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Rango

Norman/libro 3

Desarrollo


Dos submarinos británicos de pequeñas dimensiones, dotados con instrumentos de medición meteorológica, fueron enviados frente a las costas de Normandía con la misión de transmitir información sobre el tiempo y las mareas, información sumamente importante para el mando aliado. Sin embargo, cuando se dio la orden de regresar a los convoyes que ya habían zarpado y se decidió que la invasión se retrasaría veinticuatro horas, nadie se acordó de los dos sumergibles meteorológicos. Ninguno se acordó de hacerles salir a la superficie y volver. Carentes de señalizadores, los pequeños submarinos permanecieron en el fondo del mar, en absoluto silencio, con su tripulación conteniendo el aliento para no hacerse reconocible, en espera de que pasaran las horas previstas antes del desembarco. Las horas pasaron, pero no sucedía nada. Los comandantes no sabían qué decisión tomar. Temían comprometer, con iniciativas individuales, el éxito de la operación. Se quedaron en inmersión esperando; mientras, las provisiones de oxígeno se iban agotando y crecía la amenaza de una muerte atroz o de una emersión que, en la eventualidad de un cambio completo de la situación, les habría colocado en manos de los alemanes. Su drama duró exactamente veinticuatro horas, es decir, lo que se retrasó la invasión. Finalmente, a las seis de la mañana del día 6, y no a las seis de la mañana del día 5, los primeros disparos les avisaron de dos cosas: la primera, que el Día-D había llegado finalmente; la segunda, la constatación de que se habían olvidado de ellos.

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