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Norman/libro 3

Desarrollo


Los Altos Mandos alemanes aun se mostraban escépticos en relación con los resultados del desembarco. Se esperaba que las fuerzas de defensa consiguieran devolver a los aliados al mar. Por su parte, Hitler estaba incubando en aquel momento la absurda esperanza de vencer a Inglaterra con sus famosas armas secretas. En coincidencia con el desembarco, centenares de V 1 habían comenzado a llover sobre Londres. El efecto de las bombas volantes fue desastroso. Los londinenses, que desde hacía años sufrían los bombardeos, fueron nuevamente presa del pánico. Se sabe, sin embargo, que no fueron estas armas secretas las que cambiaron el curso de la Historia. "Hace calor en Suez, hace calor en Suez", seguía repitiendo sin cesar Radio Londres. Era la señal que esperaban los partisanos franceses para entrar en acción. Inmediatamente, en todo el país, los alemanes fueron atacados y las líneas de comunicación saboteadas. Mientras caía la noche del Día-D, Eisenhower, en la roulotte en la que había instalado el mando, escuchaba satisfecho los informes del día. "La gran cruzada contra el nazismo ha comenzado" -declaró más tarde a los periodistas-. Tengo la máxima confianza en los ejércitos y en los pueblos de las Naciones Unidas. Estoy seguro de que, con su ayuda, demostraremos de una vez por todas que la democracia, cuando es necesario, puede convertirse en la más perfecta máquina bélica que se pueda imaginar".

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