocupó de cuidarse de las tierras que le habían sido entregadas, se afanó magnánimo en propagar su nombre con sus obras. También Salla unió su ilustre nombre a las inscripciones. Pues después que renovó la ciudad con excelentes murallas, no dejó de realizar esta mayor maravilla. Construyó los arcos, estableció los cimientos en lo más profundo del río y superó, aun imitándola, la obra admirable de quien la había proyectado. No en menor medida el amor a la patria impulsó al sumo sacerdote Zenón a construir tamañas defensas. La ciudad Augusta ha de permanecer dichosa durante siglos por el afán renovador de su duque y de su pontífice. Año de 521 de la Era"). A pesar de las dudas que existen sobre este texto, dado que no se pueden hacer actualmente las necesarias comprobaciones, creemos que esta inscripción es un claro ejemplo de la plasmación del ejercicio del poder dentro de la más pura tradición de las inscripciones conmemorativas de restauraciones edilicias.

Correspondiente al período de pleno establecimiento del pueblo visigodo en la Península Ibérica, y como muestra del ejercicio del poder por parte de los monarcas, tenemos varios documentos que creemos merecen ser traídos a colación. Leovigildo, como hemos indicado, buscó la formación de un imperium de modelo tardorromano, a imitación de los emperadores bizantinos, y para ello utilizó una serie de símbolos: manto real, solio, diadema, etc.; acuñó moneda, nombró "sedes regia" a Toledo, como residencia permanente, en la que empezó a construir una residencia real, Praetorium. Fundó ciudades, como Victoriacum, en territorio vascón, o Recopolis en Celtiberia, en el año 578 en honor de su hijo Recaredo. Isidoro de Sevilla señala en la versión corta de sus Historiae (51): "Fue el primero que aumentó el erario y el fisco y fue el primero que entre los suyos se sentó en el solio, cubierto de la vestimenta real, pues antes de él, vestido y asiento eran comunes al pueblo y a los reyes. Asimismo fundó una ciudad en Celtiberia, que llamó Recópolis, por el nombre de su hijo". La imitatio Imperii de Leovigildo fue continuada por su sucesor Recaredo y, en lo sucesivo, se podrá observar bien en el tratamiento que recibirán los monarcas, princeps, gloriosus, gloriosissimus, christianissimus, pius, praeclarus, etc., que se debe contemplar más como una perpetuación de la tradición imperial que como un símbolo nacionalista.

El propio Hermenegildo, durante su rebelión, utilizó los símbolos regios que usaba su padre, y fue proclamado rey. Es conocidísima, por ejemplo, la inscripción de Alcalá de Guadaira, del 580, donde se habla de ambos como reyes: "In nomine domini anno feliciter secundo regni domni nostri Erminigildi regis, quem perseguitur genetor sus dom(inus) Liuvigildus rex. In cibitate Ispa(lensi) indictione..." ("En el nombre de Dios, en el feliz año segundo de nuestro señor rey Hermenegildo, al que persigue su progenitor, el señor rey Leovigildo. En la ciudad de Sevilla, en la indicción..."). Los influjos bizantinos, que se denotan claramente en el ejercicio del poder desde finales del siglo VI y hasta la desaparición del reino visigodo de Toledo, tienen una buena muestra en una inscripción métrica conmemorativa procedente de Carthago Spartaria. En ella se reafirma la fuerza y el poder bizantinos de la renovatio Imperii en toda Hispania, frente a lo que representa el poder monárquico visigodo. Las restauraciones de la muralla fueron ordenadas por el patricio bizantino Comenciolo. El texto de la inscripción dice así: "Quisquis ardua turritum miraris culmina / vestibulumq(ue) urbis duplici porta firmatum / dextra levaq(ue) binos porticos arcos / quibus superum ponitur camera curva convexaq(ue) / Comenciolus sic haec iussit patricius / missus a Mauricio Aug(usto) contra hoste barbaro / magnus virtute magister mil.

Spaniae / sic semper Hispania tali rectore laetetur /dum poli rotantur dumq(ue) sol circuit orbem/Ann. VIII Aug. Ind. VIII". ("Quienquiera que seas que admires los elevados pináculos de las torres y la entrada de la ciudad, fortalecida con una doble puerta, a derecha y a izquierda los dos pórticos, los dos arcos, por encima de los cuales se encuentra una cámara curva y convexa. Comenciolo, el patricio, ordenó hacer estas obras, enviado por Mauricio Augusto contra los enemigos bárbaros, generalísimo en jefe de Spania, grande por su valor. Ojalá siempre Hispania se felicite con un gobernador tal, mientras los polos (de la tierra) giren y mientras el sol discurra por el orbe. Año VIII de Augusto, indicción VIII"). Aparte de toda la información que este texto nos da acerca del tipo de edificación de la puerta de la muralla, es interesante resaltar la mención de Spania, entendida como la provincia bizantina y territorio defendido por las tropas justinianeas, en oposición a Hispania, apelativo por el cual se entiende todo el resto de la geografía peninsular. La utilización de "contra hoste barbaro" es un hecho poco frecuente en los textos referidos a la población de la Península Ibérica durante esta época, teniendo en cuenta que estamos en pleno apogeo del regnum visigothorum toletanum. Correspondiente a la plena época visigoda del siglo VII tenemos dos documentos excepcionales de la plasmación monárquica del poder. Por un lado, una inscripción métrica de carácter edilicio, pues hace referencia a la dedicación de una iglesia a Juan Bautista, por parte del monarca Recesvinto, en el año 661.

La inscripción se halla situada encima del arco triunfal de la denominada iglesia de San Juan Bautista de Baños en Palencia. El texto de la inscripción dice (ICERV 314): "+ Precursor Dni. martir baptista Iohannes / posside constructam in eterno munere sede / quam devotus ego rex Reccesvinthus amator / nominis ipse tui propio de iure dicavi / tertii post decm. -regni comes inclitus anno / sexcentum decies- era nonagesima nobem". ("Precursor del Señor, mártir Juan Bautista posee esta sede, construida como don eterno la cual yo mismo, Recesvinto rey, devoto y amador de tu nombre, te dediqué por propio derecho, en el año tercero, después del décimo, como compañero ínclito del reino. En la Era seiscientos noventa y nueve"). Los hexámetros de esta inscripción están atribuidos a Eugenio de Toledo, coetáneo de Recesvinto. La consagración de la iglesia por parte de Recesvinto se debe muy probablemente a que gracias a las aguas de una fuente en esta zona, el monarca curó de una litiasis renal. Por todos es sabido que esta inscripción (¡aun sin saber si se halla in situ o si procede de alguna construcción habiendo sido trasladada posteriormente!), ha generado y servido de base a todo el estudio de la arquitectura eclesiástica y escultura decorativa de época visigoda, centrada esencialmente en la Meseta castellana. El otro testimonio que creemos puede ser tomado como claro ejemplo del ejercicio del poder en pleno siglo VII es el denominado Tesoro de Guarrazar, al cual hay que sumarle el de Torredonjimeno.

Las coronas y cruces que integran dichos conjuntos nada tienen que ver ni con el tesoro real visigodo, ni con los thesaurus, en el sentido antiguo de las fuentes, ni con objetos de coronación. Se trata de coronas votivas ofrecidas por los monarcas y las altas jerarquías eclesiástica y civil a determinadas iglesias. Este tipo de ofrendas reales es una práctica conocida al menos desde tiempos de Recaredo, pues este rey ofreció una de estas coronas a Félix, mártir de Gerona, y que posteriormente Paulo el usurpador puso sobre su cabeza. Gracias a las letras recortadas y colgantes de los aros de las coronas se ha podido establecer un término cronológico aproximado. Una de las coronas, hoy desaparecida, pertenece al monarca Suintila que sabemos gobernó entre los años 621 y 631: "+ SV(IN)T(H)IL(A)NVS REX OFFERET". La otra corona corresponde a Recesvinto, que ocupó el poder entre el año 649 y 672, y en ella se lee: "+ RECCESVINTHVS REX OFFERET". Otras dos coronas son interesantes, pues nos están hablando de ofrendas realizadas por miembros de las altas capas sociales, como es la de un personaje desconocido, Sonnica, en la cual una inscripción grabada en la cruz colgante dice: "In Domini nomine offeret Sonnica Sancte Marie in Sorbaces". En Sorbaces encontramos un empleo incorrecto del acusativo por un ablativo plural. La otra inscripción, también en una cruz, está dedicada por un abad de nombre Teodosio: "offeret munusculum scto Stefano Theodosius Abbas". Todos estos objetos son muestras del poder ejercido directamente sobre la sociedad, puesto que se utilizan los lugares religiosos de congregación con un impacto directo. Estos documentos, tomados como ejemplos -aunque no exclusivos- de la plasmación del ejercicio del poder, muestran una tradición del mundo romano, profundamente enraizada, que pasando por una imitatio Imperii conforman una interpretatio gothica.

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