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Datos principales


Rango

XX20

Desarrollo


El principal responsable del grupo El Paso y uno de los más afamados pintores de la segunda mitad del siglo en España, Antonio Saura, nació en Huesca y sufrió la experiencia de la guerra civil muy niño en Barcelona; después pasó buena parte de su adolescencia inmóvil a causa de una enfermedad. De entonces datan algunas de sus obsesiones más características: los recortes de fotografías de periódico y revistas o El Perro de Goya.Sus primeras obras, a finales de los años cuarenta, cuando el panorama español empezaba a desperezarse, arrancan del surrealismo en su vertiente más onírica. La primera exposición que hizo en 1951 apareció bajo el epígrafe Pinturas surrealistas de Antonio Saura y en busca del surrealismo se instaló en París en 1952 con el crítico José Ayllón. Allí encontró el surrealismo, pero tan debilitado y autocomplaciente que no consiguió interesarle; en 1955 rompió con él y volvió a España, dispuesto a vigorizar el arte español. Pero en París también había encontrado cosas vivas, con nervio: el informalismo francés y el expresionismo abstracto americano, que consiguieron despertar su interés y le mostraron el camino a seguir.Ya antes de El Paso la pintura de Saura es gestual, de gesto automático, como la definió Margit Rowell, cercana a Pollock y De Kooning, pero también a Wols, Appel, Jorn o Alechinsky, y sin abandonar nunca del todo la figuración, que para él constituye el esquema imprescindible para no perderse en el caos.

Saura hace una pintura violenta, cargada de expresividad, con muy pocos colores -negro y blanco sobre todo-, aunque en los últimos años ha ampliado la paleta. Sus temas, obsesiones mejor, como él mismo las llama, son pocas y repetidas -obsesivamente- a lo largo de los años: mujeres, crucificados, personajes históricos, multitudes, el perro de Goya, Rembrandt, curas y desnudos... Todos ellos forman una "galería de curiosidades, una parada de monstruos, una cámara de maravillas negativa". Saura transforma en monstruo todo lo que toca: Brigitte Bardot, Madame Recamier, él mismo, un cura de Cuenca o Georg Bacchi, que ya era una maravilla viva en el siglo XVI con el ojo atravesado por una lanza.

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