Gil de Hontañón y las catedrales góticas del siglo XVI

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Rango

Renacimiento Español

Desarrollo


Este último aspecto de la obra de Rodrigo Gil nos lleva a considerar uno de los aspectos más controvertidos de la arquitectura española del siglo XVI: la construcción de grandes catedrales góticas -Segovia, Salamanca, Plasencia, Ciudad Rodrigo, etc.- en pleno Renacimiento. Hemos de considerar que la Iglesia española fue uno de los sectores más conservadores de la sociedad y el principal cliente de los artistas. La crisis ideológica y religiosa que afectó a España durante el siglo XVI determinó, en el campo de la arquitectura religiosa, una radicalización de posturas dirigida a establecer un sistema único e inequívoco que sirviera de estilo oficial a la Iglesia. El gótico, por sus connotaciones simbólicas y versatilidad, fue considerado el sistema más adecuado para estos fines, de tal manera que en la arquitectura religiosa de la primera mitad del siglo los casos en los que se intentó establecer una concordatio entre el pensamiento cristiano y la cultura clásica, fueron una excepción. Es más, en algunas ocasiones, como en la reconstrucción del cimborrio de la catedral de Burgos, la utilización del sistema gótico corresponde más que al mantenimiento inercial de la tradición, a una voluntad consciente de oposición a la cultura clásica, en un rasgo decididamente manierista y heterodoxo. En este campo, la labor de Rodrigo Gil, estudiada ampliamente por R. Casaseca, podemos considerarla modélica. No sólo intervino en la construcción de las catedrales de Ciudad Rodrigo, Plasencia y Astorga, sino que su intervención en las de Segovia y Salamanca resultó definitiva.

En ambas catedrales, en las que sucedió como director de las obras a su padre Juan Gil, el arquitecto consiguió, mediante una reelaboración magistral del sistema gótico, unos espacios diáfanos y monumentales, en los que se atendía por igual a las necesidades funcionales de este tipo de edificios tradicionales como a una nueva concepción espacial más acorde con los planteamientos humanistas. El sistema de soportes y cubiertas ensayado en estos grandes conjuntos va a sufrir una interesante transformación en otros edificios religiosos que, como la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco, la parroquial de Villacastín o alguno de sus modelos de iglesias columnarias, suponen una reelaboración muy personal de algunas de las novedades aparecidas en la arquitectura contemporánea. Fue en esta faceta de proyección de iglesias columnarias -se trate de Hallenkirchen o de edificios de diferentes alturas-, donde la influencia de Rodrigo Gil fue más importante, sobre todo en Castilla y la región Centro. Las iglesias de San Sebastián de Villacastín o de la Asunción de Meco -construida por Nicolás de Ribero conforme a las trazas dadas por el maestro- responden como otros muchos ejemplos, a tipologías y a unos sistemas de cubiertas típicamente hontañonescos que, al final de su vida, recopiló en un manuscrito de arquitectura, recogido y utilizado por Simón García en su "Compendio de architectura y simetría de los templos". Si numerosa fue su producción en el campo de la arquitectura religiosa, que también se tradujo en el ensayo de tipologías conventuales como el monasterio de las Bernardas de Salamanca, no menos importante fue su obra civil, que le obligó a aportar diversas soluciones en tipos tan variados como la Casa de la Salina en Salamanca, el Colegio del Rey en Valladolid o el Palacio de los Guzmanes en León.

De todo este conjunto de obras, especialmente interesante para la arquitectura docente y señorial, destacan dos ejemplos que muestran la aportación singular de este maestro a la arquitectura civil española del Renacimiento: el Palacio de Monterrey de Salamanca y la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares. Concebido, según Hoag, como un edificio de planta cuadrada prolongado en su zona posterior por dos alas paralelas, que formarían un patio abierto a uno de sus lados, el Palacio de Monterrey responde, sin duda, a los diseños de Rodrigo Gil por su relación entre las superficies planas y la decoración, la solución manierista de sus vanos y el remate en forma de loggia de la fachada. Mucho más novedosa resulta la fachada de la Universidad de Alcalá cuya solución la convierte en uno de los ejemplos más armónicos y proporcionados de la arquitectura del siglo XVI. A ello contribuyeron decisivamente su composición en tres módulos -los laterales de dos cuerpos; el central de tres, rematado en galería y frontón triangular-, el señalamiento del eje principal con una monumental fachada, y la relación existente entre las superficies planas y la decoración, centrada principalmente en los huecos manieristas de la planta noble, difícilmente superables.

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