Mark Tobey y la caligrafía oriental

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Rango

XX18

Desarrollo


También Mark Tobey (1890-1976) hace una labor semejante a la de Gorky y De Kooning, pero partiendo de una base diferente, no del surrealismo ni del expresionismo, sino de la caligrafía oriental.Tobey es un americano, pero no un neoyorquino, que empezó interesándose -como Pollock- por la pintura de los indios. Entre 1925 y 1927 viajó por Europa -trabajó durante algún tiempo en Inglaterra- y por Oriente, y luego en 1934, recorrió China y Japón. Allí se convirtió al budismo y pasó una temporada en un monasterio zen. Partiendo del conocimiento profundo del arte de Extremo Oriente que le proporcionaron estos viajes, en los años treinta se interesa por la caligrafía oriental -los signos-, a los que despoja de su significado tradicional, para quedarse sólo con ellos, como palabras que pierden el sentido y mantienen únicamente el sonido, haciéndose así repetibles hasta el infinito y dando lugar a una trama o un laberinto de signos blancos y filiformes, casi iguales. Escrituras blancas les llamó a estas imágenes, en las que cruzó, como ha escrito Argan, "las aguas tranquilas de las tradiciones figurativas de Extremo Oriente con las agitadas corrientes europeas..." (americanas ya). Su meta era armonizar las culturas oriental y occidental y encontrar respuestas a su pintura tanto en orientales como en occidentales (americanos o europeos).Descontento con la perspectiva tradicional y el espacio renacentista excesivamente represor, Tobey busca una nueva libertad que le permita abordar los temas que le interesan: las grandes ciudades modernas bullendo de gente que va de un lado a otro, como hormigas atareadas o como signos chinos. "Con la escritura blanca -ha escrito Tobey- vi que podía pintar los frenéticos ritmos de la ciudad moderna, algo a lo que ni siquiera podía aproximarme con técnicas del Renacimiento".Tobey no es un pintor de acción, sino de meditación, lo que le diferencia de la mayor parte de los pintores del momento. Y la línea que él inaugura, de atención a las raíces profundas del arte oriental -que, por otra parte, no era radicalmente nueva- es una de las más productivas en la segunda mitad del siglo XX.

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