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Anzio/Cassino

Desarrollo


De inmediato, la agotada población de Italia identifica la caída del dictador con la paz, y se lanza a la calle para celebrarlo alborozadamente. En muchas zonas son asaltados y saqueados los locales del partido, mientras los sorprendidos jerarcas se ven obligados a esconderse ante unos hechos totalmente inesperados.Ni siquiera será preciso reducir a la Milizia, teórica fuerza de defensa del régimen. Su comandante entrega pacíficamente el mando al Ejército, que la va a emplear como fuerza de represión contra posibles alteraciones del orden público.Quedaba demostrada la fragilidad de un régimen que había sojuzgado al país durante más de dos decenios. Caída su figura mítica, el prepotente partido se deshacía en silenciosa desbandada.En lo relativo a la nueva ordenación del Estado, los conservadores se limitarían en días sucesivos a destruir las formas externas de la dictadura -partido, corporaciones, etcétera-, pero manteniendo los instrumentos de represión preexistentes.Un régimen autoritario ultraconservador, privado de los posibles apoyos de las clases medias liberales y de los sectores obreros, sustituía de esta forma al fascismo. Las viejas clases dominantes recobraban así su abierto predominio e impedían de forma más cruda la necesaria regeneración del país.Menos de un año después, con el territorio nacional invadido y desgarrado por la lucha, estas clases habían de retirarse del primer plano político visible y ceder el paso a la coalición antifascista, que por el momento sigue en la clandestinidad.

Mostrando el verdadero rostro de las nuevas autoridades, el Ejército abre fuego sobre las manifestaciones que se producen en algunos lugares, y en Milán se declara el estado de sitio. Todos los poderes son asumidos por el Ejército, que, al tiempo que utiliza como fuerza de choque a las antiguas formaciones fascistas, impone una larga serie de prohibiciones y suspensiones de derechos que superan incluso a las establecidas por la dictadura caída.El temor a un desbordamiento por la izquierda se une a la espera temerosa de la reacción germana. El general Roatta, antiguo comandante expedicionario en España, ordena a todas las fuerzas armadas del país: "En caso de manifestaciones, es preciso proceder ante la población como contra el enemigo: con morteros, artillería. Que no se tire nunca al aire, sino a dar, como en el combate".La consecuencia más grave de esta actitud produce en la ciudad de Bari. Veintitrés muertos y casi cien heridos será el balance ofrecido por la acción de las tropas enviadas a reprimir una manifestación que pacífica e ignorante de la realidad celebraba la recuperación de la libertad.En la mañana del lunes 26 de julio, fuertes contingentes alemanes atraviesan el paso fronterizo del Brennero. En muy pocos días se harán con el control de todos los puntos claves y las instalaciones vitales del país.Al mismo tiempo, desde el sur, los aliados lanzan su potencial bélico contra una Wehrmacht que se defenderá durante meses con toda firmeza. Italia quedará dividida en dos partes enfrentadas, y vivirá de la forma más trágica sobre su mismo suelo el derrumbamiento de los fascismos.En aquel verano de 1943, la caída de Mussolini, en vez de abrir una era de paz y reconstrucción arrojaba a Italia a la mayor tragedia de su prolongada historia.

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