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Datos principales


Rango

Periodo prerromano

Desarrollo


Las obras de los autores greco-latinos de época clásica romana nos transmiten una serie de informaciones que son juicios y descripciones desde su propia óptica e ideología de una realidad histórica que, en muchos casos, se aleja bastante de la suya, por lo que se produce una "interpretación" de la misma realidad que intentan describir. Estos autores tienen su particular visión de la historia y, sobre todo, de la de otros pueblos, que sólo les interesan en la medida en que entran en relación con Roma, fijándose básicamente en lo que es extraño a ellos y acuñando una serie de clichés que luego aplican indiscriminadamente. Por ejemplo, en el relato de Estrabón referido a las poblaciones que él llama "montañesas" del Norte de la Península se encuentra una descripción no objetiva de las mismas, que se inserta en la idea general que sobre el bárbaro existía en la época en que el geógrafo de Amasia realiza su obra. Por ello, a la hora de manejar estas fuentes, como muy acertadamente ha señalado J.C. Bermejo, es absolutamente necesario tratar de encontrar su sentido específico teniendo en cuenta la mentalidad de los autores, pues, sólo así, considerando los modelos sociológicos e históricos que poseen los autores griegos y latinos para juzgar a las culturas bárbaras, es posible llegar a separar en sus descripciones lo real de lo imaginario. A partir de estas premisas podemos descubrir en la obra de Estrabón una serie de elementos y criterios ideológicos que fundamentan su descripción de los "montañeses" del norte de Iberia y que han sido claramente puestos de manifiesto por M.

C. González (Veleia, 5, 1988, págs. 181-187). En la descripción que Estrabón hace de los pueblos del norte podemos estar ante meros tópicos que lo único que nos permiten conocer son las características fundamentales que definen la visión que la etnogeografia antigua tiene acerca de los "montañeses" y los "bárbaros". Hay que valorar e interpretar la obra de Estrabón en sus justos términos, separando los tópicos propios de un discurso ideológico de intencionalidad política de los datos concretos que, corroborados por otras fuentes, sí reflejan la realidad histórica que se intenta describir. Para ello es necesario contrastar los datos de las fuentes literarias con los de las epigráficas y la arqueología. Las inscripciones que fueron realizadas en su mayoría en época romana sobre material duro, con relativa frecuencia, incluyen "restos inconscientes" de la sociedad indígena que nos permiten conocer los procesos de cambio que han tenido lugar en las estructuras prerromanas. Lo que ha llegado hasta nosotros reflejado en estas fuentes no es la realidad indígena prerromana, sino la realidad indígeno-romana (galaico-romana, astur-romana, celtibero-romana vasco-romana, etc.); de ahí la dificultad de analizar por separado estos dos mundos, pues conocemos el primero, el indígena, gracias a las formas de expresión del segundo. Hoy nadie duda, por ejemplo, que las gentes, gentilitates y demás formas organizativas de los pueblos del área indoeuropea peninsular sean de época anterior a la conquista romana, a pesar de que los conocemos por inscripciones de después de la conquista; el problema es interpretar el significado de la referencia a estos elementos del período prerromano.

Como complemento de estas fuentes las acuñaciones de monedas sirven con bastante frecuencia para confirmar la identificación de civitates. Asimismo, los datos que se obtienen en las distintas actividades arqueológicas serían de gran ayuda en la resolución de problemas planteados para éste y otros procesos históricos del mundo antiguo, pero desgraciadamente la ausencia de prospecciones y excavaciones en muchas zonas, la falta de estratigrafías completas y claras en yacimientos ya excavados, así como la publicación de noticias sobre excavaciones ya realizadas o en curso, etc., hacen que en muchas ocasiones estos posibles datos tengan escaso valor. Por otra parte, a través del análisis de la onomástica sobre todo (toponimia, antroponimia, teonimia, etc.) la lingüística nos ofrece información indispensable sobre el sustrato lingüístico y las áreas antroponímicas, así como la relación entre antropónimos y nombres de unidades organizativas indígenas, entre otros aspectos.

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