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Datos principales


Rango

Hispania republicana

Desarrollo


La época de las Guerras Lusitanas coincide con la de las Guerras Celtibéricas. A pesar de ello, no sólo en el relato de los autores antiguos sino en el escenario de las operaciones, se plantean como acontecimientos independientes, aunque la coincidencia cronológica siempre ha hecho pensar en una cierta connivencia de ambos bloques de poblaciones indígenas. La primera realidad histórica que conviene despejar reside en la comprobación de que las Guerras Lusitanas sólo alcanzaron el escenario propiamente lusitano en los últimos enfrentamientos, a partir de finales del 139 a.C., año de la muerte de Viriato. Hasta esa fecha, las batallas se plantean entre lusitanos y sus aliados contra los romanos en diversos lugares del Sur peninsular. A partir de comienzos del Imperio, la provincia Lusitania estará limitada por el Guadiana y el Duero con una entrada en cuña en lo que hoy es territorio de España hasta la altura de Talavera de la Reina (provincia de Toledo). El territorio lusitano prerromano tenía sus límites entre el Duero y el Tajo. En el sur de Portugal habitaba el pueblo de los cuneos o cunetes. Ahora bien, ya en las primeras noticias sobre enfrentamientos armados entre romanos y lusitanos (año 194 a.C.), se nos presenta a éstos como bandas que, después de devastar la Ulterior, se enfrentaron con el ejército romano mandado por Publio Escipión cerca de la ciudad de Ilipa (Alcalá del Río, provincia de Sevilla).

Una breve descripción de historia fáctica referida a los años 155-138 a.C. puede ayudar a valorar mejor el carácter y el escenario de la guerra. El 154 a.C., Púnico, caudillo de los lusitanos, ayudado por los vettones, causa grandes pérdidas al ejército romano -Apiano, Iber., 56-57, habla de 6.000- y ataca a los blastofenicios o libiofenicios, es decir a la población costera situada entre Cádiz y Almuñécar. Muerto Púnico, le sucede Kaisaro. El 153 a.C., Caucaino, otro jefe de los lusitanos que operaban al sur del Tajo, une sus tropas a las de Púnico. Después de varios enfrentamientos favorables a los lusitanos en los que mueren otros varios miles del ejército romano, las tropas lusitanas sitian y toman Conistorgis, la ciudad o centro político de los conios. El 152 a.C., las operaciones militares fueron favorables para los romanos luchando contra los lusitanos en Nertobriga (Fregenal de la Sierra) y junto a otra ciudad de localización desconocida que se nos ha trasmitido bajo el nombre de Osthrakai, sin duda deformado. Estando Sulpicio Galba como propretor de la Ulterior tuvo lugar un viraje de la guerra. Bajo la promesa de repartir tierras a los lusitanos, acuden éstos aceptando la condición de ir desarmados. Aprovechando su indefensión, Galba manda a sus tropas masacrar a los lusitanos. Algunos pudieron escapar y, entre ellos, Viriato quien se puso al frente de los restos del ejército lusitano e inició una guerra sin cuartel, sirviéndose de estratagemas y de lucha de guerrillas.

Hasta el propio gobernador de la Ulterior para los años 147-146 a.C., Vetilio, cayó prisionero luchando en el valle del Guadalquivir, en Tribola (de localización incierta). La movilidad de las tropas mandadas por Viriato hizo imposible el que los romanos obtuvieran alguna victoria sobre los lusitanos. Entre el 146-145 a.C., Viriato se encuentra operando en Carpetania y atacando a Segobriga (Cabeza del Griego, Saelices), ciudad celtíbera que se había pasado a los romanos En los años 145-144 a.C., Viriato dirige sus tropas contra Osuna (provincia de Sevilla) y se retira a Baecula (cerca de Bailén, provincia de Jaén). Bajo el gobierno de Q. Fabio Máximo sobre la Ulterior (141-140 a.C.), sigue la guerra en el valle del Guadiana y del Guadalquivir: en Itucci (Baena, provincia de Córdoba) y en Erisan/Arsa, ciudad de la Beturia. Y el 139, cuando tres lusitanos (Audax, Ditalco y Minuro) pagados por los romanos asesinan a traición a su jefe Viriato, se luchaba en la Beturia y cerca de Chipiona (provincia de Cádiz). El resto de las operaciones militares resultaron fáciles: D. Junio Bruto, gobernador de la Ulterior, está en condiciones de hacer un paseo militar por los territorios de los lusitanos sin encontrar más resistencia significativa que la ofrecida por la ciudad de Talabriga. Más aún, Bruto hace incluso una incursión en territorio galaico cruzando el Miño. En medio del relato de las batallas y de sus resultados, los autores antiguos incluyen otras informaciones que son centrales para la comprensión de estas guerras.

En primer lugar, hay un hecho llamativo: las bandas de lusitanos operan en los territorios del Sur y nunca contra las comunidades lusitanas de donde habían salido. De otros pueblos y, de modo particular, de los de Italia, conocemos comportamientos semejantes; baste recordar a los volscos que estuvieron presionando durante un siglo a las poblaciones del Lacio o a los samnitas con su progresiva expansión por la vecina Campania. Los historiadores modernos conocen estas prácticas como las primaveras sagradas, traducción del latín ver sacrum. La tensión demográfica de volscos y samnitas se resolvía mediante la consagración de una parte de los jóvenes al dios Marte bajo cuya protección y con el apoyo de sus comunidades organizaban bandas que emigraban a la búsqueda de nuevas tierras. Si no era exactamente igual, no distaba mucho el comportamiento de las bandas lusitanas. Dice Diodoro (V, 34): "Cuando los jóvenes lusitanos alcanzaban la edad viril y se encontraban en dificultades económicas, si tenían vigor físico y ánimos, se marchaban a las montañas y allí formaban grupos para preparar golpes de mano sobre las poblaciones pacíficas". Hay un segundo hecho no menos indicativo del trasfondo de los relatos militares. El éxito inicial de Viriato vino acompañado de la boda con la hija del rico lusitano Astolpas. Al margen de que el relato de la boda presentado por Diodoro (33, 7, 1-4) pueda responder a algunos tópicos ("Astolpas, el rico, exhibió copas de oro y de plato, tejidos bordados de todo tipo.

.., mientras Viriato acudió con su lanza, sin tomar baño e hizo una comida frugal para irse al punto a la montaña"), refleja dos polos de la sociedad lusitana: el sector acomodado frente a quienes se veían obligados a formar bandas armadas para subsistir. La posible tensión entre ambos sectores se diluye al orientarse la acción de esas bandas contra poblaciones ajenas. Más aún, las bandas lusitanas servían de escudo para la defensa del propio territorio. Entre Viriato y su suegro terminó habiendo tensiones y poco después se produce el asesinato de Viriato. Roma siempre se había apoyado en las oligarquías indígenas a cambio de la protección de sus intereses. No es, pues, nada imposible que Astolpas u otros lusitanos de las elites locales hubieran terminado pactando con Roma, cuando calcularon que obtenían protección más segura que de Viriato. Habría encontrado confirmación la sospecha que Viriato tenía sobre su suegro, en la interpretación de Diodoro (XXXIII, 7,4), cuando le dijo: "¿Cómo los romanos, que ven estas riquezas en los banquetes de sus casas, rechazan las tuyas (de Astolpas) que tienen un gran valor, cuando podían, en virtud de su poder, adueñarse de ellas?" Con el fin de las Guerras Lusitanas, todo el nuevo territorio conquistado al sur del Duero quedó como propiedad del Estado romano y su población sometida al pago de un impuesto regular del 5 por ciento por el uso de la que antes era su tierra. Entre las medidas particulares de Junio Bruto se encuentra la intervención destinada a eliminar tensiones sociales entre las poblaciones indígenas con la fundación de dos ciudades: Brutobriga de localización insegura y Valentia, sobre cuya identificación se han hecho propuestas tan distintas como la de suponer que era Valença do Miño, Valencia de Alcántara o bien la Valencia de la costa mediterránea. Estos asentamientos iban acompañados de distribución de tierras. Y, mientras la población asentada tuviera estatuto peregrino, ninguna de esas ciudades podía recibir la categoría de ciudad privilegiada (colonia o municipio); la fundación de Valencia como colonia en fechas cercanas a esta decisión de Bruto plantea dudas no bien resueltas, sobre cuya explicación no podemos extendernos ahora.

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