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Datos principales


Rango

Hispania republicana

Desarrollo


Los dioses romanos eran en realidad greco-romanos cuando comienzan a difundirse por la Península Ibérica. Desde los orígenes de Roma se había ido produciendo tanto la entrada de dioses griegos en Roma como la equiparación entre dioses romanos y dioses griegos. Durante la II Guerra Púnica, el proceso de sincretismo entre los dioses de ambos panteones casi se había completado. Es ilustrativo este testimonio: el culto a los doce grandes dioses, representación del poder de todos los demás dioses menores, estaba fuertemente implantado en Grecia; la celebración del primer banquete ritual con las imágenes de los doce grandes dioses romanos y ya sincretizados con sus equivalentes griegos, el primer lectisternium, tuvo lugar el año 217 a.C., en plena tensión de la II Guerra Púnica. Cuando los romanos llegaron a la Península se encontraron con comunidades que tenían panteones diversos: los dioses de las colonias griegas, los de los fenicio-púnicos y una gran variedad de dioses locales. Y, desde los comienzos, se abrió un proceso de asimilación progresiva de los dioses romanos con los venerados por los pueblos de la Península. Así, si el autor es griego, alude a la Artemis de Hemeroscopio (cerca de Denia), de Sagunto y de las colonias griegas, mientras los autores latinos se refieren a la misma divinidad con el nombre de Diana. En la Roma primitiva, la Diana del Aventino y la venerada en Nemi eran ya análogas, incluso en su representación, a la Artemis Efesia, divinidad protectora de los colonizadores focenses con advocaciones de diosa de la caza, de la luz y de la fertilidad femenina.

Análogo fenómeno se da en los dioses púnicos de Cartagena que no son mencionados con su nombre originario sino con su equivalente griego o latino: Cronos/Saturno o bien Asclepios/Esculapio. El dios fenicio Melkart, venerado en el santuario de Cádiz, comienza pronto a ser conocido como Hércules/Hércules Gaditano, a pesar de que se mantuvieran los rituales tradicionales e incluso la misma organización sacerdotal. Y nos consta que importantes personajes cartagineses, entre ellos Aníbal, como otros romanos, incluido el propio César, acudieron al santuario gaditano, en el que venerando al mismo dios lo llamaron con nombres distintos. En otras ocasiones, el sincretismo no se percibe más que por una información indirecta de algún hallazgo arqueológico. De Ilici (Elche) se conocen varias representaciones, en pintura sobre cerámica, de una figura femenina alada que ha sido identificada con la diosa fenicia Tanit. Hay constancia de que, en Africa, esta diosa se asimiló con la romana Juno. Y disponemos también de testimonios antiguos de un culto público a Juno en Elche, lo que permite pensar en otro caso de sincretismo religioso. Recientemente González Blanco dio a conocer una parte de los varios paneles de grafitos pintados en la Cueva de la Fortuna, cercana a Murcia. Se trata de un santuario de curación por aguas medicinales junto al cual hay un balneario moderno. Los textos conocidos hasta ahora tienen una fecha inicial del siglo I d.C., pero hay varios indicios de que el origen del santuario es anterior y de que podemos esperar que aparezcan textos votivos de época republicana. Y, como éste, otros santuarios de aguas medicinales pervivieron después de la conquista recibiendo sus dioses nombres de dioses romanos (Apolo, Fortuna, Salus, Aesculapius o Nymphae).

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