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Datos principales


Rango

Renacimiento Español

Desarrollo


La posibilidad de combinación dentro de un mismo edificio de las dos tradiciones peninsulares -gótica e hispanomusulmana- no planteó especiales problemas desde el punto de vista estructural y, mucho menos, respecto a la simbiosis de sus respectivos sistemas ornamentales. Prueba evidente de ello son los cimborrios de las catedrales de Teruel, Zaragoza y Tarazona, donde un complejo sistema de cubiertas, trabajadas de acuerdo a unos criterios de tradición islámica, se articulan en una estructura gótica, arropándose de múltiples elementos decorativos de inspiración renacentista. En el último ejemplo aludido, los balaustres, nichos avenerados y decoración anticuaria de su tambor poligonal se combinan con la disposición estrellada de las nervaduras góticas de la cubierta; éstas, ordenadas en unos ritmos de filiación califal, contrastan elegantemente con el tambor poligonal y la decoración recargada de la clave de la linterna. Estas soluciones se pueden localizar, incluso, en algunas obras patrocinadas por los Reyes Católicos como en la Aljafería de Zaragoza, donde en su Salón de Reyes se impuso la tradición islámica a cualquier otra consideración técnica o estética. Un comportamiento afín podemos encontrar cuando la combinación se establece entre la tradición mudéjar y los elementos aportados por el Renacimiento italiano. En este caso, no sólo no se experimentó una oposición entre los dos sistemas constructivos, herederos ambos de la tradición romano-mediterránea, sino que llegó a establecerse un fecundo diálogo entre sus diferentes sistemas ornamentales, debido a la versatilidad de los esquemas decorativos islámicos que favoreció la inclusión en los mismos de temas ornamentales de origen italiano sin producir unos contrastes demasiado acusados.

En este sentido, la arquitectura andaluza resulta paradigmática. Ejemplos como los conventuales de Santa Clara y Santa Paula de Sevilla dieron pronto paso a un tipo de arquitectura doméstica que, por su elegancia, suntuosidad y carácter diferenciado, fue aceptada sin reparos por las familias nobles más importantes de la ciudad. El Palacio de Dueñas y la Casa de Pilatos son, en este sentido, los dos ejemplos más sugerentes. En esta última, las arquerías angreladas que ordenan rítmicamente las crujías del patio se completan con paramentos de yeso labrado y alicatados de cerámica vidriada polícroma, armonizando elegantemente con la fuente central de diseño clasicista y las esculturas y bustos clásicos del patio. El carácter no excluyente de estas dos concepciones estéticas se manifiesta en la proporción y armonía de todo el conjunto, dispuesto a albergar en su interior años más tarde un conjunto interesante de frescos manieristas donde se ejemplarizaba la relación entre Arte, Cultura e Historia. No menos importantes son los ejemplos conservados en la zona de Levante. La utilización de cubiertas con techumbres de madera son muy comunes en el Reino de Murcia, donde estas soluciones se asocian indistintamente a templos parroquiales de disposición gótica -iglesia de Santiago en Totana- o a edificios religiosos de tipología más moderna como las iglesias columnarias de la Concepción de Caravaca (1532) y la parroquial de Cehegín (1556). En otros casos, como en la ermita de Santa Eulalia de Totana, el diseño original de sus techumbres y la aplicación de cerámicas y pinturas al fresco, configuran un espacio tan singular que es muy difícil encontrarle precedentes.

Sin embargo, en el Reino de Valencia este tipo de techumbres de diseño más tradicional pronto se ven desplazadas por monumentales cubiertas de casetones más próximas a los modelos del Renacimiento. La tribuna y el artesonado del Salón de Cortes y la techumbre de la Sala Dorada de la Generalitat valenciana son dos buenos ejemplos que corroboran esta afirmación. En Castilla, la tradición artesanal de los carpinteros de Tierra de Campos se continúa en un gran número de iglesias parroquiales de Valladolid, Palencia y Zamora cubiertas con armaduras de madera en pleno siglo XVI, extendiéndose a otras zonas más occidentales e instalándose, incluso, en edificios plenamente renacentistas. Tal es el caso del Palacio de Peñaranda de Duero, donde los ricos artesonados con mocárabes se conjugan con suntuosas yeserías de motivos góticos y renacentistas. Pero fue en Toledo, ciudad con una gran tradición islámica, donde las técnicas y los modelos hispanomusulmanes adquirieron un desarrollo singular, extendiéndose por todas las tierras de la mitra toledana. Muchos de los edificios patrocinados por el Cardenal Cisneros en Toledo y Alcalá de Henares conjugaron diversas técnicas de tradición islámica con los nuevos repertorios decorativos del Renacimiento italiano, obteniendo unos resultados tan sugerentes que podemos encontrar su influjo en edificios de pleno Renacimiento, tanto en ambas ciudades como en sus respectivas zonas de influencia. En lo que respecta a la vigencia de la tradición de origen islámico, podemos afirmar que su proyección no se agota en el triunfo del clasicismo en España a partir de la segunda mitad del siglo XVI, sino que, primando los aspectos técnico-laborales sobre los estéticos, se instala en el mundo Barroco, como así lo demuestran la publicación de la "Carpintería de lo blanco" del sevillano Diego López de Arenas, y el gran número de edificios españoles e iberoamericanos construidos en esta época de acuerdo a las técnicas descritas.

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