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Datos principales


Rango

Cd8-2

Desarrollo


El panorama arquitectónico luso del siglo XVI, aparece dominado por el gótico manuelino, cuya frondosa decoración, en ocasiones, se ordena simétricamente en torno a un hipotético vástago central, a modo de los candelíeri, o permite que entre su exhaustivo desarrollo se incorporen algunos episodios del repertorio decorativo italiano. Esto es, de todos modos, muy limitado siempre, dominando los componentes propios de lo manuelino que, en clara resonancia de las empresas coloniales portuguesas, desarrolla una compleja amalgama de motivos marinos (fauna y flora) y marítimos (redes, sogueado o motivo funicular, instrumentos de navegación, etc.). De todo ello, ya en pleno siglo XVI, es un buen ejemplo el claustro del monasterio de los jerónimos de Belem. La actividad de los arquitectos Diego de Torralva (1500-1566) y Filippo Terzi (1520-1597), ya en el último tercio del quinientos, proporciona algunos ejemplos clasicistas, como el claustro "dos felipes" en Tomar, rotundo en este sentido, o la lisboeta iglesia de San Vicente de Fora que Terzi construye a partir de 1582. Estos y algún ejemplo más, son episodios clasicistas que no concretizan un desarrollo arquitectónico coherente en tal sentido. No existe tampoco una fundamentación o elaboración teórica válida y, en general, el interés por la tratadística es escaso en Portugal. La excepción, lógicamente, es Francisco de Holanda (1517-1584), pintor y miniaturista que, en contacto directo con los círculos de vanguardia en Roma, donde residió largo tiempo, escribió los "Dialogos em Roma" (1538) y "Dialogos da pintura antiga" (1548), en los que alardea de haber sido el primero que, en la Península Ibérica, "escribiese de pintura a imitación de los antiguos".

Incorporando numerosos dibujos y proyectos, en 1549, escribe también "Da fabrica que feleçe a Qidade de Lisboa". Su aportación teórica tampoco tendrá consecuencias importantes para las artes figurativas lusas, de significación y alcance meramente locales. La interesantísima experiencia urbanística que, en la Lisboa del siglo XVI, supuso la concreción del Barrio Alto de San Roque, considerado en su momento como "una ciudad que se basta a sí misma", quedará reducida a la pura labor de parcelación de terrenos y trazado de la red viaria, dominados por criterios de regularidad, al no encontrar una respuesta arquitectónica adecuada. Esta sí se dará en Goa (India), base portuguesa del comercio asiático, donde será trasplantada la experiencia urbanística metropolitana que, hasta su abandono en el siglo XIX, estuvo en funcionamiento como organismo urbano válido.

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