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Batalla por Berlín

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Cuenta AIbert Speer, el ministro de armamentos del Reich, que en los días de la agonía de Berlín, Hitler terminó por confesarle que estaba dispuesto a suicidarse cuando la derrota fuera inminente y que el momento estaba a punto de llegar. Ambos se despidieron tristemente. Horas después, el mismo Speer veía asombrado cómo Hitler hablaba con uno de sus generales de la marcha de las operaciones y le manifestaba su fe en la victoria. Speer, qué conocía a Hitler desde hacia 14 años, se asombraba de la capacidad de fabulación y simulación de aquel hombre y se preguntaba: "¿desde cuando sabe Hitler que la derrota de Alemania es segura? ¿desde Stalingrado? ¿desde el fracaso de la Operación Ciudadela?" Y si Hitler lo sabía ¿cómo lo podían ignorar quienes le rodeaban? Esta es una de las incógnitas más curiosas respecto al funcionamiento del III Reich, sus amigos y sus más íntimos colaboradores conocían bastantes temas reservados. Los ministros y los generales mejor situados, sabían muchas cosas, pero Hitler buscó siempre tener todo en compartimentos estancos, de modo que sólo él tuviera las claves de todo. Por ejemplo, cuando el general en jefe del grupo de Ejércitos Centro, Reinhardt, que defendía Prusia Oriental, se dirige a Guderian, jefe del Estado Mayor de los Ejércitos del Este, y le pregunta por la situación general, éste le dice que apenas si la conoce. Más aún, a Hitler le irritaba profundamente que incluso sus hombres de confianza se inmiscuyeran en cuestiones ajenas a su zona de actuación, aunque los asuntos estuvieran amenazados. AIbert Speer recibió una fuerte reprimenda cuando, tras un informe sobre producción de armas, municiones y combustible, concluyó que Alemania debería deponer las armas en el plazo de un año como hipótesis óptima... -"¡Aquí las conclusiones las saco yo!", le gritó el Führer muy enfadado.

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