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Anzio/Cassino

Desarrollo


La política social de la República de Saló supone un intento por parte del fascismo forzosamente renovado de modificar radicalmente la base social sobre la que se apoyó durante el ventenio.En el Congreso de Verona -no confundir con el proceso posterior- no sólo se acusa de traición a los fascistas que contribuyeron al derrocamiento de Mussolini, al rey y la dinastía o a Badoglio, sino que tal acusación se extiende explícitamente a la gran burguesía italiana que, tras haberse enriquecido gracias al régimen, al final también lo ha abandonado y traicionado.Por otra parte, el resurgir del movimiento obrero por las duras condiciones que imponía la guerra (recordemos las huelgas de marzo de 1943 y, sobre todo, las de noviembre en Turín y Milán, una vez implantada la nueva República) llevan al nuevo régimen a dedicar una especial atención a su política social. Así, el Gobierno decreta un aumento general de salarios y propone la creación de un nuevo sindicato basado en las comisiones internas de fábrica.En diciembre de 1943, Angelo Tarchi es nombrado ministro de la Economía Corporativa. Tarchi es el autor de un plan para la creación de la nueva estructura de la economía italiana que aprueba el Consejo de Ministros del 13 de enero de 1944 y que se traduce un mes después, el 12 de febrero, en un decreto-ley que establece la socialización de las empresas, es decir, el traspaso de la gestión (no de la propiedad) a unos consejos donde los representantes de los trabajadores están en igual número que los representantes del capital.

Los trabajadores, que ya habían conseguido una mínima reorganización en la clandestinidad, responden a todo ello con la huelga general de 1 de marzo, reprimida con enorme dureza.A pesar del fracaso inicial, la RSI no renuncia a su política demagógica y crea, mediante un decreto-ley de 10 de mayo de 1944, la Confederación General del Trabajo, de la Técnica y de las Artes, con lo que se liquidaba, de hecho, el sistema corporativo.En realidad toda esta política no pasó más allá de las palabras. El nuevo Estado carecía de un control real sobre el aparato productivo italiano. Los grandes industriales conservaron su situación, apoyándose en el interés alemán de no poner en peligro la producción bélica.En materia económica, la República de Saló se subordina a los intereses alemanes y a las disposiciones de la administración militar germana. De todos modos, tras los primeros meses de absoluta desorganización, la producción industrial italiana en el territorio no controlado por los aliados alcanza casi un 60 por 100 de las cifras normales antes del derrocamiento del Duce.Pero en los primeros meses de 1945, poco antes de la definitiva ofensiva aliada, cae en picado por falta de energía, de materias primas y por la continua agitación obrera. Del mismo modo disminuyó mucho la producción agrícola.

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